Farándula


Sonia Osorio fue homenajeada con música y baile

EL UNIVERSAL

30 de marzo de 2011 09:09 AM

A las 4:30 de la tarde la carroza fúnebre que transportaba el cuerpo de Sonia Osorio arribó a la sede del Ballet de Colombia en el barrio Chapinero Alto de Bogotá. El alma del ballet llegó a su casa, donde la esperaban músicos y bailarines con gestos desencajados de tristeza y los sombreros vueltiaos.
En medio de aplausos, el sonido de tambores y las notas de la ‘Cumbia Cienaguera’ fue recibida la folclorista. Su velorio en la capital de la República se hizo al estilo costeño, lleno de cantos, bailes y algarabía. Como las raíces africanas que le dieron vida a varios de sus montajes, las voces de afrodescendientes la acompañaron en la despedida diciendo “íAy! En el alma tengo un dolor. Es que me duele”. El lumbalú, la ceremonia de carácter fúnebre típica en San Basilio de Palenque, se trasladó a la casa del ballet para acompañarla en su último viaje.
“De Sonia Osorio se tiene que hablar en presente. Su legado vive en este Ballet de Colombia en el que conjugó la esencia  del pueblo colombiano. Su obra vive, está firmemente sembrada en tierra fértil y va a crecer a través de los tiempo”, expresó su hijo Rodrigo Obregón.
Uno a uno, sus bailarines, con los que desafió el mundo entero y triunfó, fueron llegando para verla por última vez y agradecerle las grandes enseñanzas que los hizo grandes en el escenario. “Yo soy espectador de primera línea de este fascinante ser humano que fue Sonia Osorio, mi madre. Una mujer inmensa, polifacética”, agregó Obregón.
Esa catarsis de pasión y emoción, que sucedía en cada una de las presentaciones presenciadas por el mundo entero, se repitió en el salón de ensayo del Ballet de Colombia. “Sonia ha dejado un gran legado. Ella seguirá viva con su baile. Ella llenó de plumas y lentejuelas al ballet colombiano con su arte”, comentó la periodista Magda Egas, amiga personal de la folclorista.
Como una petición unánime, durante el velorio, los asistentes coincidieron en decir que el Gobierno debe apoyar al Ballet Colombiano para que repita los éxitos que dio en el pasado. En la voz de su hijo Rodrigo, los bailarines recordaron que trabajaron de la mano de esta maestra a la que ellos aman como a una madre. “Todos dicen que sin ella no hubiera podido ser lo soy”, apuntó uno de ellos.
“Para nosotros es nuestra segunda madre. En este mismo salón ella nos dijo ‘corrija, levante la cara’. Lo que más aprendimos fue la disciplina y a estudiar porque lo importante no es ser el primero sino mantenerse a través del tiempo. Sonia, te amamos”, finalizó su bailarina Amanda Dueñas, con quien estuvo ligada por más de 10 años en el Ballet de Colombia.

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