El presidente candidato Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande emprenden la recta final de la campaña para la elección presidencial del 6 de mayo, cuyo principal acontecimiento será el vital debate entre ambos, el miércoles, que algunos auguran “violento”.“Jamás una votación habrá decidido tanto, a la vez para Francia y para nuestra Unión Europea. En todos los sitios, se nos espera (...) desde hace me-ses, los pueblos europeos miran hacia Francia”, lanzó el candidato socialista en un mitin en París.
En Toulouse (suroeste), el jefe del Estado llamó a sus conciudadanos a “sentirse orgullosos de ser franceses” y fustigó a los “estalinistas del siglo XXI” que le reprochan retomar los temas de la extrema derecha.
“No quiero dejar que Francia se diluya en la mundialización”, justificó.
Los sondeos de intención de voto se mantienen estables desde la primera vuelta de la elección, previendo una victoria de Hollande por entre 54 y 56% de los votos, frente al presidente saliente, que obtendría entre 46 y 45%.
El gran momento de la semana será el debate televisado entre los dos candidatos, un enfrentamiento “importante”, “aunque no crucial”, estimó un allegado de Hollande.
“Si juzgamos por el tono y el fondo de la campaña, entonces el debate será enconado. Estoy preparado”, aseguró Hollande.
“Va a hacer falta que François Hollande haga lo que odia: ser franco”, aventuró por su parte Sarkozy.
El tono entre los dos candidatos se endureció en los últimos días. El resultado histórico de la extrema derecha en la primera vuelta, con cerca del 18% de los votos, ha conducido a Sarkozy a alinearse con varias de las propuestas de la candidata ultra, Marine Le Pen.
Ello ha llevado a Sarkozy a una estrategia de derechización de su discurso, especialmente en materia de seguridad e inmigración, en busca de los vo-tos de la extrema derecha, lo que ha sido criticado por la izquierda e, incluso, por algunos sectores de la derecha.
El tono virulento terminó por chocar al ala más centrista del campo oficialista. El exprimer ministro Jean-Pierre Raffarin no ocultó sus reservas, y el también exprimer ministro Dominique de Villepin se declaró “espantado” por “las pruebas de extremismo” dadas por Sarkozy.
La sombra de Gadafi
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, negó rotundamente que el fallecido exlíder libio Moamar Gadafi le ofreciera financiar su campaña, un nuevo desafío al intento del mandatario por reelegirse a una semana de la segunda vuelta electoral.
Sarkozy también rechazó las críticas de quienes comparan su retórica de campaña con la de los colaboradores nazis de Francia, a medida que surgieron horribles recuerdos de tiempos de guerra en la que ha sido una contienda presidencial particularmente amarga.
Los sondeos indican que Sarkozy perderá las elecciones del 6 de mayo ante el socialista Francois Hollande, quien promete programas de empleo financiados por el gobierno y mayores im-puestos a los acaudalados, promesas que resuenan en un electorado desgastado por la recesión.
La acusación del financiamiento libio se origina de una declaración que hizo hace un año Seif al-Islam Gadafi, el segundo hijo de Moamar, en el sentido de que Libia financió la campaña presidencial de Sarkozy en 2007. El señalamiento surgió cuando el mandatario promovió los bombardeos contra las fuerzas de Gadafi para frenar la represión contra los rebeldes libios.
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Francia, en la recta final hacia las presidenciales
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