Dentro de dos o tres meses, comenzará la pavimentación de la calle 32d, la principal del barrio Los Cerezos, noticia que tiene a sus habitantes llenos de notable optimismo. Pero al mismo tiempo insisten en que afirmar que el suyo es uno de los barrios más olvidados de Cartagena. “Figúrense que tuvimos que proponer a la 32d como vía alterna para descongestionar el tráfico de la zona. Sólo por eso la van a pavimentar”, dice Argénida Acosta, la presidenta de la Junta de Acción Comunal. Los Cerezos colinda con barrios como El Gallo, Trece de Junio, Las Palmeras, Nuevo Milenio, Las Margaritas y Nuevo Porvenir. Para la dirigencia comunal, una de los puntos en contra que tiene este barrio de estrato dos es la cantidad de viviendas de dos y tres pisos construidas con buen gusto. “Por eso explican el Distrito no se interesa en nosotros, porque creen que tenemos buen nivel económico y que no necesitamos de más, porque además nos urbanizó una firma privada”. Sin embargo, en Los Cerezos casi todas las calles están sin pavimentar, la inseguridad es la reina, tiene un solo parque en regulares condiciones, la re-colección de basuras por parte del consorcio Pacaribe es lenta y les faltan recursos para construir su sede social y comunal. Adicionalmente, en épocas de invierno las calles son intransitables, con el agravante de que detrás de la manzana K, colindando con el barrio El Ga-llo, existe una calle canal que necesita pavimentación y redirección de su cause, pues una firma constructora acaba de levantar varias viviendas que pro-vocan la acumulación del agua pluvial, lo que podría socavar los cimientos de las viviendas y echarlas a tierra. “La Secretaría de Infraestructura dice que la pavimenta, pero la firma constructora tiene que ceder parte de su terreno para que se puedan hacer los trabajos”, afirman los de la JAC. ERA UNA LOMA ENMONTADA Los Cerezos se fundó en 1990, gracias a un acuerdo del Concejo de Cartagena, debido a los problemas de inundaciones que aquejaban al vecino ba-rrio Villa Rosita. El Acuerdo buscaba la reubicación de los moradores de Villa Rosita. Ese Acuerdo lo firmó el Concejo distrital el 20 de septiembre de 1990. Dos me-ses después, se hizo la firma con la comunidad. Se construyeron 380 casas. Según Miguel Solano, quien para esa época era el presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa Rosita, el lote costó 50 millones de pesos. Solano fue uno de los primeros moradores de Los Cerezos, que en ese tiempo era una loma llena de monte. “Llegamos aquí con otros vecinos: Julio Vega, Gustavo Pozo, Benjamín Sarabia, Tomás Urueta, Gilberto Cáneda, Dionisio Venera, entre otros; y comencé a liderar el proceso para un mejor porvenir”, dijo Solano. “Mucha gente de Villa Rosita no quiso mudarse para acá porque consideraba este lote como un tugurio, ya que no había luz, gas, ni agua. Sólo nos mudamos 102 familias; y aquí estamos”, contó. Agregó que al principio la organización del barrio tuvo como referencia el descubrimiento de América. Por eso, algunas calles llevaban nombres alu-sivos: La Niña, La Pinta y la Santa María, etc. Sin embargo, con el tiempo se fue perdiendo esa tradición y comenzaron algunos problemas internos que llevaron a Miguel Solano dar un paso al costado. MARCIANA, PATINADORA CON TALENTO El barrio no cuenta con un escenario ideal para la práctica de los deportes y mucho menos para la reacreación. En la actualidad hay un lote ubicado entre las manzanas L4, L5 y L6 que está lleno de piedras. Allí, la Junta de Acción Comunal está tratando de que se construya una cancha múltiple donde se practique fútbol de salón, voleibol y baloncesto. La mayoría de los jóvenes tiene que ir a otros barrios a practicar su deporte favorito. Entre estos deportistas se encuentra la joven de 14 años Marcia-na Sarmiento, quien ha tenido una destacada carrera como patinadora, deporte que practica desde los 6 años. Dice que ha ganado muchos trofeos compitiendo en la modalidad de velocidad, pero su mayor logro es pertenecer al equipo de Bolívar de patinaje. Explicó que estuvo participando este año en un torneo en Bogotá y se alista para otro que se desarrollará próximamente en Boyacá. “Mi objetivo es participar en Boyacá y quedar en la selección Colombia, que estará compitiendo en México”, indicó la deportista que cursa noveno grado en la Institución “Educativa Soledad Acosta de Samper”. “Mi ídolo en el patinaje es Elizabeth Arnedo, porque es una gran velocista y, además, es mi compañera de equipo”, sostuvo. BARRIO DE OLVIDOS Este barrio no tiene colegios públicos. Sólo uno privado. Los miembros de la Junta de Acción Comunal consideran que al momento de urbanizar, se olvidó dejar el espacio para construir un establecimiento educativo. Los niños estudian en colegios de barrios cercanos, como el de la sede principal de la “Institución Educativa República de Argentina”, en la Urbani-zación Anita. Tampoco tienen puesto de salud, porque, de igual forma, carecen de un lote para construirlo. Cuando se enferman, acuden al “Centro de Atención Permanente”, del barrio Olaya Herrera, del que dicen, brinda buen servicio y atiende las 24 horas. Por eso piden a las autoridades de salud campañas para erradicar las ratas; y de fumigación, en contra de los mosquitos que, en época de lluvia, “in-vaden” al sector. OPINE ¿Qué quiere para su barrio? EVER MORELOS Me gustaría que la JAL de nuestra Localidad nos prestara más atención y se diera la pavimentación de todas las calles para darle otro aspecto al ba-rrio. OSVALDO MORELOS Quisiera que el “Consorcio Pacaribe” recogiera las basuras con más puntualidad. Un día dicen que vienen a las 8 de la mañana y la gente saca la ba-sura, pero ellos viene a la 1 de la tarde. Mientras, los vecinos tienen que aguantarse los malos olores. ALEJANDRO ZÚÑIGA Hay varias propuestas que tienen años de estar esperando, pero la JAL no las ha considerado. A lo mejor es porque no tenemos un edil de nuestro barrio en esa corporación. CLAUDIA CANTILLO Me preocupa mucho la inseguridad. A cualquier hora del día llegan hombres armados y en moto, atracan y se van. Le pedimos a la Policía Metropo-litana una vigilancia más permanente. Créditos Julio Castaño Ernesto Armenteros Luz Meira Díaz Rubén Darío Álvarez
Cartagena
El olvido, gran mal de Los Cerezos
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