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Migrantes siguen esperando a las puertas de Arizona para entrar a EEUU

REDACCIÓN COLOMBIA

30 de julio de 2010 12:01 AM

Oscar Duarte, un salvadoreño y Roberto Diéguez, un guatemalteco, observan desde Nogales la barda de metal que separa a México de Estados Unidos, esperando una oportunidad para esquivarla sin pensar en las nuevas disposiciones contra los migrantes en el vecino estado de Arizona. El salvadoreño de apenas 19 años y su amigo de 29, llevan tres días en un precario albergue, ubicado a sólo metros de la frontera en Nogales, la ciudad mexicana más importante colindante con Arizona, a donde llegaron tras recorrer 5.000 km en tres semanas desde que se encontraron en Chiapas, sur de México. “Dejé a mi hija de nueve meses y a mi esposa en San Vicente, El Salvador. Me vine para superarme más. En mi país casi no se gana dinero. Haber si desde aquí saco adelante a mi familia”, dijo a la AFP Oscar mientras soporta una temperatura de 31 grados centígrados bajo un techo de lona, que cubre a otros 20 migrantes. La Ley SB 1070 del estado de Arizona entró en vigor parcialmente este jueves aunque el miércoles la juez federal Susan Bolton suspendió las partes más polémicas, como la que autorizaba a la policía a corroborar el estatus migratorio de toda persona sospechosa de no tener documentos. “Con ley o sin ley la gente va a querer seguir pasando para trabajar”, dice por su parte David Ramírez, de 25 años y originario de Puebla, en el centro de México, que fue deportado esta semana pero que espera una oportunidad de regresar a Estados Unidos. “Para los mexicanos es así, siempre estamos regresando, aunque nos deporten”, agrega. El endurecimiento de las medidas contra migrantes en Estados Unidos no parece preocuparles. “No creo que sea tan vital para ellos, más vital es tener trabajo”, señala el sacerdote jesuíta Martín McIntosh, quien coordina el Centro de Atención al Migrante del Deportado, un comedor en el que 230 personas reciben diariamente desayuno y comida. El flujo de migrantes hacia Estados Unidos disminuyó en las últimas semanas, pero según McIntosh, esta disminución obedece más al calor que por esta época tiene la zona desértica, que al miedo a ley SB 1070. A sólo metros de la garita, vehículos de la patrulla fronteriza estadounidense vigilan la valla de metal que se extiende interminable hacia el desierto. Un poco más allá, tractores y trabajadores construyen un segundo muro reforzado con hierro y concreto, más alto aún. En 2006 el presidente George Bush autorizó a levantar 1.126 km de muro, para frenar los pasos mas usados en la frontera. La frontera entre el estado mexicano de Sonora y Arizona se convirtió en el principal paso de migrantes desde que en 1994 Estados Unidos empezó la Operación Guardián, inicialmente en California y luego extendida a otros estados para cerrar el paso a los migrantes, quienes se ven obligados a optar por el desierto, un camino lleno de peligros y donde muchos mueren. A punto de emprender la aventura de cruzar la frontera, Oscar y Roberto se sienten afortunados pues llegaron ilesos, aunque a su paso por el estado de Sinaloa en el noroeste mexicano unos pistoleros les quitaron el dinero que traían. Ellos dos y un tercer acompañante que prefiere permanecer callado, son los únicos que consiguieron llegar a la frontera norte del grupo de unos 150 con los que iniciaron el camino en Chiapas. Los demás se fueron quedando en la ruta, que hicieron en su mayor parte como polizontes en los trenes de carga que atraviesan el territorio mexicano y en los que muchas veces son detenidos, secuestrados o asesinados. “Estamos bien, finalmente no nos pasó nada tan malo”, dice el salvadoreño

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