Cartagena


"El mercado nos está tragando"

REDACCIÓN CARTAGENA

13 de enero de 2010 12:01 AM

Dicen los habitantes del Martínez Martelo que lo peor que la ha ocurrido al barrio en sus 60 años de existencia es que lo hayan convertido en vecino del Mercado de Bazurto. Hace más de 30 años, cuando el Centro Histórico celebraba la retirada del Mercado Pú-blico de Getsemaní hacia más allá de las murallas, los vecinos de Martínez Martelo tal vez no alcanzaban a imaginar la gravedad del cáncer en que se convertiría la nueva central de abas-tos. Hoy, por sobradas razones, son los más acérrimos partidarios de que esa plaza sea trasla-dada hacia las afueras de Cartagena. “Es que desde el principio se estableció que el mercado estaría comprendido entre el Ca-llejón Carrillo del Barrio Chino y la Transversal 23, que colinda con Martínez Martelo, pero todos esos límites se rebasaron y ahora no se sabe quién es quién”, dicen los afectados. Las molestias saltan a la vista: después de ser una de las urbanizaciones más pulcras y or-denadas de la ciudad, Martínez Martelo ahora lucha contra la ocupación del espacio público, el taponamiento de los canales pluviales, la conversión de residencias en bodegas mercantiles, las zonas verdes hechas basureros y zonas de restaurantes de mala muerte, la inseguridad, la violación a las normas de planeación y la contaminación ambiental, entre otras molestias. Isabel Romero Mercado, presidenta de la Junta de Acción Comunal, cree que el problema de la ocupación se acrecentó mucho más desde el 6 de junio de 2008, cuando el Gobierno Distrital ordenó el cierre del mercado en aras de una limpieza general. “Durante los días 4, 5 y 6 —explica— se suponía que ningún negocio, ni formal ni in-formal, podía estar abierto, pero en la madrugada algunos avivatos aprovecharon y comenza-ron a colocar tenderetes en las transversales 23 y 26, con Avenida del Lago; 24 y 25 con Ave-nida Crisanto Luque, en donde también vienen estacionando los buses intermunicipales, sin que autoridad alguna los reprenda”. La invasión es más rápida Afirman los trabajadores cívicos que los invasores han sido más rápidos y efectivos que las autoridades distritales, debido a que en los últimos meses se han abierto cuatro bodegas más, con todo y que se trata de una zona residencial. “Pero cuando pedimos ayuda a la Gerencia de Espacio Público del Distrito, a Planeación Distrital y a Control Urbano nos prometen que harán algo, pero nada. Para que los indigen-tes y los homosexuales desocuparan el Parque los Luceros, tuvimos que escribirle al Presi-dente Uribe, y sólo así salimos de ese problema”. De acuerdo con los vecinos, una de las cuatro bodegas recién abiertas, se robó más de la mitad de una zona verde que da hacia la Avenida del Lago, a la vez que construyó sobre un canal de aguas pluviales, “lo que nos hace temer que las inundaciones por lluvias y por subida de mareas serán peores este año”. Isabel Romero recuerda que hace tres meses la seguridad del barrio fue nuevamente inte-rrumpida por indigentes y gamines, “quienes empezaron a llevarse todo lo que veían en las terrazas de nuestras viviendas; y, no conformes con eso, defecaban en cualquier parte, cogían las excretas y hacían ‘obras de arte’ en cualquier pared. La Policía Metropolitana nos ayudó a erradicarlos”. Aún así, los de la JAC reconocen que el lunar ambiental más grande que tiene el barrio y toda la zona es la contaminación de la Ciénaga de Las Quintas, otrora un valioso cuerpo de agua, que no solamente daba alimento sino ornamentación y espacio deportivo-recreativo. En la madrugada, los vehículos de carga pesada que surten las bodegas y colmenas del mercado han dado cuenta de calles como la Diagonal 20 y las transversales 24 y 25. Hace cinco años, un censo adelantado por los miembros de ASOVEMAR (Asociación de Vecinos de Martínez Martelo), determinó que sólo había 43 vendedores de fritos, pero ac-tualmente hay más de 500 atendiendo fondas en malas condiciones higiénicas. “Ya son muchas las familias que han abandonado el barrio, abrumadas por el avance del mercado. Lo malo es que cada casa desocupada es una nueva bodega que se abre. Y las auto-ridades, tan campantes”, anotan los de la JAC. El colegio se quedó corto La Institución Educativa Rafael Núñez, sede Martínez Martelo, no cuenta con una planta física ideal para que los estudiantes desarrollen sus actividades académicas en el área de las ciencias. Esta queja la exponen los miembros de la JAC y la Asociación de Padres de Familia; y la ratifica el propio rector del plantel, Rafael Montes Mercado: al centro educativo le faltan la-boratorios de Física y Química, razón por la cual los estudiantes tienen dificultades para rea-lizar sus prácticas. “Debido a que la planta física de la sede es pequeña, no contamos con una sala de profe-sores adecuada, ni con laboratorios, áreas comunes y espacios lúdicos”, señala Montes Mer-cado. Agrega que ha existido interés, de parte de varias administraciones distritales, de comprar un lote aledaño con el propósito de ampliar las instalaciones, pero ha sido imposible negociar con los propietarios, al parecer, por diferencias de tipo económico. “Es una lástima porque ese predio es ideal para reformar la estructura del plantel, y tam-bién permitiría avanzar en la construcción de todo lo que necesitamos”, dijo el rector. Tanto la JAC, los directivos de la Institución y los padres de familia, hacen un llamado a las fuerzas vivas para conseguir un lote cercano a la sede escolar, que sirva para instalar siquie-ra los laboratorios, que son indispensables para la formación de los alumnos. Por el momento, para complementar las prácticas de ciencias, los estudiantes deben des-plazarse al Centro Manuela Beltrán, en el barrio Escallón Villa. A raíz de esto, la población estudiantil debe invertir más tiempo y recursos económicos para el desplazamiento hacia dicho establecimiento de formación. Por tal razón, hacen un llamado a la Administración Distrital, para que intervenga y ayu-de a solucionar la situación, rápidamente. Vandalismo y abandono En estado deprimente se encuentran los escenarios deportivos. El vandalismo, por parte de agentes externos y el abandono por parte del Estado son los principales problemas de estas canchas, los únicos espacios de recreación que tiene el barrio. El escenario principal es el estadio de béisbol, cuna de grandes peloteros que le han dado gloria al béisbol bolivarense. Allí funcionan los clubes Falcón y Cachorros, los cuales partici-pan en los campeonatos de la Liga y a la vez organizan allí sus torneos internos. Falcón es una organización muy reconocida en la ciudad por sus logros a nivel local, de-partamental, nacional e internacional. Está afiliada a la Organización de Pequeñas Ligas. En ese destartalado estadio los jóvenes peloteros hacen sus entrenamientos en condiciones lamentables. Los dogout están deteriorados, a igual que las mallas. Y para colmo, la pared del escenario fue derribada por un camión que pertenece a una transportadora que trabaja cerca de ese lugar. Además, otro problema es que el escenario lo utiliza también el Club de Fútbol Nuevo Milenio. Según José Tabares, entrenador de Falcón, la práctica de fútbol en ese escenario no es conveniente. “Yo les he hecho las observaciones, pero no me han hecho caso”, dijo Taba-res. En el Ider hay un proyecto para refaccionar este escenario, pero todavía la JAC está a la espera de que eso sea una realidad. Los otros escenarios son una cancha múltiple (baloncesto y microfútbol) ubicada en el parque donado por Surtigás y una de microfútbol, las cuales están destruidas en su estructura física (mallas, tableros, piso, techo y graderías). Jóvenes de otros sectores hacen mal uso de las canchas, mientras que los indigentes hacen de las suyas en horas de la noche. “Doña Chave”, mujer con fortaleza Isabel Arrellano Caballero, con 58 años viviendo en Martínez Martelo, es el personaje más popular de ese barrio. Llegó a fundar la primera etapa hace casi 6 décadas, junto a otros vecinos, unos que ya se fueron y otros, como ella, que aún se conservan allí. Actualmente vive con sus tres hijos y una bisnieta, tras enviudar. Su esposo era un pensio-nado de la Marina. Se ha ganado el cariño de la comunidad, gracias a su entrega diaria a las labores de aseo y limpieza en la calle donde reside. Tenía la costumbre de levantarse temprano a barrer, oficio que ahora es imitado por sus vecinos, que le siguieron el ejemplo. Desde hace algún tiempo ha dejado esta actividad debi-do “a los achaques que vienen con los años”, como ella misma lo dice. Su gran obra fue haber recuperado un área común del barrio, la cual era usada por indi-gentes y viciosos como dormitorio y sitio para realizar toda clase de vejámenes. Convirtió ese lugar en un parque con frondosos árboles, diversidad de materas y planta-ciones, y lo mandó a pintar con colores alegres que representan su amor por la naturaleza. “Me gusta la jardinería, y quise hacer de esta área comunal un parque lleno de naturaleza y belleza”, comenta “Doña Chave”, remoquete que le pusieron cariñosamente sus vecinos. Ella asegura que en su tarea comunitaria se ha ganado varios enemigos, y destaca con or-gullo que también ha cosechado más amigos. “No a todos les agrada mi liderazgo. Eso para nada me acompleja. Al contrario, me da fuerzas para seguir adelante, porque soy una mujer con fortaleza y de armas tomar”, mani-fiesta Isabel.

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