Cartagena


Los "retenes" le ganaron a la creatividad de los barrios

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ P.

09 de noviembre de 2018 12:04 AM

El próximo domingo el sector 11 de Noviembre, del barrio Olaya Herrera, estará cumpliendo 51 años de fundado.

Ayer, desde temprano, los líderes cívicos se reunieron en su sede comunal de la avenida Pedro Romero, a  darle los últimos retoques a lo que será la programación de celebraciones, empezando por una serenata por todas las calles del sector, desde las 6 de la mañana.

A las 7:30 habrá una misa campal, que durará hasta las 9 de la mañana, cuando se ofrecerá un refrigerio a los invitados especiales.

Seguidamente, se desarrollarán múltiples actividades deportivas, rumba terapia, danzas folclóricas, menciones de honor a los expresidentes de la Junta de Acción Comunal y un concierto con agrupaciones musicales de Cartagena.

Habrá una conmemoración especial en honor de Héctor Pineda Puerta, el primer líder comunal que tuvo el sector y quien, durante su gestión, se preocupó por cultivar en los jóvenes el amor por las actividades culturales y los deportes.

Mientras los residentes del 11 de Noviembre se esmeraban por organizar bien los festejos de su medio siglo, en los barrios aledaños los retenes improvisados con agua, tinturas y otras sustancias eran impuestos por niños, jóvenes y mujeres.

No obstante,  debe aclararse que la instalación de retenes comenzó desde el miércoles en los barrios de las faldas de La Popa, como Torices, más específicamente en el sector John F. Kennedy; en Nariño, Los Comuneros y República del Caribe, según reportaron algunos líderes comunales de esas zonas.

A lo largo de la vía Perimetral, poco antes de las diez de la mañana, personas provenientes de barrios como Boston, La Candelaria, Olaya Herrera y La Esperanza cruzaban cabuyas, y hasta cintas restrictivas, de una acera a otra, con el fin de obligar a los conductores  a detener sus vehículos.

Ante tales obstrucciones, eran varias las paradas que debían hacer los carros y las motos, so pena de ser bañados con alguna de las sustancias que los  atajadores cargaban en baldes y frascos de plástico.

En el caso de los carros, cuando sus conductores hacían señas de que no tenían dinero, alguno de los integrantes del retén disparaba un chorro de un líquido sucio sobre el vidrio panorámico antes de reabrir el paso.

“¡Una monedita, una monedita!”, gritaban las mujeres y los niños, muchas veces exponiéndose en la mitad de la vía y obligando a la frenada en seco.

Desde el inicio de la Perimetral, solo se divisaban grupos obstaculizando la vía, pero ningún disfraz ni ninguna pose creativa, que indujera a dar las tan solicitadas monedas; más bien, actitudes amenazantes que incitaban a la huida.

Fue solo hasta la carrera 17, del barrio San Francisco, donde aparecieron disfraces y la rifa de un televisor desvencijado, a los que sí les llovían monedas desde las ventanillas de los taxis.

En el barrio La María las actitudes amenazantes se fueron reemplazando por grupos que iban de casa en casa ejecutando actos cómicos por algunas monedas, situación que también se repitió en los barrios La Quinta y Lo Amador, aunque en algunas calles internas no dejaban de verse los “negritos” y los niños con botellas de agua azul en las manos.

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