Una revolución urbanística en marcha y no en papel es lo que necesita Cartagena para sacarle un positivo provecho a su red interna de cuerpos de agua y que luzcan al mejor estilo del sistema de canales de Ámsterdam: con restaurantes flotantes, muelles legales, paseos peatonales adoquinados y una vista que demuestre progreso y voluntad política. Si esto suena imposible al menos que no terminen de convertirse en botaderos de basura y "casa" de los más pobres.
La realidad en la ciudad colombiana denominada “La Fantástica”, en este momento es muy lejana al ideal. Su precioso Centro Histórico ha sacado la cara, durante años, por la imagen valiosa que vende y enamora a turistas nacionales y extranjeros, pero la necesidad de que el desarrollo y la buena estima se extiendan al resto de la capital bolivarense ya es llanto a gritos de sus habitantes.
Los cuerpos de agua de la ciudad están convertidos en muladares. Son depósitos de basuras, orinales públicos, “cuevas” de drogadictos y “hogar de paso” de habitantes de calle. Cualquiera que se elija de ellos arroja la misma observación. El caño de Bazurto y la Ciénaga de Las Quintas infligidos en sus dos orillas por invasores de todo tipo es uno de los casos preocupantes.
El caño de Bazurto recibe este nombre en inmediaciones del puente de Las Palmas hasta el puente Jiménez dónde el cuerpo de agua adquiere la denominación de Ciénaga de Las Quintas hasta el puente de Bazurto, donde desemboca en la Bahía de Cartagena. Las orillas del caño y la ciénaga suman linealmente 1,3 kilómetros, aproximadamente. En ellas se concentran algunos problemas históricos que evidencian falta de disposición de las diferentes administraciones para sacar adelante proyectos de desarrollo urbano que frenen las invasiones y el uso inapropiado de estos cuerpos de agua.
Desalojar a los vendedores informales y habitantes de calle de los cambuches que levantan a diario en la orilla que colinda con la Avenida El Lago se ha convertido en un tema de nunca acabar. Según la secretaría de Participación y Desarrollo Social en Cartagena transitan cerca de 700 habitantes sin hogar y de esta cantidad, 130 se concentran en el Pie de la Popa y alrededores de la Ciénaga de Las Quintas.
La preocupación del Distrito por desalojar a los invasores que se concentran en esta orilla comenzó en el 2013 luego que la comunidad de Martínez Martelo interpusiera una acción popular para exigirle a la Administración que propendiera por la salvaguarda de la zona ya que los habitantes de ese barrio se sentían en riesgo inminente ante la proliferación de los invasores del cuerpo de agua que hicieron de este espacio su escenario para consumir drogas, a veces atracar, hacer necesidades fisiológicas y dormir.
En respuesta a esta medida legal la primera recuperación la hizo en septiembre de 2014 la Alcaldía Local Uno (Histórica y del Caribe Norte) en una acción interdisciplinaria en la que participaron el Establecimiento Público Ambiental (Epa), Dadis, Secretaría de Interior, la Oficina de Espacio Público y la Policía Nacional.
Se levantaron 17 actos administrativos de recuperación del espacio público para igual número de invasores desalojados y se encontraron diferentes tipos de ocupaciones irregulares. Había carpas artesanales, elaboradas con palos y plástico, donde se almacenaban y se vendían frutas, hielo, pescado y otros productos alimenticios; también había zapateros, vendedores de ropa de segunda y cambuches utilizados como dormitorios, por personas sin hogar; al igual que embarcaciones sin uso y en estado de deterioro arrumadas en muelles ilegales.
En esa oportunidad fueron 150 metros lineales, aproximadamente, recuperados entre Bazurto, frente al negocio conocido como La Ballena Azul hasta las periferias de Martínez Martelo.
Desde entonces, los controles interinstitucionales han seguido con constancia. Según el alcalde local uno, Enrique Jaramillo, en el 2015 se hicieron seis y en lo que va corrido del 2016 se han realizado tres. En el último hecho el pasado mes de junio se desalojaron 12 personas, pero todo indica que pese a que se intenta ejercer control, el trabajo resulta un desgaste infructuoso toda vez que apenas las autoridades se retiran del sitio, los cambuches vuelven a aparecer “mágicamente”.
“Lo que sucede es que son puestos temporales. Los habitantes de calle ponen sus cartones ahí para dormir y en el día los recogen, así resulta más difícil erradicarlos”, comenta Carlos Mieles, abogado de la Alcaldía Local Uno.
La malla que el EPA instaló en el sitio en el 2014 para proteger la zona está cortada en diferentes lugares y tras ella hay mesas y tanques de plástico usados como puestos de vendedores ambulantes.
El problema se extiende a la isla de manglares frente a Bazurto. El lugar está seccionado con caminos hechos a punta de basuras. El interior de los mangles es usado por indigentes y drogadictos que se reúnen allí a dormir y a consumir todo tipo de sustancias. ¿Cómo llegan desde la orilla a este lugar? En pedazos de icopor que usan como balsas artesanales.
LAS OTRAS INVASIONES
El caño de Bazurto y la Ciénaga de Las Quintas tiene otros tipos de supuestos invasores. Estos se concentran en la orilla que colinda con el barrio Manga. Son tres querellas por perturbación de la posesión instauradas por la Empresa de Desarrollo Urbano (Edurbe) en la inspección de Policía de Bocagrande contra habitantes de Manga que presuntamente han extendido sus propiedades, sin previa autorización, a terrenos de bajamar.
Entre las dos orillas del caño de Bazurto y la Ciénaga de Las Quintas, Edurbe tiene escrituradas once hectáreas de terreno, al amparo de la Ley 62 de 1937 que decreta que esta entidad es responsable del terraplenado y urbanización de las orillas de los caños de Cartagena, de las orillas norte de la Bahía de las Ánimas y la construcción de avenidas entre las urbanizaciones y los canales.
De las cuatro hectáreas en la orilla de Manga, Edurbe lucha por recuperar varios lotes en los que se han hecho construcciones particulares sin el aval de esta entidad. Uno de los lotes tiene proyección a la calle 23A de Manga. Allí funcionó por años el colegio Fernández Bustamante hasta finales de 2014, fecha en que la Alcaldía Local Uno asegura haber demolido las aulas de clase y el encerramiento de la institución; sin embargo en el predio permanece un particular que instaló allí un taller de carros. Son aproximadamente 3.015 metros cuadrados los que están en litigio.
Otra de las querellas implica a desconocidos, al Distrito y a Edurbe y se centra en un lote que permanece enmallado al final del callejón Dandi. Una fuente de Edurbe, no autorizada para hacer declaraciones (Edurbe está sin director), le explicó a este medio que una parte de ese terreno es del Distrito que lo compró para ser utilizado en el proyecto de La Quinta Avenida; y el resto es propiedad de Edurbe; sin embargo en él se levanta una construcción particular.
La tercera querella intenta recuperar unos terrenos de aproximadamente 4.000 metros cuadrados sobre los que supuestamente un conocido transportador urbano, con nexos políticos, ha extendido su propiedad. Además de estos conflictos existen otros de menor envergadura contra otros propietarios de la urbanización Villa Venecia y otros callejones de Manga que supuestamente han ampliado sus patios hacia terrenos de Edurbe.
Sobre los 1,3 kilómetros de orillas del caño de Bazurto y de la Ciénaga de Las Quintas, del lado de Manga, se proyecta la Quinta Avenida, plan urbanístico que además de poner límites en concreto a las invasiones está contemplado como una solución estratégica a los problemas de movilización. El diseño incluye una vía de 26 metros de ancho, con dos andenes y cuatro carriles, pero es un proyecto empapelado hace más de una década y que según uno de los resuellos de la administración en 2012 se necesitaban aproximadamente 130 mil millones de pesos para su ejecución. Claro, antes se deben finiquitar todos los litigios alrededor de los terrenos.
Mientras los habitantes de Cartagena esperan un “milagro” para que los planes engavetados de desarrollo urbano de la ciudad, que incluyen el florecimiento de la red interna de los cuerpos de agua se hagan realidad, estos lugares siguen siendo vulnerables a todo tipo de invasión y abuso contra el medio ambiente.
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