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Fin de combates en Irak es una arriesgada apuesta

REDACCIÓN MUNDO

03 de agosto de 2010 09:25 AM

El presidente Barack Obama ensalzó el próximo fin de las operaciones de combate de las fuerzas estadounidenses en Irak, aunque la apuesta es enormemente arriesgada al dar por descontado que el país árabe no volverá a la anarquía homicida de hace unos años. Al hablar el lunes de la necesidad de admirar “con humildad los enormes sacrificios” realizados por los soldados de ambos sexos que han librado esta guerra, Obama soslayó algunas de las enormes dificultades políticas que ello implica. Ello podría deberse a la caída en picada de la popularidad del mandatario en los sondeos de opinión, a raíz principalmente de un persistente desempleo del 9,5%, una anémica recuperación económica y un amplio rencor contra la clase política gobernante a menos de tres meses de las elecciones legislativas. Hay posibilidades de que el Partido Demócrata de Obama pierda su cómoda mayoría en la Cámara de Representantes y varios escaños en el Senado. El presidente se encontraba en una posición delicada al pronunciar su discurso el lunes en el Centro de los Ex Combatientes Estadounidenses Incapacitados, en Atlanta. Su trayectoria ambigua ante la guerra de Irak durante sus 17 meses de senador y ante la retirada total de Irak anunciada para fines del 2011 contribuyeron a diluir el contenido de su mensaje. Como oponente a lo que, en el 2002, consideró “una guerra estúpida. Una guerra apresurada”, Obama se opuso tenazmente al envío de refuerzos decretado por su predecesor George W. Bush en el 2007, un aporte decisivo para ganar la contienda e impedir que Irak quedara sumido en una guerra civil. Obama insistió que las operaciones de combate concluirán el 31 de agosto “como prometí y conforme al calendario”, aunque el repliegue está condicionado por el “Acuerdo sobre fuerzas armadas” entre Estados Unidos e Irak que entró en vigencia antes de su llegada a la Casa Blanca. Al mismo tiempo, Obama reconoció que se impone la realidad iraquí. Los 50.000 soldados estadounidenses que permanecerán en Irak durante 16 meses como instructores de la tropa iraquí, fuerzas de seguridad y unidades contraterroristas, seguirán teniendo una arriesgada misión. “Esas son misiones peligrosas”, dijo Obama. “Y sigue habiendo gente armada con bombas y balas que intentará detener el avance iraquí. La dura realidad es que no hemos visto el final de los sacrificios estadounidenses en Irak”. Tampoco se ve a corto plazo el fin de la tragedia para los iraquíes, que siguen muriendo en atentados terroristas a un ritmo que desmiente cualquier síntoma de normalidad siete años después de que Bush ordenara invadir el país. Y el sistema político iraquí sigue siendo precario. Casi cinco meses después de las elecciones inconclusas del 7 de marzo, los políticos intentan formar un nuevo gobierno. La lucha política ha resaltado el peligro de los ataques insurgentes. Al-Qaida en Irak ha mostrado indicios de recuperarse y amenazar los avances logrados durante el envío de refuerzos estadounidenses en el 2007. Además, la extracción de crudo, base de la economía iraquí, no ha recuperado los niveles anteriores a la guerra, cuando habían mermado ya en forma patente como resultado de las sanciones que impuso la ONU tras la primera guerra del Golfo Pérsico.

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