Tras semanas de ásperas negociaciones, el Consejo, integrado por 15 países, dijo en un comunicado que “condena las extensas violaciones de los derechos humanos y el uso de la fuerza contra civiles por parte de autoridades sirias”.
No obstante, Líbano, miembro no permanente del Consejo, se desligó de esta declaración, estimando que “no ayudaría” a poner fin a la crisis siria.
Las potencias europeas, secundadas por Estados Unidos, lideraron la campaña para que el Consejo de Seguridad se pronunciara sobre la represión de las manifestaciones que estallaron a mediados de marzo.
A pesar de la creciente violencia en Siria, esta declaración es la primera acción del Consejo con respecto a la represión del régimen en ese país, mientras que China y Rusia amenazaron con vetar cualquier resolución formal en ese sentido.
La declaración no incluyó ninguna referencia a una investigación sobre las violaciones a los derechos humanos que habían solicitado Francia, Gran Bretaña, Alemania y Portugal en una versión anterior del texto.
Sin embargo, afirma que se deberá “responsabilizar” a aquellos implicados en la generación de la violencia.
Siguen combates
Mientras concluían las negociaciones diplomáticas, los tanques sirios atacaban la ciudad de Hama, según declaraciones de activistas. “Hay unos 100 tanques y carros de transporte de tropas en la autopista que va a la ciudad de Hama, en el centro, y otros 200 tanques en la ciudad de Deir Ezzor, en el este”, dijo el jefe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abdel Rahman, en declaraciones a la AFP. “Por el sonido de los bombardeos, se ve que es una guerra abierta”. Desde el inicio de las protestas el 15 de marzo, más de 1.600 civiles murieron, según ONG humanitarias, en tanto cerca de 3.000 personas se han dado por desaparecidas y 12.000 encarceladas en cuatro meses y medio de revuelta.
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