Cartagena


Canal Ricaurte roba tranquilidad a moradores de San Pedro

ERICA OTERO BRITO

21 de agosto de 2012 12:01 AM

Los residentes de San Pedro no quieren saber de una inundación más. Hace años que los habitantes de este barrio no disfrutan de una lluvia, para ellos este fenómeno natural significa intranquilidad y caos.
Osmelia Brito aún no recupera la totalidad de los enseres que perdió en la nefasta inundación del 2 de noviembre de 2010, cuando gran parte de las zonas suroriental y suroccidental de Cartagena quedaron literalmente bajo el agua.
Para entonces ya había vivido otras tres inundaciones en ese mismo año, en las que el agua había invadido su casa unos 50 centímetros. Esa mañana cuando empezó a llover, diligentemente instaló unas compuertas que había mandado a hacer con antelación siguiendo el ejemplo de varios vecinos que tratando de hallar una protección contra la furia de la naturaleza han convertido sus casas en unos “mini-búnker”. En algunas, incluso, las bellas fachadas se han desdibujado con el taponamiento intencional de las ventanas hasta la mitad. Todo para evitar que el agua entre cuando el canal Ricaurte se desborde.
Las compuertas son unas tapas metálicas con bordes encauchados que se chupan al piso y al marco de acero al que van presionadas con tornillos. Las venden entre $150 mil y $200 mil cada una y se deben mandar a hacer de a par porque hay que instalar una en la puerta de la calle y otra en la puerta del patio. El alto de las mismas, lo decide cada quien, pero la mayoría las manda a hacer hasta la mitad de la puerta. Claro que si no ha taponado las ventanas hasta el mismo punto de las compuertas de nada sirve si el nivel del agua alcanza la cota del mirador. Tal y como le pasó a Osmelia. El agua empezó a penetrar por las ventanas a pesar que estaban cerradas y antes de al-canzar la altura de las compuertas, la presión del agua rompió el piso de la sala formándose un ojo de agua que ayudó a llenar rápidamente el recinto.
Para des fortunio de Osmelia, su casa es de una sola planta. En el segundo piso vive otra familia. En cuestión de diez minutos el nivel del agua sobre pasó un metro 20 centímetros. Lo que no había alcanzado a subir o había dejado a una altura media, pensando que el agua no llegaría allí, comenzó a nadar. Zapatos, ropa, colchones, computador, cucharas, ollas, muebles, todo bajo el agua. En medio de la desesperación y las lágrimas vio como la fuerza de la corriente volteó la nevera y dejó a la deriva el mercado del mes. La estufa también cayó de lado, ya no había nada que salvar, tan sólo esperar que el aguacero cesara y la corriente bajara, calmarle los nervios a su hija y a sus padres, ya de avanzada edad.
A cinco casas de la suya, faltaron pocos minutos para que su suegra en una silla de rueda fuera cubierta por el agua. Con fuerzas que sólo surgen de la adrenalina en un momento difícil, entre ella y una cuñada lograron subir a la señora mientras ésta gritaba de la angustia.
Parecía el fin del mundo. Todas las casas de las manzanas de San Pedro, cercanas al canal Ri-caurte estaban inundadas, en especial las ubicadas en la orilla, en donde el agua llegó literalmente al techo.
Luego de esta amarga experiencia, el Distrito realizó unos trabajos parciales en un tramo del canal Ricaurte comprendido entre Santa Mónica y La Plazuela e hizo unas ampliaciones en el puente El Caimán, en Olaya Herrera; para facilitar la rápida evacuación de las aguas. Sin embargo, en el 2011, las casas en San Pedro situadas a la orilla del canal se volvieron a inundar, aunque en menor proporción.

Levantan la voz
Este año, las lluvias ya empezaron (con muestra de mayor rigor que las del año anterior) y con ello la amenaza latente de una nueva inundación de dimensiones incontrolables.
Cuando una precipitación comienza con fuerza y se mantiene así por más de una hora empiezan a aparecer los ojos vigilantes sobre el canal Ricaurte y dentro de las casas comienza la angus-tiosa labor de recoger a toda velocidad los enseres y ubicarlos en lugares altos donde el agua no pueda mojarlos.
“Hay que hacerlo porque cuando empieza a llover nadie sabe si el canal se desbordará una vez más y hasta qué nivel subirá el agua”, expresa Javier León, habitante del barrio.
La peor parte la sufren los que viven en la primera planta de casas bifamiliares a los que se les reducen las posibilidades de subir sus pertenencias a un lugar seguro.
“Si la casa tiene segundo piso, lo mejor es no tener mayor cosa en el primero y si es de una sola planta es mejor no comprar muebles porque para qué, no sabe uno en qué momento ocurre otra inundación”, expresa León,
El arrecio de las lluvias en las últimas dos semanas tienen a los habitantes de San Pedro con el “corazón en la boca”, por eso le están haciendo un nuevo llamado al Distrito para que apresure las obras y evitar así una nueva tragedia.
“Las obras para el canal Ricaurte están incluso ordenadas por el Tribunal Administrativo de Bolívar que en  septiembre de 2011 le dio al Distrito un año de plazo para contratar las obras que hagan falta para acabar con este problema, pero aún no vemos nada”, manifiesta Candelaria He-rrera, presidente de la Junta de Acción Comunal de San Pedro.
Entre las cosas que preocupan a los moradores de San Pedro se cuenta la petición de los habi-tantes de La Plazuela que quieren que el tramo del canal Ricaurte que atraviesa a San Pedro se profundice para que quede al mismo nivel del de ellos y evitar que el agua quedé empozada en ese sector.
“Existe un concepto técnico del departamento de Hidráulica de la Universidad de Cartagena que explica que esto no es posible porque el canal Ricaurte está construido al nivel de la Ciénaga de La Virgen, donde desemboca, y si se profundiza entonces el agua de la ciénaga se pasaría para el canal y las inundaciones serían mayores”, afirma Herrera.

Esperanzas del Distrito
El Canal Ricaurte es de las cuencas más densas que tiene el Distrito. En sus cinco kilómetros de longitud, atraviesa barrios de todos los estratos: San Fernando, Santa Mónica, El Socorro, La Plazuela, San Pedro, El Ruby, Los Alpes, Contadora I y II, 13 de Junio y Olaya Herrera hasta desembocar en la Ciénaga de La Virgen.  Además, tiene varios afluentes, también “caudalosos” co-mo El Pilón (San Fernando), Jorge Eliécer (detrás de Alameda), el de Blas de Lezo y El Caimán, (sector Central, en Olaya) por lo que el desbordamiento de sus aguas es considerado por el Distrito como un problema estructural que amerita una solución integral.
“El remedio definitivo es el Plan Maestro de Drenaje Pluvial, que tiene un costo aproximado de un billón de pesos. El objetivo del gobierno de Campo Elías es dejar contratado el Plan y construido el 30% del sistema. Alterno a las gestiones para conseguir estos recursos, el Distrito está haciendo unas actuaciones a corto y mediano plazo”, precisa la directora del Departamento Administrativo de Valorización Distrital, Clara Calderón.
A corto plazo, Calderón menciona la limpieza de canales que han liderado Epa, Cardique y Valorización. “Este Plan de Contingencia se ha hecho no sólo en los canales que tienen que ver con Ricaurte, sino en otros de la ciudad. En El Pozón, casi todos están limpios y este domingo limpiamos el de Blas de Lezo”, expresa la funcionaria.

En el mediano plazo
Corregir el desbordamiento de las aguas de Ricaurte cuesta alrededor de 100 mil millones de pesos estima Valorización Distrital. Para este semestre, según Calderón se invertirán cerca de 20 mil millones de pesos.
“Ya le dimos autorización a Cardique para contratar las obras del puente de la Transversal 54 y estamos en el proceso de la compra de predios a la orilla del canal Ricaurte, en los barrios Los Alpes,  13 de junio y Olaya Herrera para ampliar el canal. Sabemos que la gente está preocupada, pero son recursos considerables que para conseguirlos siempre el Distrito necesita tiempo”, expresa Clara Calderón.
Mientras estas obras se concretan, en el actual invierno, Ricaurte en varios de sus tramos está obstruido por maleza y basuras, presentando unas condiciones favorables para un nuevo desbordamiento.

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