Cartagena


El drama del tigrillo Mateo no tiene fin

LUIS C. PRADO

11 de diciembre de 2012 12:01 AM

Jamás ha sabido lo que es cazar su alimento. Mucho menos correr libremente largas distancias, como lo hacen los de su especie. Y ni qué decir de poder reproducirse para tener descendencia.
Una vida de encierro
Vivir en cautiverio ha sido  la constante en los 4 años de vida de este tigrillo, llamado Mateo. Hace un año fue decomisado por la Policía, luego de que escapara de una casa donde estaba cautivo, en el barrio Ternera. Desde entonces el Epa se hizo cargo de él y pasa sus días en una jaula, al cuidado de la Guardia Ambiental, en el Parque Espíritu del Manglar. (Lea aquí: Guardia Ambiental: al cuidado de los animales en Cartagena)
“El proceso normal en estos casos es que el animal se someta a un proceso de recuperación y luego se libera”, explica el biólogo del Epa, Gabriel Luna. Pero es allí donde radica el problema con este felino.
Al no haber tenido contacto con la fauna silvestre, Mateo no posee las habilidades que le permitan sobrevivir por si solo en un ambiente salvaje. Ningún humano podría enseñarle a cazar. Si se libera, se muere. Su futuro se resume en dos opciones: entregarlo a un Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre o que un zoológico lo reciba. Ambas puertas están cerradas para este mamífero de 23 kilos de peso.
Nadie lo recibe
Los Centros de Atención “no tienen cabida para más animales de este tipo”, dijo Gabriel Luna. Y los zoológicos ya tienen suficientes felinos que mostrar, por lo que es difícil hallarle lugar a Mateo.
En dialogo con El Universal, fuentes autorizadas de la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla, aclararon que no es su competencia autorizar el traslado e ingreso de animales que fueron decomisados en cualquier región del país. La Fundación explicó que en este caso el Epa tendría que tramitar la solicitud ante el Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente de Barranquilla DAMAB, y ellos podrían proponer el ingreso al Zoológico. Sin embargo “tendríamos que evaluar nuestro Plan de Colección Animal, ya que por cuestiones de espacio debemos verificar si el felino efectivamente tendría cabida con nosotros”, aclaró la fuente del Zoológico.
Por lo pronto, Mateo sigue en cautiverio. Algo para lo que no nació. “Han habido personas particulares interesadas en adoptarlo”, dice Roberto Ruiz, director de la Guardia Ambiental.  Pero Gabriel Luna replica que “no hay la mínima posibilidad de que un particular tenga fauna silvestre. Eso la legislación colombiana no lo permite”.
Lección que aprender
Para el Epa, el drama de Mateo no hace más que poner sobre la mesa el trasfondo de estas situaciones: el eterno problema de los animales salvajes que, por caprichos humanos, terminan cautivos en hogares familiares, y que como en el caso de este tigrillo, comienzan a sufrir depresión al no hacer lo que su instinto les indica.
Mientras el Distrito resuelve su situación, Mateo seguirá viviendo la única vida que conoce. Aquella detrás de los barrotes de su jaula. Esperando que llegue la tarde para devorar el medio kilo de carne que diariamente sacia su hambre.      
Tráfico de especies en Bolívar
Las especies más traficadas en el departamento, según el Epa, son los loros, los canarios silvestres, los micos y los tigrillos.
La mayoría de éstos son sacados de su hábitat natural, en los municipios de San Juan Nepumoceno, Santa Catalina, San Jacinto y el Carmen de Bolívar.
Las sanciones por la posesión de este tipo de fauna van desde multas económicas hasta la cárcel, si se trata de especies en vía de extinción. 


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