Barack Obama anunció solemnemente el martes ante el Congreso, en la apertura del curso legislativo, que viajará a Brasil, Chile y El Salvador a finales de marzo.
“El gobierno de Lula hizo durante dos años que para Estados Unidos fuera realmente difícil abrir un debate con Brasil”, explicó a la AFP Riordan Roett, director del Programa América Latina de la universidad Johns Hopkins, en referencia al predecesor de la actual presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
La Casa Blanca, que aún tiene un claro diferendo con la diplomacia brasileña sobre cómo tratar a Irán, apuesta por pasar de nuevo la página e intentar un acercamiento directo a Rousseff, considerada más pragmática que Lula.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, acudió a Brasilia en un viaje relámpago para asistir a la toma de poder de la primera presidenta en la historia de Brasil.
Pero el acercamiento no será fácil, advierte Roett, puesto que Brasil sigue ganando peso económico en la escena mundial, tiene su propia agenda diplomática y comercial y pretende asumir el rol de vocero del G20 (Grupo de países emergentes).
“Los contornos de nuestra política extranjera no van a cambiar radicalmente”, explicó en Bruselas el canciller brasileño, Antonio Patriota.
Hay además temas que unen irremediablemente a Washington y Brasilia, como el interés por las energías renovables.
Roett no descarta tampoco que Obama haga público su interés en el petróleo brasileño.
“Esa sería una dirección geopolítica muy importante” para alejarse de la dependencia del crudo venezolano, explica.
En todo caso, Obama no debería previsiblemente temer las discusiones con Rousseff teniendo en cuenta las alternativas que le ofrece la región, con el venezolano Hugo Chávez y sus diatribas, o Bolivia, donde ni siquiera hay un embajador estadounidense.
Brasil por su peso geoestratégico, Chile por su éxito económico y El Salvador por los desafíos que supone el crimen organizado para la región, son tres maneras de demostrar cuáles son los ejes de la diplomacia estadounidense en la región, explica Michael Shifter, director del centro Diálogo Interamericano.
“Colombia podría haber sido apropiado y quizás Perú” en la gira, considera Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, un centro de análisis.
Pero Colombia, el principal aliado de Washington en Sudamérica, reclama desde hace años la aprobación del Tratado de Libre Comercio, algo que Obama no está listo aún para ofrecer como regalo de visita.
En Perú, el presidente Alan García prepara su salida del poder, todo lo contrario de Rousseff en Brasil y Sebastián Piñera en Chile, con los que Obama puede abrir nuevos horizontes.
Piñera es un mandatario de derecha, pero su estilo de comunicar, ágil y diferente, como demostró con el rescate de los mineros, lo convierten en alguien que puede sintonizar con Obama, explica Shifter.
El Salvador tiene a un mandatario de izquierda, el ex guerrillero Mauricio Funes, que está demostrando grandes dosis de pragmatismo.
Funes “ha tenido una política exterior muy centrista con respecto a Honduras y otros temás de interés para el gobierno” de Obama, explicó Shifter.
Estados Unidos es el abogado de mayor peso de Honduras para que un día pueda regresar con todos los derechos a la Organización de Estados Americanos (OEA), algo que Brasil prefiere ignorar.
Además, “el nivel de preocupación sobre la inseguridad en Centroamérica ha crecido mucho en Washington” y una visita de apoyo a un gobierno que está presentando propuestas nuevas es un buen mensaje, explicó Shifter.
Mundo
Obama confirma a Brasil como principal interlocutor regional
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