“Guardería de ancianos”, ejemplo de tesón y dignidad

Dicen que el vino entre más añejo sabe mejor. Por lo menos así ven su vida los ancianos del Centro de Vida Las Reinas. Aunque el tiempo ha dejado surcos en sus pieles y un cúmulo de experiencias no tan agradables, no dejan de sonreír. Todos los días un grupo de ancianos es llevado por sus familias para que se encuentren con sus amigos y tengan un espacio para distraerse y realizar actividades que en casa no podrían realizar porque no tienen quien los atienda. Sus tardes transcurren entre los juegos de mesa como el dominó y las labores que entre todos realizan para mantener a flote la casa que los acoge. Algunos hombres siembran legumbres en el pequeño patio que tiene el centro de vida para que luego las señoras, expertas en “cocina criolla”, las preparen como almuerzo de los 100 ancianos inscritos al programa alimentario. “Así nos ayudamos entre todos e intentamos hacerle el quite a la crisis económica. También se estimulan valores como la cooperación y nuestros “viejitos” ponen en práctica lo que conocen de la tierra”, explica Emilse Flórez, directora del Centro de Vida Las Reinas. Y para los “viejitos” es todo un placer porque sienten que vuelven a ser jóvenes siendo útiles para los demás. “Todos los días vengo a ayudar a preparar el almuerzo, y me pone feliz que todos mis compañeros disfruten lo que preparo”, cuenta una de las beneficiarias mientras pica la zanahoria y la remolacha del menú del día, que integra también un arroz de espinaca cosechada en el patio. “Esto tiene su `maña´, y hay que dedicarle el tiempo necesario para que dé un buen fruto”, indica Manuel Mendoza, de unos 80 años y conocido por los miembros del centro de vida como “el hombre de arroz”. Mendoza y otros compañeros atienden la huerta que los alimenta desde hace varios meses, dando fe de sus conocimientos como agricultores.