Después de que la justicia estadounidense puso en libertad sin fianza a Dominique Strauss-Kahn, aun manteniendo los cargos por delitos sexuales, la atención se centra en la acusadora, la empleada de hotel cuyo relato presenta una inconsistencia y que ya mintió en el pasado, según la fiscalía.
Citando una fuente no identificada próxima a la defensa del ex director general del Fondo Monetario Internacional, el tabloide New York Post afirma que la mujer se prostituía y que Strauss-Kahn se negó a pagarle tras una relación sexual.
Una afirmación firmemente desmentida por la defensa del político francés. “No hubo disputa entre las partes porque no se trató de una cuestión de dinero”, explicaron sus abogados estadounidenses en un comunicado transmitido a a la AFP.
El que fue favorito en los sondeos para las presidenciales francesas de 2012 sigue acusado de siete cargos que se resumen en los de intento de violación y agresión sexual, que podrían costarle 74 años de cárcel. Su próxima comparecencia ante el juez está prevista el 18 de julio.
Pero las mentiras de su acusadora reveladas por el fiscal Cyrus Vance dieron un vuelco al caso.
La mujer mintió para conseguir asilo en Estados Unidos en 2004, escribió el jueves en una carta a los abogados de la defensa. Además, mintió sobre lo qué ocurrió tras la presunta agresión sexual ocurrida en la habitación 2806 del hotel Sofitel de Nueva York.
La mujer explicó que esperó en el pasillo a que el político saliera de su habitación e inmediatamente informó de los presuntos hechos. Sin embargo, después admitió que “había limpiado otra habitación y regresó a la suite 2806 y empezó a limpiarla antes de informar del incidente a su supervisor”, escribió Vance.
Además, hizo una declaración falsa sobre un segundo hijo a cargo para engañar a los servicios fiscales, según el fiscal.
Igual de rápido que habían condenado a Strauss-Khan, varios diarios estadounidenses se lanzaron sobre la empleada del hotel, una guineana de 32 años cuya identidad está protegida por la justicia estadounidense.
El vuelco en el caso hizo que surjan voces en Francia preguntándose de nuevo si el caso no fue una manipulación.
Michele Sabban, un dirigente del Partido Socialista francés próximo a Strauss-Khan, se preguntó sobre “la actitud de la dirección de Sofitel” tras los presuntos hechos.
El vicepresidente del grupo socialista en la Asamblea nacional, François Loncle, dijo que “no todo está claro” y se preguntó por las “conexiones” del grupo francés Accor, proprietario de Sofitel.
Accor negó “formalmente” el domingo cualquier intervención de sus directivos en el caso DSK.
El ex director general del Fondo Monetario Internacional ocupaba el domingo todavía la casa del sur de Manhattan en la que estuvo confinado durante seis semanas por un juez neyorquino.
Desde que el viernes la justicia le devolvió la libertad de moverse por Estados Unidos, Strauss-Khan y su mujer, Anne Sinclair, no dudaron en salir pese a la presencia de numerosos periodistas.
El sábado por la tarde la pareja salió en un auto negro. Perseguidos por los periodistas, los esquivaron entrando en un aparcamiento subterráneo, cuyas puertas se cerraron inmediatamente, y saliendo por otra salida.
Ambos fueron al Museo de Arte Moderno (MoMa), en el centro de Manhattan, donde compartieron mesa en el café del quinto piso. “Tenían un semblante de gran felicidad”, dijo el tabloide New York Post citando a un empleado del museo.
De regreso a su casa de TriBeCa, recibieron la visita de la pareja con la que habían cenado la víspera en un restaurante italiano.
El domingo, una quincena de periodistas seguían ante las puertas del domicilio, comprobó la AFP.
Comentarios ()