Los contrastes del Centro Histórico de la Cartagena nocturna

Las plazas más concurridas en las noches de la heroica son las de San Diego, Santo Domingo, La Proclamación y la de los Coches. En estos lugares concurren turistas, parejas, amigos y quienes aprovechan el encanto de la Cartagena nocturna para hacer negocios.
Nunca faltan los vendedores de cigarrillos y dulces, tampoco los cocheros, ni quienes preparan comidas rápidas para ofrecer un pasaboca a quien se vive la noche de copa en copa.
Carlos Quintana vive del amor de las parejas que visitan la heroica, ya sean familias o enamorados. En su trabajo de ayudante de cochero recorre aproximadamente 50 veces el centro histórico en una noche.
Cobra entre 50 y 70 mil pesos a las personas que se acercan a pedir sus servicios, que van desde las 4 de la tarde hasta la media noche.
Como Carlos, muchos empresarios y dueños de negocios buscan su espacio en este ecosistema de personas, poniendo sus mesas sobre las vías de las plazas o en los baluartes de las murallas. A sus negocios ven llegar toda clase de personas interesadas en una cena romántica o una rumba al aire libre, pero justo al lado de esta vida de lujo y comodidad siempre están los que tienen planes más alternativos.
Junto a las mesas con costosos menús se encuentran las bancas siempre acompañadas de bohemios y conversadores, quienes en algunos casos disfrutan de la música de esos establecimientos sentados en el piso y tomando una cerveza, como sucede casi a diario en el popular “Café de al lado”, donde sentarse sobre el borde de la muralla y sentir la brisa del Caribe resulta un plan que no tiene nada que envidiar al del exclusivo café-bar.
La zona rumbera del corralito de piedra se concentra junto al gran Reloj Público, es en la Plaza de los Coches donde la salsa no deja de sonar.
Mientras algunos beben sentados en su mesa, hay quienes charlan sobre las bancas y ven como las mujeres que esperan de pie en las esquinas se van con desconocidos y vuelven al pasar de un par de horas, un poco menos arregladas pero con las mismas ganas volver a trabajar.
La  noche pasa y la Cartagena histórica no duerme, las angostas calles del Centro no dejan de ver pasar toda clase de personalidades; habitantes de la calle, viajeros, amores, familias, famosos y rumberos confluyen en los mismos lugares, pero todos viven su historia aparte. Comparten el mismo espacio y a veces interactúan, cuando cruzar a pocos centímetros el uno del otro se hace inevitable.
Todo parece configurado por un código que se define por los intereses de la velada. En San Diego, estudiantes y negociantes se comparten la plaza con las mesas ubicadas en la mitad de la calle; de restaurantes que se instalaron al mismo estilo que en la plaza de Santo Domingo.
En la plaza de los coches confluyen los “desordenados”, los amantes de las salsas clásicas y los que aún visitan tradicionales discotecas del centro de la ciudad. Junto a ellos, los que van y vienen del corralito de piedra, uniendo  con sus pasos al barrio Getsemani y la calle de la Media Luna con el Centro Histórico.
El sector que antes era conocido por ser el foco de la prostitución en la ciudad, ahora es una zona de turistas, hostales y bares que abren a diario.
Getsemani y su Plaza de la Proclamación parecen ser los lugares elegidos por quienes vienen a vivir momentos descomplicados y al son de la música de algún grupo callejero, bailando y bebiendo toda la noche.
Pese a los diferentes matices y formas de pasar el rato, el interés común parece ser uno solo: La diversión.
Muchos la encuentran y muchos desean que a diario haya quienes quieran ponerse en busca de ella, para así sacar provecho y llevar el sustento del día al hogar.