Cartagena


Triste final de dos laureles

Con frecuencia la flora urbana de Cartagena está en riesgo debido a la falta de conciencia sobre la enorme importancia de tener un buen arbolado que funciona como pulmón de la ciudad.
Dos hermosos y grandes árboles de Laurel fueron talados por completo en la Isla de Manga (Lea: Arte contra arboricidio en Manga).
Las frondas estaban plantadas en los exteriores privados de una casa de esquina, en el Callejón Román con Avenida Jiménez.
Los obreros contratados para esta labor indicaron que los laureles fueron mandados a cortar por el dueño de esa propiedad, previa autorización del EPA (Establecimiento Público Ambiental), porque sus raíces invasivas estaban causando daño a las estructuras y redes húmedas de la vivienda (Lea: Para los árboles en riesgo hay un procedimiento).
En edición lejana de Gente Bahía sobre un caso similar sucedido en Castillogrande, el ambientalista y docente Ubaldo Elles Quintana, consultado por este periódico, corroboraba los motivos que ahora han sido expuestos por el obrero.
Aunque la tala de estos dos árboles causa impacto negativo al medio ambiente de Manga, se admite también que el Laurel es adicto al agua y por consiguiente puede mandar sus raíces a 30 metros y mucho más con el propósito de conseguirla.
Por esa razón las raíces de estos árboles suelen perforar las redes que yacen en el subsuelo, sean tuberías conductoras de agua potable o de residuales, lo mismo que los drenajes.
Es por tanto un error sembrarlos en los centros urbanos, pero por desconocimiento de estas consecuencias el hombre lo sigue haciendo para después incurrir necesariamente en arboricidios como el que acaba de consumarse, cuando el Laurel es de medio boscoso, originario de las selvas primigenias de Cartagena, lo que quiere decir que su hábitat real son los terrenos abiertos y húmedos.
Parte de los gruesos troncos de estos laureles fueron cortados estéticamente en pedazos que terminaron decorando la fachada de un establecimiento comercial del sector.
ABOGAN POR CURACIÓN DE BONGA PATRIMONIAL
Sacramento Bravo de Mejía, del Conjunto Residencial Las Bongas (en la Segunda Avenida de Manga, entre Calles 21 y 22), está en la tarea de conseguir ante el EPA la curación y cicatrización del gran árbol de Bonga que fue escoriado hace tres semanas al recibir el impacto de un vehículo que se estrelló contra sus firmes raíces (Lea: Obligado ‘otoño’ para dos hermosas bongas).
Un dirigente comunal de Manga le entregó la semana pasada a Alex Babilonia, técnico del EPA, un reporte verbal sobre este caso y también la publicación del periódico Gente Bahía respecto al mismo tema, con el objetivo de que asistan pronto al árbol para evitar que alguna plaga ataque su corteza y lo vaya a enfermar, ya que está en esas condiciones vulnerables.
Al parecer Babilonia espera instrucciones de Leobardo Rocha Román, especialista del Área de Flora, Fauna, Reforestación y Parques del EPA, para atender el árbol.
Otros ciudadanos empezaron a acompañar a Sacramento en la misión para proteger esta bonga patrimonial, y varios ciudadanos han planteado la responsabilidad civil que le cabe a la persona que conducía el carro que colisionó contra el árbol, quien vive en este mismo barrio.
ESTACIONADO EN EL TIEMPO
Como si librara una lucha interna por sobrevivir, este gran árbol del barrio Castillogrande (en la Carrera 11 con Avenida Chile) por momentos parece reverdecer, y después parece marchito y desencajado en su propia naturaleza. Hace meses se encuentra en esa condición y es como si se debatiera contra un enemigo oculto.

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