Aburridos dicen sentirse los habitantes del barrio Los Jardines ante las filtraciones de agua en las calles y en los patios de sus viviendas. Por esa razón, a principios del presente año, la Junta de Acción Comunal invitó a funcionarios de la empresa “Aguas de Cartagena”, de la “Oficina de prevención y atención de desastres del Distrito” y de la “Oficina de control urbano” y a la facultad de Ingeniería civil de la “Uni-versidad de Cartagena” para que se percataran de esa anomalía, hicieran el análisis pertinente y arrojaran un diagnóstico y la posible solución. Antes de esa invitación “Aguas de Cartagena”, había hecho presencia en torno a la misma problemática, pero, según parece, el problema de los acuíferos (ojos de agua) es ajeno a las acometidas de agua potable que surten al barrio. Los funcionarios visitaron la Manzana D, cuyos lotes 11 y 12 se encuentran afectadas por las filtraciones, y encontraron que la humedad ha dado cuenta de las baldosas de las salas, de las paredes de algunas recámaras y de los pisos y paredillas de los patios. Al mismo tiempo recorrieron las calles, en donde la característica principal son las hilillos de agua corriendo por los andenes y los charcos que nacen entre las juntas de las plaquetas del pavimento. Ese mismo fenómeno, según Miguel Romero, delegado de la JAC, es el que hace que la avenida que separa a Los Jardines del barrio El So-corro (antiguamente conocida como la vía de la Electrificadora; hoy, “Calle de la lengua”) permanezca mojada y con un charco de aguas ne-gras en su nivel más bajo. La misma permanencia de agua en la vía se presenta en la calle que divide a El Socorro de las antiguas instalaciones de la Policía Vial; y en algunas calles del plan 550 del mismo barrio. El terreno reclama En ese momento, representantes de la facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Cartagena, dijeron que posiblemente el problema obedezca a que cuando se construyeron El Socorro, Los Jardines y demás sectores de esa zona, no se tuvieron en cuenta las escorrentías natu-rales que hacían su recorrido desde las lomas que rodean a esos sectores y descansaban en los terrenos más bajos. “A eso agregaron debe agregársele que estos terrenos contienen arena y piedra caliza, dos elementos altamente conservadores de agua, de manera que cuando construyeron sobre los acuíferos naturales, estas aguas siguieron corriendo internamente, pero ahora brotan sobre el pa-vimento y sobre el cemento de las viviendas, ocasionando las molestias que los vecinos vienen denunciando”. Se supo que en algunas partes los constructores tuvieron el cuidado de convertir en cunetas los causes naturales de las escorrentías para que no se presentaran problemas en el futuro, pero en otras (como en la vía de la Electrificadora) los cauces fueron tapados, impidiendo que el agua corra libremente; y de ahí, los estancamientos de aguas negras. Por construir como sea Voceros de la “Oficina de control urbano del Distrito” informaron que el caso de Los Jardines es “uno de los resultados de la manera como vienen los constructores levantando urbanizaciones en la ciudad, violando las normas y perjudicando no sólo a los usuarios, sino también al Gobierno distrital, que debe enfrentar después las quejas de los afectados”. Los miembros de la JAC, advirtieron que “las autoridades han creado una cortina de humo, diciendo que la avenida de la Electrificadora pasa el año mojada por los vertimientos de las casas y de los tres lavaderos de autos que están frente a Los Jardines, cuando en realidad el pro-blema es de los acuíferos”. Un tema histórico 1995: se detectan las primeras filtraciones. 1996: la JAC inicia acciones ante Aguas de Cartagena, Control Urbano y Personería distrital. 1997: Aguas de Cartagena responde que, por ausencia de cloro, el agua filtrada no corresponde a la suministrada por la empresa. Personería distrital solicita a la Superintendencia de Control Urbano abrir investigación para determinar las irregularidades cometidas por el constructor de Los Jardines. 1998: Ingeominas responde a Control Urbano que los estudios por solicitados no hacían parte del plan operativo anual. Por lo tanto, re-comienda los servicios de los ingenieros de Obras Públicas del Distrito. 2002: la JAC inicia gestión ante Damarena (hoy EPA). Este despacho solicita a Ingeominas un análisis profundo del suelo y el subsuelo, por tratarse de una problemática macro. Damarena sugiere a Aguas de Cartagena coordinar un plan de instalación hacia el alcantarillado para evitar los vertimientos. 2004: el entonces alcalde menor, Ronald Fortich Rodelo, visita el barrio y se compromete a solucionar el problema. 2007: el alcalde Fortich se dirige a la “Oficina de prevención y atención de desastres” y a “Ingeominas”, sin ningún resultado. 2009: la problemática aumentó: hay cinco filtraciones en diferentes puntos del barrio, y la malla vial está deteriorada. Ratas, problema de salud Los habitantes solicitan al “Departamento Administrativo Distrital de Salud” (Dadis), ayuda para controlar la proliferación de animales transmisores de enfermedades como las ratas y los mosquitos, que afectan la salubridad del sector. La JAC hace este llamado para evitar que sigan aumentando las colonias de plagas, que siempre han afectado al barrio, pero que última-mente vienen incrementándose de forma preocupante. “También se reclama la colaboración de los vecinos para tratar de controlar y disminuir la población de mosquitos, porque las medidas rea-lizadas en cada hogar no han tenido el efecto esperado hasta el momento”, declara Miguel Romero, miembro de la JAC. El líder comunal manifiesta que los vecinos deben tomar conciencia sobre la necesidad de evitar la aparición de roedores e insectos ante la llegada de la temporada húmeda. “Si bien se ha solicitado al Dadis que nos ayude mediante campañas de desrratización y desinsectación, somos nosotros mismos quienes debemos poner de nuestra parte manteniendo la casa limpia así como sus alrededores”, dijo Romero. Agrega que se necesita el apoyo del Distrito y de algunos particulares para limpiar algunos lotes enmontados, debido a que en estos sitios se concentran mayoritariamente los nidos de ratas y mosquitos. Señala que es necesario intervenir las diferentes calles y etapas; y de igual manera los estancamientos de agua, incidiendo de forma especial en aquellas zonas donde es más proclive la aparición y presencia de mosquitos y ratas, como pueden ser los sitios donde se concentran las basu-ras y la humedad. Otra inquietud que expresan los moradores se refiere a la necesidad de que se hagan inspecciones a los establecimientos comerciales, como restaurantes, tiendas y negocios informales, para garantizar la buena conservación de los productos alimenticios. La cancha, múltiple abandono La cancha múltiple se encuentra en un lamentable estado de abandono. Según varios moradores, el escenario en la actualidad sólo sirve para albergar a jóvenes que se dedican a consumir sustancias prohibidas, principalmente en horas de la noche. Ese sector de recreación fue construido hace 17 años por la Administración distrital, pero la falta de mantenimiento, sumado al vandalismo y la carencia de sentido de pertenencia entre los deportistas tiene a ese escenario en un grado de postración total, donde es casi imposible reali-zar cualquier deporte. “La cancha era múltiple, y ya no lo es. No se puede jugar baloncesto, porque tumbaron los tableros; tampoco se puede jugar microfútbol, ya que los arcos están destruidos; y muchos menos voleibol”, dicen los miembros de la JAC. Señalan que este año, cuando José Tapias asumió la dirección del Ider, visitó la cancha y se comprometió a refaccionarla mediante un pro-yecto. “Tapias salió del Ider y hasta el momento no se sabe en qué quedó eso. Estamos esperando que el Ider arregle la cancha, porque es la única zona donde la comunidad puede hacer actividad física y recreativa”, expresan los afectados. La cancha urge de un nuevo enmallado, arreglo de porterías para microfútbol y tableros en lo que tienen que ver con el baloncesto; así co-mo de la demarcación, pintura en general y embellecimiento de las zonas verdes exteriores. Un defensor de lo común Héctor Flórez Orozco es la representación de lo que habitantes y demás líderes quieren para su barrio. Lleva 22 años viviendo en Los Jardines y no sólo se le conoce por ser uno de sus fundadores: también es querido entre los vecinos por ser defensor de los intereses comunitarios. “Durante muchos años me he interesado en buscarle solución a los conflictos y problemas que aquejan a mi comunidad; y quizá por eso la gente me estima y me reconoce como uno de sus líderes”, señala Flórez. Comenta que se ganó el liderazgo entre los vecinos, tras librar una lucha con una empresa de servicios que quería apoderarse de terrenos que pertenecen al barrio. “Algunos empresarios quisieron adueñarse de unas áreas que utilizaban como bodegas y oficinas durante su permanencia en el barrio; y, después de un período de 10 años, la Junta de Acción Comunal logró que devolvieran ese espacio a la comunidad”, refiere. Para Héctor, lo mejor que tiene Los Jardines es la convivencia. “Acá hay muchos profesionales como médicos y abogados que ponen sus conocimientos al servicio de la comunidad, socorriendo nuestras necesidades”, expresa. Añade que el barrio adolece de la presencia de autoridad. “No es el principal problema, pero últimamente se vienen presentando casos de drogadicción, que merecen ser atendidos por los organis-mos competentes”. Desde la comodidad de su casa, donde se sienta a escuchar las problemáticas de sus vecinos, Héctor Flórez Orozco aconseja a los otros líde-res del barrio, con el fin de que jalonen mayor progreso y desarrollo social. Dice que en él siempre pueden encontrar a un amigo dispuesto a trabajar por el bien común.
Cartagena
Los Jardines, cuando el agua es el enemigo
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