Cartagena, la más atrasada en trabajo digno para afros

El anterior es uno de los balances que arroja el libro “Precario pero con trabajo: otros están peor”, que tiene como subtítulo: “Déficit del trabajo decente en la población afrocolombiana. Cartagena, Buenaventura, Cali y Medellín 2009-2010”.
Sus autores son Guillermo Correa Montoya, Alexander Pérez Álvarez, Víctor Hugo Viveros Bermúdez y María Edith Morales, quienes pertenecen a la Escuela Nacional Sindical, que es una organización con 30 años de experiencia, en formación e investigación laboral y sindical en la ciudad de Medellín.
Durante el lanzamiento del Consejo Laboral Afrocolombiano, en Cali, Guillermo Correa Montoya hizo la presentación del libro, que está basado en el censo nacional, el cual señaló las ciudades con mayoría de presencia afro en Colombia.
Para la construcción del libro los autores trabajaron en asocio con la Universidad del Valle, la Universidad de Antioquia y la Universidad de Cartagena.
El balance general, según Correa Montoya, es desalentador, en términos de que si bien las condiciones nacionales son precarias para todos los trabajadores, para los componentes de la etnia afro es mucho peor, porque están muy por debajo del promedio nacional, en el sentido de que tienen menos ventajas delante de otros grupos humanos.
EL CASO EN CARTAGENA
En cuanto a la capital de Bolívar, Correa Montoya, recalcó que es la ciudad que más ha desviado lo laboral para los afros, haciendo énfasis en la identidad, en el folclor y las tradiciones, demostrando con ello que la ciudad tiene menos preguntas frente a la discriminación, condiciones laborales, hechos sociales y económicos.
“Prueba de lo anterior —anotó— es que Cartagena, pese a ser una ciudad de afros y construida por afros,  es también la más descuidada en el país en eso de pensar en políticas públicas. Y casi todas las Alcaldías lo mencionan, pero nunca lo desarrollan”.
Informó que, entre los afros de Cartagena, los dos grupos más desventajados son los niños y las mujeres, pues los primeros tienen un alto porcentaje de descolarización, deben trabajar desde muy temprano bajo las inclemencias del clima, entre riesgos y vinculados a ideas culturales como que “el niño debería trabajar para que aprenda”.
Respecto a las mujeres afro, el estudio arrojó que por ahora sólo son pensadas en el ámbito del servicio doméstico, la cocina, el folclor y el turismo, lo que demuestra que ellas tampoco logran romper con la lógica de la discriminación y las costumbres machistas, que sugieren que las féminas sólo pueden llegar hasta ciertos niveles de laboriosidad.

EL COLOR INFLUYE
De otra parte, la investigación encontró que muchos afrocartageneros, aunque están preparados académica e intelectualmente, no reciben un trato justo, puesto que perciben ingresos inferiores a los de otras etnias con la misma preparación y desempeñando el mismo cargo.
“Además —puntualizó—, los ascensos son más difíciles. Casi que podría decirse que el color influye en ascender en la escala laboral. Pero también obligan a los afros a trabajar más horas extras, que raras veces son remuneradas, pero la gente lo acepta para no perder el empleo”.
El investigador no descartó que esta situación podría ser una de las causas de la creciente delincuencia que está experimentando Cartagena. “Aunque uno no podría afirmar que ser afro es sinónimo de delincuencia, pero hay unas condiciones que empujan a escoger esa opción, puesto que si la ciudad no brinda el espacio ideal y el ciudadano tiene que sobrevivir, entonces no queda otra que la prostitución y todas las formas de delincuencia”, dice.