Cartagena


De niñas a madres, un paso en falso

ERICA OTERO BRITO

14 de septiembre de 2012 12:01 AM

En el primer semestre de 2012, 1898 madres adolescentes residentes en Cartagena dieron a luz.
Aunque es una cifra bastante considerable, el Dadis sostiene que de 2009 en adelante el nú-mero ha ido disminuyendo paulatinamente.
Es de anotar que, biológicamente, el ser humano se considera adolescente de los 12 a los 19 años de edad. En ese sentido, Enrique Macenet, director de Salud Pública del Dadis, explica que un efecto positivo que se ha estado marcando en los últimos cuatro años es que los embarazos a temprana edad se están dando más que todo en niñas de 18 y 19 años de edad.
Con estadística en mano, Macenet demuestra que las campañas para disminuir el embarazo prematuro sí están dando resultados positivos, al tiempo que reconoce que es un tema difícil que  exige constancia y acompañamiento educativo para que las adolescentes tomen consciencia de una sexualidad responsable, y de la importancia que tiene para su proyecto de vida retrasar la maternidad hasta que estén preparadas sicológica y económicamente.
En 2009, nacieron en Cartagena 5250 niños, hijos de madres adolescentes provenientes de diferentes poblaciones de Bolívar.
De 2010 en adelante, el Dadis discriminó la cifra únicamente para las madres residentes en Cartagena.
Así las cosas, se conoció que ese año nacieron 4531 bebés, hijos de madres domiciliadas en este Distrito. En el 2011, la cifra fue de 4071 niños. (Ver recuadro de estadística)

Más allá de los números
Detrás de cada número hay una historia de vida marcada por unas características comunes que develan un contexto sociocultural complicado para la mayoría de adolescentes que resultan embarazadas, comenta Lila López, gerente del programa Madres Adolescentes en Seguimiento, de la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar.
Entre esas particularidades resalta la disfuncionalidad de los hogares en que crecen, la baja autoestima, un futuro económico incierto, una vida sexual irresponsable, un proyecto de vida confuso, desconocimiento en hábitos de vida saludable, ausencia de aspiraciones salariales, deserción escolar e ignorancia de que en la primera relación sexual se puede quedar embarazada.
En la cifra, de los 4071 niños nacidos en 2011 se encuentra el bebé de *Sandra, quien para el momento de quedar en gestación tenía 13 años de edad. Ella se fue a vivir con su actual marido cuando tenía 12 años, por influencia de su cuñada, la mujer de su hermano.
“Mi mamá pasaba el día fuera de la casa vendiendo fritos. Yo soy consciente que lo hacía para contribuir a los gastos de la casa, pero yo sentía mucho su ausencia, tan siquiera si los domingos los hubiera dedicado a nosotros o hubiera facilitado la confianza hacia ella, de pronto hubiera sido diferente.
"Pero además de que nunca estaba me pegaba mucho, un día me dio una ‘trompera’ como si yo fuera su enemiga. A raíz de esto, mi cuñada, que fue la que me presentó al papá de mi hija, que para entonces tenía 19 años, me decía que me fuera de la casa y le decía a él que me sacara a vivir.
"Un día que yo no estaba, ella me recogió la ropa y se la entregó a él y luego él se co-municó conmigo y me dijo que tal día venía por mí y así fue. Yo ni siquiera sabía que por haberme ido a vivir a su casa tenía que tener relaciones sexuales con él.
"La hermana de él dividió su cuarto con una cortina para que yo tuviera más privacidad, ya tarde en la noche cuando yo estaba durmiendo lo sentí encima de mí y del susto lo estrellé contra la pared. Yo salí embarazada a los 11 meses de estar viviendo con él. He pasado mucho trabajo porque él me pegaba, se dejó de eso porque lo demandé a la Fiscalía, cuando mi papá se enteró de que estaba embarazada me decía que él no quería conocer la porquería que iba a nacer de mí, ahora mi hija tiene un año de edad.
"La verdad yo no quiero vivir con el papá de mi hija, pero tampoco quiero regresar donde mi mamá”, expresa Sandra*.

JULIETA
*Julieta, también tiene su historia. Quedó en embarazo a los 12 años de edad.
“Mi situación fue bastante difícil. En mi casa se dieron cuenta cuando ya tenía cinco meses de embarazo. A mi hermana se le metió el tema de que yo estaba muy gruesa y me llevaron a hacerme una ecografía. Fue horrible, mi mamá lloró todo el día. Dejé de ir al colegio y no pensaba en nada más. Mi mamá quería que abortara, pero una amiga que ya estaba en la Fundación Juan Felipe Gómez me aconsejó que el bebé no tenía la culpa y yo decidí tenerlo.
El papá de mi hija tenía 19 años. Me lo presentó una amiga vecina. Para ese tiempo yo era muy callejera y rebelde y los hombres tienen cierta parlita para convecerlo a uno, él me decía que yo era la mujer más linda, que él quería tener hijos conmigo y así me fue metiendo cosas en la cabeza hasta que quede embarazada.
"El día que di a luz, también fue feo porque del hospital no nos querían dejar salir porque no teníamos plata para pagar. Ahora estamos pasando por una situación más fuerte porque mi hermana también quedó embarazada y mi mamá se sintió decepcionada de nosotras y se fue para Barranquilla. Desde que ella se fue estamos pasando trabajo con la comida al punto que nos hemos acostado con hambre”, refiere Julieta.

KARLA
Las experiencias de Karla* y Cindy* son similares a las anteriores.
Karla no conoció a su papá y la mayoría del tiempo vivió con su abuela y cuando se presentó la oportunidad de vivir con su mamá se sintió desvalorada y desprotegida, “como la oveja negra de la familia. Yo me fui porque mi mamá me eché”, afirma.
Esto la hizo buscar refugió en los brazos de un joven que le hizo promesas de amor. Para entonces tenía 14 años. Con el muchacho las cosas no funcionaron, quedó embarazada y perdió el bebé.
Regresó donde su abuela hasta cuando se volvió a enamorar y quedó nuevamente embarazada, la bebé ya tiene un año, dos meses.
*Cindy, de 16 años, también se sintió desprotegida en algún momento de su vida. Su mamá trabajaba en casa de familia de 5 de la mañana a 10 de la noche y descansaba cada 15 días. “Yo aprovechaba para irme para la calle y hacer cosas rebeldes para que ella me notara, pero fue en vano. En la rumba conocí al papá de mi hija y me fui a vivir con él, en él sentí el amor que me hacía falta de mi mamá. Cuando salí embarazada mi familia me rechazó”. Con el tiempo Cindy se separó de este joven y ahora vive con otro muchacho.
Estas cuatro madres adolescentes hacen parte de las 400 chicas que atiende la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, en Cartagena. De la cifra global, 150 son menores de edad.

Campañas educativas
Enrique Macenet, director de Salud Pública del Dadis, explica que disminuir la cifra de embarazos prematuros ha demandado inversiones importantes en campañas educativas. Aunque aclara que no hay un presupuesto específico para este punto.
Este año, el presupuesto para Salud Sexual y Reproductiva es de 600 millones de pesos que deben distribuirse en los programas de prevención de enfermedades de transmisión sexual, cáncer de cervix, uso de atincoceptivos y control a la natalidad.
“En las campañas se les hace hincapié de que tener relaciones sexuales implica una decisión consciente, madura y responsable; y se les enseña el uso de los anticonceptivos”, explica Macenet.
A esto Lila López, de la fundación Juan Felipe Gómez, complementa: “Se necesita fortalecer la educación de las adolescentes en tres puntos importantes y complementarios entre sí: en el plano espiritual hay que orientarla en valores y virtudes; hay que empoderarlas de un proyecto de vida que las ha-ga socialmente productivas y hay que brindarles un apoyo sicosocial en el que se les brinde pautas para un buen vivir”.

Nota: *Nombres cambiados para proteger la identidad de las menores.

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