Muchos se acordarán de aquel borracho que era pernicioso y aparatoso, y que la gente evitaba por molestoso, especialmente las mujeres.
Es Luis Javier De La Hoz, el hombre que en su sano juicio cuidaba carros en el sector del Nuevo Hospital Bocagrande. Hoy todavía hace este trabajo (Lea: En Bocagrande, no saben qué hacer con borracho insoportable)
Pues ya está regenerado y con muchas ganas de darle un viraje a su vida, a sus 50 años de edad.
Lleva más de 8 meses quieto y juicioso, capoteando el licor, y cuidándose de no ‘patinar’ nuevamente frente a la tentación de este vicio. Con él hablamos en su informal sitio de labores, la calle (Lea: Querer vivir es lo que importa).
RECUPERACIÓN
“Mi papá me recogió y me dio una nueva oportunidad, me llevó a la Fundación Nuevo Bosque, donde estuve dos meses internado, atendido muy bien por el doctor Ricardo Haydar, psiquiatra. Estoy muy agradecido con él”, relata Luis Javier.
Ante este cambio de conducta, su padre Luis Carlos De La Hoz nuevamente lo aceptó en casa, en el popular barrio San Pedro Mártir, suroccidente de Cartagena (Lea: Continúa pavimentación en calles del barrio San Pedro Mártir).
Eso sí, le hizo la salvedad de que si volvía al desviado camino de antes, le retiraría su apoyo nuevamente, lo que incluye expulsarlo otra vez del hogar.
Pero Luis Javier está en otra tónica, sustraído de su vida pasada, y ahora además piensa en encontrar novia.
“Antes tomaba mucho y no le ‘paraba bolas’ a la casa ni a nada, y a la mujer que me gustaba le llegaba con la botella en la mano, y me decían que cuando yo estuviera bien entonces hablaríamos, y lógicamente cualquier mujer me rechazaba por borracho”, cuenta este cuidador de carros.
Musitando confiesa que está buscando novia, y que le gustan varias y anda en ese trabajo seductor.
Quienes acostumbran a parquear sus carros en la Calle 5, a lo largo de las dos cuadras inmediatas al Hospital Bocagrande, ven en Luis Javier a una persona confiable, pues cuida muy bien de que a los vehículos nada les pase (Lea: Concurrida asistencia a la zona turística en el puente festivo).
Su labor comienza a las 7 de la mañana todos los días de lunes a sábado, y toma viaje de regreso a casa a las 6 de la tarde.
Logra reunir a diario 15.000 pesos en promedio, por propinas de la gente que le confía el cuidado de sus autos.
“Todos confían en mí, porque yo les cuido muy bien los carros, la gente me conoce mucho y me preguntan cómo me va, o si estoy juicioso”, comenta De La Hoz.
Desde que este hombre se alejó del licor, concurre todos los domingos, su día de descanso, a una iglesia cristiana del barrio España. “Desde las 9 de la mañana hasta mediodía estoy allá, y eso me gusta”.
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