Cartagena


La irresponsabilidad diaria de los choferes

REDACCIÓN CARTAGENA

08 de marzo de 2010 12:01 AM

Un acto de abuso desmedido, de los tantos que se ven a diario en la ciudad por parte de algunos conductores busetas y sus ayudantes, ocurrió el sábado con una buseta de la ruta Campestre-Castillo, afiliada a Coointracar, que se dirigía al Centro y Bocagrande. A las 9:45 de la mañana, la buseta de placa UAN-447, identificada con el número 118, se varó en la Calle 30, barrio España, frente a la Cruz Roja, y el conductor y su ayudante en actitud desobligante no quisieron devolverle el pasaje a los usuarios. Pese a que la gente se opuso sin ofuscarse, se empeñaron en el abuso de no regresar el dinero y fueron embarcando a los pasajeros en las busetas llenas de gente y maltrechas que venían detrás. A dos de los usuarios le dijeron el siguiente argumento: “Es que si les devuelvo el pasaje a ustedes dos, me toca regresárselos a todos”. ¿Acaso no sería esto lo correcto? Pero antes habían incurrido en los siguientes abusos, según lo relatado por el pasajero que suministró a este diario las fotos que acompañan esta información: conductor y ayudante “ratonearon” desde que salieron de su despacho en Ternera y cuando el conductor se vio mal de tiempo hundió el acelerador a fondo para poder llegar oportunamente al reloj regulador de Zaragocilla. En este afán expuso a peligro inminente tanto a los pasajeros como a la gente que caminaba por la vía y a los demás vehículos. Fue dejando donde quiso a los usuarios, y a unas 10 estudiantes que pidieron insistentemente la “parada” dos o tres cuadras antes del reloj, las llevó a rueda desenfrenada hasta el sitio para evitar pasarse de la hora de timbre. Tras el atropello, no les devolvieron el pasaje a las estudiantes, a quienes les tocó marchar camino atrás. En otro de esos momentos de tan loca carrera, a una señora que estaba en la vía con bebe en brazos y otro de niño de unos 4 años, no le dieron tiempo de subir bien el estribo de tres peldaños, y de no ser por un señor que también abordaba la buseta en ese instante y que protegió con su cuerpo al niño, el menor se habría salido por la puerta. Por fortuna no hubo desgracia. Ante situaciones como ésta, evidentes todos los días, el problema sigue en manos de la Administración Distrital a través de su autoridad de transito, y de las empresas transportadoras, para tomar las medidas a que haya lugar. EL TOP 10 DE LOS ABUSOS 1-No falta el conductor que con el bus o la buseta repleta de pasajeros decida detener la marcha frente a un puesto de apuestas permanentes, llamar a una de las chicas que apuntan el chance y deleitarse apostándole a un golpe de suerte, con coqueteo incluido, mientras los pasajeros esperan estoicamente que se reanude el recorrido. El punto preferido está en la bajada del Puente Bazurto (La Loma). 2-Otros son más relajados y deciden detener la marcha en cualquier punto para entablar una conversación con el conductor de otra buseta, sin que nadie pueda chistar, causando incluso trancones. Donde usted exija sus derechos lo mandan a coger un taxi, si es que no lo mandan a comer... (lo que sabemos). 3-Y qué decir de la música estridente. Es tal el escándalo que el conductor nunca escucha la solicitud de “parada”, por más que el pasajero grite o se pegue al timbre no le pararán en el sitio indicado. De nada valen los operativos del DATT si al final los enormes bafles, dignos de la mejor caseta picotera, son devueltos y el escándalo sigue rodando. Qué diferencia la música que se escucha en las busetas de ciudades como Bogotá, en un volumen moderado, como debe ser. 4-¡Ah!, pero el colmo de la irresponsabilidad es cuando los “todopoderosos” conductores deciden, en mitad de la ruta, que ya no seguirán el recorrido. Detienen el vehículo y obligan al pasajero a esperar el próximo bus para hacer el transbordo, que por lo general es atropellado y en mitad de la vía. 5-Pero hay más... Sabemos que los conductores también almuerzan, pero ¿será que eso les da derecho a parar frente a sus casas y esperar que un pariente aparezca con el portacomidas con la ración del día? 6-Pero si usted espera la buseta en un sitio próximo al punto de control (el reloj) olvídese que lo van a recoger. La carrera es tal que nada los detendrá hasta llegar a ese sitio, pero después ruéguele a Dios para ver si llega a tiempo porque empieza el “ratoneo”. 7- La última modalidad la impusieron los llamados “sparring”. Como siempre andan cogidos del tiempo, a ellos –que bien pudieran integrar la selección de atletismo del Departamento– les toca emprender una veloz carrera tres cuadras antes del reloj y con la cartulina en mano, deben llegar antes que la buseta al sitio de la timbrada, para evitar sanciones... en ocasiones se montan en mototaxis para cumplir su objetivo. 8-Y qué decir de los agentes del DATT. En el “solobús” de Bazurto (léase sólo ventas estacionarias) obligan a los conductores a ingresar a esa área donde literalmente se pierde el tiempo. Los pasajeros, afanados por llegar al sitio, deben soportar la más variada oferta de víveres y abarrotes al interior del bus, durante la interminable fila de busetas. 9- Ojo con los vueltos. Si usted no lleva el valor del pasaje exacto y deja su billete en manos de un “sparring” listo, puede tener dolores de cabeza. Este se lo embolata o se puede bajar y lo deja viendo un chispero. 10- Finalmente, no se extrañe si en algún tramo del recorrido, el conductor decide, de manera unilateral, cambiar de ruta para acortar el tiempo y dejarlo votado. Todo esto pasa en Cartagena, en las narices de las autoridades. ¿Será que conductores como éstos clasifican para conducir un articulado de Transcaribe?.

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