Un caballito de mar. Eso fue lo que un pescador avistó la semana pasada en la bahía de Cartagena, cerca a un muelle en Castillogrande, y que fue recibido como toda una sorpresa y grata noticia por miembros de la Fundación Bahía y Ecosistemas de Colombia, y activistas ambientales de la ciudad.
El hallazgo, que podría pasar desapercibido en otro cuerpo de agua, causó bastante inquietud en la ciudad teniendo en cuenta las condiciones de la bahía. De acuerdo a diversas autoridades, la bahía de Cartagena ha estado afectada históricamente por el impacto de residuos industriales que llegan hasta ese cuerpo de agua. Y como se recordará, recientemente la Contraloría General de la República confirmó la presencia en la bahía de sustancias de interés sanitario, como mercurio, zinc y cobre, en concentraciones que se constituyen factores de riesgo. (Lea aquí: El mercurio es solo la punta del iceberg de la contaminación de la bahía)
Es por ello, que miembros de la Fundación Bahía celebraron el hallazgo del caballito de mar, dieron a conocer el hecho e incluso participaron en el retorno al ecosistema de esta delicada especie.
“Encontrar algo tan frágil, tan delicado, tan ajeno y extraño en una bahía con serios problemas de contaminación, es todo un símbolo de esperanza”, comentó José Yunis-Mebarak, director de la fundación, en un escrito que publicó en su página web.
SORPRESIVO HALLAZGO
“Es un símbolo de esperanza que indica que la bahía se puede recuperar. Es muy importante el hecho de que estos animales tan frágiles se hayan adaptado y sobrevivido en la bahía, que está bastante contaminada, tiene mucho sedimento, además del influjo del Canal del Dique, que ha cambiado su naturaleza”.
“Puede indicar que es posible que regrese la biodiversidad y riqueza que había en esta bahía. Es importante recalcar que si se encontró un caballito, es posible que cuando se realicen las obras del Canal del Dique (construcción de dos esclusas que frenarían la llegada de sedimentos del río Magdalena hasta la bahía) vuelvan especies de peces que acá ya no se encuentran”, explicó a El Universal Diana De la Vega, subdirectora de la Fundación Bahía.
De acuerdo al relato de Yunis-Mebarak en la página web de la fundación que dirige, el hipocampo, como también se le conoce a esta especie de pez marino, fue encontrado por un pescador que buceaba por caracoles en la zona. Incluso, otras personas que se enteraron del particular hallazgo querían ofrecer dinero a cambio del sorpresivo caballito de mar.
“A las 9 a.m., ahí estaba una de las criaturas más delicadas y maravillosas de la naturaleza en un balde frente a mi. Salido de la bahía de Cartagena, la misma que carga todo lo bueno y lo malo, la misma que está rodeada de un millón de personas, nuestro mayor puerto en el Caribe, la sede de la mayor industria petroquímica del país, la misma que no solo va cambiando sus hábitats en el nombre del progreso -pero sin alcantarillado en Mamonal-, la que según la Universidad de Cartagena y el reciente informe de la Contraloría tiene metales pesados en el agua, aquella a la cual le cae sin contemplación el río Magdalena a través del Canal del Dique. Todo lo anterior es cierto y no hay que pelear con los datos, sino con las causas de la degradación para recuperarla. Pero ahí estaba el caballito de mar para dejar testimonio mudo de esperanza, de que pese a todo la naturaleza está ahí, esperando que le demos la oportunidad o que por lo menos no la agredamos tanto. A las 9:20 a.m. ya lo habíamos liberado”, se lee en el texto de José Yunis-Mebarak.
Diana De la Vega manifestó que tras el hallazgo, la fundación trabajará en investigaciones que permitan establecer la población real de caballitos de mar en la bahía, además de involucrar a la ciudadanía en proyectos encaminados a la recuperación del importante cuerpo de agua.
EN RIESGO
Hay quienes dicen que hace muchos años era común ver caballitos de mar en la bahía, pero ahora no es frecuente. Según expertos, normalmente los caballitos de mar se encuentran en aguas tropicales poco profundas y de temperaturas calientes. Viven entre los corales, macroalgas, fanerógamas marinas y manglares. Actualmente, sus especies están incluidas en las listas de peligro de extinción y su comercio está regulado.
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