Conductores de buses y busetas no respetan a nadie

¡Qué tortura subirse uno a una buseta! ¡Pobre gente a la que le toca usar ese servicio todos los días, ya yo me hubiera muerto!
Las frases fueron expresadas por una mujer que no está acostumbrada a usar el servicio de buses y busetas de servicio público para transportarse en Cartagena. Ella es una de las afortunadas usuarias de taxis.
Otro joven comentó que hasta la tensión arterial se le bajó dentro de una buseta de Socorro-Jardines. “Yo sudaba de pies a cabeza y pensé que me iba a morir. Más nunca agarro una buseta de esas. Prefiero caminar hasta la avenida Santander y esperar al Metrocar”, dijo el joven estudiante de la Universidad de Cartagena.
“¿Usted nunca ha cogido una buseta del Socorro después de siete de la noche, cuando va regateando con otra? Uno lleva el hígado en la boca y hasta se encomienda a Dios porque a veces cree que será el último día. Y lo peor es que me toca agarrarla todas las noches porque el salario no me alcanza para tomar taxi o comprarme un carro”, dijo, a su vez una secretaria de una universidad del Centro de la ciudad.
Las frases podrían ser interminables, dada la mala imagen que sigue generando el servicio de transporte público que prestan buses y busetas en Cartagena de Indias.
Sólo ayer se daba cuenta del golpe que estuvo a punto de darle una buseta al mismo director del Datt, Edilberto Mendoza, durante un operativo de control de velocidad.

NO RESPETAN A NADIE
Pero lo peor de todo es la sensación que tiene la comunidad sobre que el gremio de conductores de buses y busetas no le hace caso a nadie.
Así se deduce del resultado del sondeo de opinión publicado en este medio. A los lectores les preguntamos:
¿A quién cree usted que respetan los conductores de buses y busetas?
- Al Datt
- A los usuarios
- A nadie
La respuesta, casi por unanimidad, fue una: 
De 1420 votos, el 98% (1392 votos) cree que a nadie y solo un 2% -23 votos- dice que al Datt.
Al usuario obtuvo cero respuesta, lo que concuerda con lo que sienten los usuarios de ese servicio público.
Ante eso, surge la pregunta de qué tendrá que pasar en esta ciudad para que el usuario sea respetado por los conductores del transporte público masivo y aprendan a ver a estos como sus clientes y no como sus potenciales víctimas.