La angustia que embargaba a Antonio Meléndez Cardona parece haber terminado ayer. Enfermo hace 20 años por las secuelas de una trombosis que le hizo perder el 30 por ciento de la movilidad de su cuerpo, había pedido a Dios que le quitara la vida antes de perder la habilidad de rebuscarse el pan de cada día por sus propios medios, pero el Todopoderoso tenía preparado un mejor destino para él. Hasta la Fundación Geriátrica San José fue llevado por un equipo humano del Programa Adulto Mayor en Situación de Calle, de la Secretaría de Participación y Desarrollo Social del Distrito. Allí le darán la atención psicosocial que necesita, además de las raciones diarias de comida. SU HISTORIA Su futuro empezó a cambiar cuando narró su drama a través del diario El Universal. Con 61 años de edad y sufriendo dificultades motrices, Antonio Meléndez Cardona se dedicaba a vender útiles escolares, agua en bolsa y cajas de chiclets, para no morirse de hambre. Vivía entre el abandono y la caridad, resignándose a ser mendigo. En su casa nadie lo atendía, pese a que compartía vivienda con una hija de 35 años y 4 nietos. “Ellos no me quieren y los entiendo, porque cuando uno llega a viejo se convierte en estorbo para la familia”, afirmó entre sollozos. Comenta que se enfermó el mismo día en que mataron al caudillo Luis Carlos Galán. Los médicos le dijeron que contrajo un virus por un cerdo que comió, y desde entonces sufre dolores de cabeza y su cuerpo no ha vuelto a ser igual. DIOS LE HIZO EL MILAGRO Antonio afirmaba sentirse desprotegido por el mundo, pero no por Dios, aunque a veces se acostara sin haber probado bocado. Se refugió en Dios, a quien visitaba todos los días en la Iglesia de la Tercera Orden, en Getsemaní. “Dios me ha regalado la paz y la tranquilidad que necesitaba. Me sentiré a gusto en este asilo porque sé que encontraré reposo”, dijo al llegar a la Fundación Geriátrica San José, en el sector El Papayal del barrio Torices, donde fue recibido por otros adultos mayores desamparados que ahora reci-ben ayuda del Distrito. EL TRASLADO Antonio Meléndez fue localizado ayer en la Iglesia de la Tercera Orden por Lisbeth Margarita Pérez, funcionaria del Programa del Adulto Mayor en Situación de Calle. Ella asegura que el traslado de Antonio Meléndez fue voluntario por parte de él, y con el consentimiento de la hija, quien no se opuso a la voluntad de su padre. “Conocimos el caso del señor a través del periódico El Universal, luego lo ubicamos y procedimos a hacerle un estudio socioeconómico, después se le hizo una visita domiciliaria y acordamos ingresarlo al asilo”, explicó Pérez. Con esta ayuda, Antonio tendrá derecho a sus tres comidas diarias, servicios médicos, recreación, y atención de un grupo interdisciplinario de profe-sionales que estarán a su cargo. Además, ha sido priorizado para recibir el subsidio de adulto mayor que entrega el Gobierno Nacional, una vez se autorice la ampliación de cobertu-ra para Cartagena. “Dios le ha puesto fin a mi angustia, me ha escuchado y bendecido. Acá espero tener muchos amigos y pasar mis últimos años en paz”, expresó Meléndez.
Cartagena
Antonio Meléndez tiene nuevo hogar
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