Inmaculada Procesión de la Virgen del Carmen

Bajo un cielo gris que amenazaba con lluvia, niños, jóvenes, adultos, y adultos mayores se congraciaron, expectantes, para unirse a las procesiones de la Virgen del Carmen, quien sólo recorre las calles la ciudad cada año, cargada en hombros de feligreses. En el Centro Histórico la eucaristía y procesión fueron celebradas en la Iglesia Santo Domingo, y no en la Catedral como se acostumbraba, por cuenta de reparaciones al interior de la Catedral. Familias enteras acompañaron a la Virgen en su recorrido hasta el Camellón de los Mártires, los más pequeños iban en los hombros de sus padres que se abrían paso entre cientos de personas que se iban sumando. “Me gusta traer a mis hijos porque nuestra patrona la Virgen del Carmen, cuida de ellos es una protectora, además es una costumbre muy fuerte que desde niña también me inculcaron esta forma de agradecimiento”, indicó María Carmona, ama de casa. Ni si quiera una tímida llovizna hacia las 4:40 pudo quebrantar las aspiraciones de los devotos, quienes muy entusiasmados cantaban y arengaban alabanzas. El padre José Marino Pinedo, de la iglesia Santo Domingo fue uno de los encargados de presidir a la multitud. Desde todos los barrios de Cartagena llegaron los feligreses que, por un momento, se fundieron con los turistas de la Ciudad Amurallada. La procesión culminó con el retorno a la Iglesia Santo Domingo en donde se desarrolló una nueva eucaristía, con la que los devotos pudieron irse en paz a sus casas. Otras celebraciones Conjuntamente, las comunidades de Blas de Lezo y de Bruselas se unieron en el homenaje a la patrona de los conductores y navegantes, que junto con la Procesión Náutica, atizaron la fe de los cartageneros católicos Este último evento partió a las 4 de la tarde desde el muelle de La Bodeguita y se desplazó, como es costumbre, hasta el monumento a la Virgen ubicado en la Bahía Interior de Cartagena. No obstante, pocas personas participaron en la peregrinación sólo alrededor de 12 embarcaciones asistieron al acto religioso, entre lanchas que transportaban a nativos de las comunidades isleñas, comunidades religiosas, navegantes y miembros de la Armada Nacional. Julio Carrillo, vendedor de paletas, dice que esta tradición se ha ido perdiendo con el paso de los años, a juzgar por la poca concurrencia de ayer. “Ya no se notan las multitudes fervientes, lastima que las nuevas generaciones no se interesen por participar de estos actos tradicionales de nuestra fe cristiana”, expresó.