El papa Benedicto XVI criticó ayer los registros efectuados “con algunas modalidades sorprendentes y deplorables” por la policía belga en locales del episcopado el jueves, en el marco de una investigación sobre pedofilia en Bélgica. La intervención del Papa es el punto culminante de dos jornadas en las que el enojo del Vaticano no dejó de aumentar, a pesar de la voluntad del Gobierno belga por poner paños fríos en el tema. “Deseo expresaros mi cercanía y mi solidaridad en este momento de tristeza en el que, con algunas modalidades sorprendentes y deplorables, se llevaron a cabo registros, incluso en la catedral de Malinas y en los locales donde el episcopado belga estaba reunido en sesión plenaria”, esribió el Papa en un mensaje en francés, dirigido al presidente de los obispos belgas, el arzobispo André Joseph Léonard. EL ALLANAMIENTO Unos 30 investigadores y policías allanaron el jueves el palacio de la arquidiócesis de Malinas-Bruselas, al norte de la capital, sede de la Igle-sia católica en Bélgica, cuando se llevaba a cabo una reunión de los obispos belgas por lo que quedaron encerrados durante varias horas. Los policías buscaban documentos o cualquier otra prueba que “apoyaran o no acusaciones que denuncian abusos a menores cometidos por determinadas personas de la Iglesia”, según un portavoz de la fiscalía de Bruselas. “En esta reunión debían tratarse, entre otros, aspectos vinculados al abuso de menores por parte de los miembros del clero. He reiterado varias veces que estos graves hechos deben ser tratados por el orden civil y el orden canónico, en el respeto mutuo de la especificidad y la autonomía de cada cual”, prosigue el Papa en su mensaje. De esta manera Benedicto XVI reivindicó la autonomía de la Iglesia católica en la materia y su capacidad para hacer frente a los eventuales casos de pedofilia en sus filas, pero según la prensa italiana es justamente el inmovilismo de la Iglesia belga que dio pie al allanamiento. “UN PACTO” Según el diario Corriere della Sera, el ministerio de Justicia belga y la jerarquía católica del país firmaron “un pacto” a fines de los años 1990 que permitía a una “Comisión para el trata-miento de demandas por abusos sexuales” ocuparse de esos casos y decidir los que serían transmitidos a la justicia ordinaria. Pero esta comisión prácticamente no hizo nada, su “primera presidenta renunció argumentando la escasa cooperación de los religiosos (...) y estos últimos meses los expedientes aumentaron a simple vista”, agrega el diario.
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Benedicto XVI critica deplorables registros policiales en Bélgica
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