Cartagena


La otra paz, en la otra Cartagena

JULY ANAYA MARRUGO

26 de septiembre de 2016 11:00 AM

Luz Dary Mendoza no vive en la selva colombiana, tampoco en un lugar recóndito de país. Ella pasa sus días en la calle Cubero de los Niños del barrio La Candelaria, en Cartagena.

Nunca ha estado rodeada de minas antipersona ni se ha tenido que enfrentar a las Farc. Sin embargo, ha batallado su propia guerra, una guerra que la mantiene con cicatrices desde sus entrañas hasta su alma: las peleas de pandillas.

Su historia

A Luz Dary la encontramos sentada en la puerta de su casa, tal cual como estaba cuando balearon a Dalmiro Castro Mendoza -8 de julio-, uno de sus hijos. Ese día, ella oye un balazo y recuerda que su 'pelao', minuto antes había salido de la casa rumbo a la calle de donde proviene la detonación.

¡Válgame el cielo! Con sus manos en la cabeza corre lo más rápido que puede y allí está Dalmiro agonizando con un tiro en su cabeza. Uno de sus amigos lo lleva al CAP más cercano, donde lo estabilizan y trasladan a la Clínica Crecer. El adolescente, de 16 años, lucha contra la muerte por dos días, pero su lucha es en vano.

De solo recordar, a Luz Dary se le aguan los ojos, y como no, si apenas han pasado dos meses de la tragedia. Sesenta días y la misma vida no son suficientes para calmar su dolor. Un dolor que es doble, porque Dalmiro no es el único hijo que Luz Dary pierde por culpa de la guerra entre  pandillas. Ella ya conoce el calvario, lo tiene de frente en mayo de 2014, cuando asesinan a su hijo mayor, Luis Enrique Mendoza -hermano medio de Dalmiro-.

Perdón de madre

Mientras en el país se vive una gran tensión por el resultado del voto al plebiscito -2 de octubre- y la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, que es hoy en la Heroica, en la otra Cartagena, la que está por fuera de las murallas, hay quienes le apuestan a un cese a la guerra entre 'pelaos'.

Sí, muchachitos que en su mayoría no pasan de 17 años y cuyas mentes están enfocadas en el crimen, según ellos, para sobrevivir. Quizás no hay punto de comparación entre líos de pandillas con lo que han vivido las víctimas de la guerra por culpa de los grupos al margen de la ley, pero lo que si es cierto es que por culpa de una absurda rivalidad de territorios imaginarios, en los barrios populares se están matando. Son esas muertes las que quieren acabar en dos barrios: La Esperanza y La Candelaria.

Si usted escucha hablar a una víctima de las Farc se le desgarra el corazón. Bueno, no es distinto a lo que hace sentir Luz Dary al contar su amarga historia. Ella ha perdido dos de sus cuatro hijos. Se los matan en mayo de 2014 y julio de 2016. El dolor está reciente, pero si le preguntan por perdón, Luz Dary contesta: “ya perdoné. De nada sirve la venganza, eso queda en mano de Dios. Ellos debían enterrarme, esa es la ley de Dios, y me ha tocado a mi verlos partir primero”, dice Luz. 

Luz Dary menciona que perdona los asesinatos de Luis Enrique Mendoza -hijo mayor muerto en 2014- y de Dalmiro Castro Mendoza, el menor -2016-. Y si una madre puede perdonar y continuar en memoria de sus retoños, entonces ¿los demás también pueden hacer las pases? Los demás son los que riñen, los que se tiran a matar sin razón, son los pandilleros de ‘la 18’ -La Esperanza- y ‘los Candelos’ -La Candelaria-. Como Dalmiro, cinco jóvenes más han muerto en estas riñas de los barrios mencionados entre los meses de mayo y agosto.

Buscan la paz

‘Los de la 18’ y ‘los Candelos’ son las pandillas más reconocidas en los barrios La Esperanza y La Candelaria. Pelean por las llamadas líneas invisibles, pero aunque sea difícil de creer, dentro de esos mismos barrios hay otras pandillas. Se dividen por sectores. Hay mucho miedo e incertidumbre. Esos otros bandos se conocen como ‘los del Hoyo’ y ‘las Delicias’.

El pasado 20 de septiembre dos de esos grupos dan un paso importante para acabar con el camino oscuro que llevan. Son los muchachos de la pandilla ‘los del Hoyo’ quienes firman con rivales de patio -‘los de La 18’- un pacto de paz. Quieren cambios y la Administración Distrital se juega el todo para que así sea.

Ese mismo camino quieren emprender algunos integrantes de ‘los Candelos’. A esa Pandilla pertenecían los hijos de Luz Dary, razón por la cual ella le habla a los 'pelaos' para que dejen la enemistad. “Algunos de ellos -´'Candelos'- quieren firmar la paz con los de ‘la 18’, pero no saben cómo van a reaccionar los otros. No quiero que nadie más pase por lo que he pasado yo”, señala Mendoza.

¿Respetan el pacto?

‘Los del Hoyo’ y ‘la 18’ tiene un pacto de no agresión, de caminar de la mano por el mismo sendero y aún más porque son del mismo barrio. Pese a eso, algunos residentes de La Esperanza dicen que dicha firma no la están respetando. Nada más el miércoles se enfrentan a bala, como si el acuerdo al que llegan se desvaneciera, dicen habitantes del sector. 

Caso contrario a lo que desean algunos ‘Candelos’, que esperan que pronto se firme la paz entre ellos. “Nosotros no tenemos armas en realidad, pero ‘los de La 18’ sí. Ellos se meten a La Candelaria y si uno no pelea con ellos destruyen casas o se meten en las viviendas y las destruyen. Esto se llama sobrevivir”, dice uno de ‘los Candelos’.

También menciona que si los ayudan, ellos pueden cambiar de vida.

Luz Dary dice que hay ganas de salir adelante y dejar la guerra atrás, que La Candelaria quiere ponerle fin a más de 60 años de pandillismo. ¿Qué quieren los de La Esperanza? Ellos 'la piensan' y tal vez den el paso como lo hicieron con ‘los del Hoyo’. Mientras esto sucede, las madres de esos muchachos siguen pidiendo a Dios un milagro, un milagro que les de tranquilidad, que les de paz.

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