Colombia


Así se planeó atentado contra Gustavo Petro y Piedad Córdoba

COLPRENSA

09 de julio de 2012 08:52 AM

La Opinión habló en exclusiva con uno de los hombres que participó en la planeación de los atentados, que hoy ya están en investigación en la Fiscalía.
El testigo, quien está refugiado en Venezuela, decidió revelar los detalles tras percatarse de que él también sería asesinado una vez cumpliera con su siniestro encargo.
El domingo el secretario privado de Petro, Jorge Rojas, denunció en Bogotá que los esquemas de seguridad del Alcalde de Bogotá fueron reforzados por el Gobierno Nacional, tras conocer planes para atentar contra su vida.
En el exclusivo patio de una fuente de soda del centro de Neiva (Huila) se cuadraron los detalles más relevantes del plan para matar a la exsenadora Piedad Córdoba y al alcalde de Bogotá Gustavo Petro.
Era un domingo. En el sitio solo se escuchaban claramente las voces de los supuestos sicarios y, a muy bajo volumen, el ruido de una canción cualquiera.
De los 338.000 habitantes de la ciudad, solo dos hombres y una mujer serían la columna vertebral del atentado contra el actual alcalde de Bogotá y contra la exsenadora, insignia de la izquierda de Colombia y de los procesos de liberación  de secuestrados que en los últimos años pactó las Farc con el Gobierno nacional.
Eran las 5 de la tarde de ese 6 de mayo. Sobre una mesa del patio, los presuntos participantes del complot tenían varias cervezas, con las que acompañaron la improvisada conversación de al menos tres horas.
Uno de esos participantes, que tendría la misión de jugar el papel de distractor el día del atentado, habló con La Opinión desde su refugio en Venezuela –a  donde llegó huyendo de las amenazas– para contar cómo se fraguó el plan que acabaría con las vidas de Petro y de Córdoba.
El testigo aseguró que por la cabeza de la mujer del famoso turbante rojo y de Petro pagaban una buena suma de dinero. “$1.000 millones”, dijo. Los tres se miraron ante la tentadora oferta.
Entonces, manifestaron su interés por el atentado y comenzaron a surgir los interrogantes: ¿cuánto dinero nos toca a cada uno?, ¿cómo vamos a ejecutar la vuelta?, ¿qué día se va hacer?, ¿en dónde? Según el testigo, el hombre que los contactó y que los citó en esa fuente de soda, es quién estaría detrás del atentado.
“Se trata del sargento retirado Hernando Medina Camacho”, indicó el testigo. “Lo conozco desde la infancia. Sé dónde vivió en su juventud y conozco las personas con quienes la pasaba”.
Fue el mismo Medina Camacho –según cuenta el testigo–quien lideró la reunión y quien, además, les explicó los pormenores del supuesto plan.
Medina Camacho es sargento retirado del ejército. Nació en Neiva el 3 de abril de 1957. Es casado y tiene varios hijos. Ese hombre de 1.74 centímetros de estatura, moreno y cabello lacio fue condenado a 43 años de prisión por el asesinato del excongresista Manuel Cepeda Vargas.
A pesar de haber sido juzgado por la justicia ordinaria, el sargento retirado terminó pagando parte de su condena en una guarnición militar. Sin embargo, por una acción interpuesta por el senador Iván Cepeda, fue trasladado a una cárcel ordinaria, donde según información de organizaciones de derechos humanos, sólo pagó 8 años por el crimen del líder de la Unión Patriótica.
El testigo asegura que esa tarde-noche Medina le dijo a él y a sus secuaces que cogería 500 millones de pesos por el trabajo. La otra parte del dinero se repartiría en sumas de 200 millones de pesos para los otros dos participantes y 100 millones de pesos para logística.
El siguiente paso en el retirado patio del establecimiento de Neiva fue distribuir las funciones de los actores más importantes en el atentado.
“Solo escuché las funciones de tres personas”, reiteró el testigo. Uno debía portar unas granadas para que, al estallarlas a tres cuadras del lugar del atentado, hubiera pánico, se cumpliera el objetivo y escapara sin complicaciones. El otro se encargaría de atacar directamente a Córdoba.
Pero, ¿quién va a ser?, preguntó uno de los hombres. Para esa hora, la luz del día se había ido y la noche trajo consigo la respuesta: “una mujer”, le escuchó decir el testigo a Medina Camacho.
“Les aclaró que ellos jamás sabrían quién era la mujer, ni la mujer sabría de ellos, y que él se iba a encargar de cuadrar cada detalle”, recordó.
Medina, según el testigo, manifestó que la mujer se encargaría de hacer el trabajo de inteligencia e indicar el momento adecuado para dar el golpe.
SEGUIMIENTO A PIEDAD
La entrada en juego de esta mujer ya había sido, sin embargo, decidida. La exsenadora del partido liberal le confirmó a este diario que el pasado 15 de abril tuvo, sin darse cuenta, su primer acercamiento con ella.
En esa fecha, Córdoba viajó a Neiva al lanzamiento del movimiento Marcha Patriótica. En la ciudad, se reunió con sus simpatizantes en la Facultad de Medicina de la Universidad Surcolombiana. En el alma máter, varias mujeres le manifestaron su apoyo e incluso una le entregó una tarjeta para hacer contacto y precisar sus peticiones.
Esa mujer había sido previamente elegida por el organizador del complot para registrar cada uno de los pasos de la exsenadora.
Según Córdoba, ese 15 de abril le pareció un día normal. Sin embargo, varias semanas después, cuando sostuvo una conversación con el testigo, se quedó fría cuando este le narró en detalle todo lo que ella hizo en ese viaje al Huila.
“Él sabía todo lo que había hecho yo en ese viaje, y me indicó que esa mujer me entregó una tarjeta con un chip para hacerme seguimiento y avisar mi localización”, aseguró Córdoba.
Por esta coincidencia, Córdoba asegura que le dio total credibilidad a la versión del supuesto atentado, e inmediatamente salió del país.
En el plan para matarla, agregó vía telefónica, se emplearía  un complejo sistema de rastreo tecnológico, lo que les permitiría no fallar en la contundencia del ataque.
La exsenadora aseguró que las investigaciones apuntan a que un equipo de exmilitares pretende acabar con su vida, al igual que lo hicieron con Manuel Cepeda. (Lea aquí Piedad Córdoba dice que quieren acabar con su vida)
Esta afirmación, incluso, deja entrever la posible participación del sargento primero retirado del Ejército Hernando Medina Camacho, quien estaría comandado por fuertes opositores a los ideales de la abogada de la universidad Pontificia Bolivariana.
Según Córdoba, en una de sus conversaciones para recibir las versiones libres de los paramilitares presos en Estados Unidos, Don Berna le mencionó a Medina Camacho.
Córdoba también le confirmó a La Opinión que actualmente en la Fiscalía se adelanta una investigación sobre este complot para acabar con su vida. Fuentes de la Fiscalía le confirmaron a este diario que el CTI está en proceso de recolección de pruebas para iniciar una investigación.
UNA LLAMADA MISTERIOSA
La entrega de la tarjeta con el chip a Córdoba también hizo parte de la puntual conversación, que según el testigo, tuvo Medina Camacho en el patio de la fuente de soda de Neiva.
“A los presentes nos entregó todas las indicaciones. Incluso, aseguró que tras el atentado cada uno tomaría su rumbo y pasados por lo menos 15 días nos volvería a contactar para darnos nuestra parte económica del trabajo”, recordó el testigo.
Eso sí, les habría dicho Medina, tienen que estar disponibles siempre, porque en cualquier momento toca improvisar la operación. “La mujer nos dará la orden de atacar, de acuerdo con los pasos de ‘Patriótica’”, como identificaban a la exsenadora. Puede ser en carretera, en la calle, en su casa…;”, se le escuchó decir al vocero en la reunión.
La única salvedad manifestada a los que llevarían a cabo el atentado fue “que no salga mucha gente afectada. No queremos víctimas inocentes”.
En la mesa dónde se desarrolló el encuentro, Medina Camacho tenía tres teléfonos celulares. Por uno de ellos, atendió una llamada.
La conversación telefónica fue puesta en altavoz y “un hombre dijo: Omega, la orden ya está dada. Ya sabe, nada de cabos sueltos”.
Fue precisamente esa frase lapidaria la que alertó al testigo, quien inmediatamente entendió que después de cumplir con su tarea, lo asesinarían. Por esa razón, decidió salir del país buscando su  seguridad.
¿EN DÓNDE ESTÁ MEDINA?
El encuentro para cuadrar el plan delictivo habría finalizado pasadas las 7 de la noche. Ese domingo fue la última vez que el testigo vio a Medina Camacho.
Sin embargo, precisó que en dos ocasiones anteriores ya había tenido oportunidad de estar cerca de él. La primera fue a finales de diciembre de 2010. “No intercambiamos palabra alguna”. Esta afirmación puede ser cierta, toda vez que el exmilitar pagó su primera condena de 8 años por asesinar al congresista Manuel Cepeda desde 1996 hasta finales de 2004.
Sus actividades ilícitas lo privaron nuevamente de la libertad el 20 de mayo de 2005. El Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado de Bogotá le dictó nueva condena por concierto para delinquir. Esta pena la cumplió hasta el 16 de mayo de 2007 en la cárcel de Picaleña en Ibagué (Tolima).
Así las cosas, para finales de 2010, cuando fue observado, según corroboró el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), el exmilitar estaba en libertad y es probable que haya recorrido las calles de su natal Neiva sin inconvenientes.
También es posible que el testigo lo haya visto, por segunda vez, en las fiestas de San Pedro en 2011 en esa ciudad. La celebración se desarrolló del 17 de junio al  4 de julio.
Estaba en una moto, en la que generalmente ha sido visto, con un casco bien cerrado, que le permite ocultarse mejor.
La fecha que no cuadra con los registros del Inpec sobre Medina Camacho tiene que ver con el día en que supuestamente estuvo planeando el atentado.
El testigo refirió que la reunión en la fuente de soda de Neiva se desarrolló el pasado 6 de mayo. Para esa fecha, según confirmó el Inpec, el sargento retirado permanecía detenido en la cárcel La Picota de Bogotá, vinculado a una investigación por concierto para delinquir y tráfico de estupefacientes.
“A la Picota ingresó el primero de noviembre del año pasado. Esta sindicado de nuevos delitos. Tenemos su registro de entrada a la prisión y aún permanece detenido”, aseguró un vocero del Inpec, quien pidió reserva de su nombre.
Dicha reclusión no necesariamente pudo ser un impedimento para que Medina, el cerebro del supuesto complot, liderara la reunión en Neiva.
Al respecto, en febrero del año pasado, representantes del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y de la Comisión Colombiana de Juristas denunciaron públicamente que algunos condenados, como Medina Camacho, “salían de su lugar de reclusión con la anuencia de sus superiores” a cometer actos delictivos.
Esta información fue confirmada por el senador Iván Cepeda, quien ha hecho un juicioso seguimiento al asesino de su padre.
El senador aseguró que mientras Medina Camacho pagaba cárcel en una guarnición militar por el crimen, salió en repetidas ocasiones para seguir delinquiendo.
Varias fuentes  y documentos confirman que  mientras pagaba prisión por el crimen de Cepeda, Medina Camacho continuó trabajando como agente de la inteligencia militar hasta el 14 de julio de 1999. Ese día, estando supuestamente preso, Medina se encontraba entre los soldados que participaron en una operación realizada por el Ejército que acabó con el asesinato de otro soldado, el teniente José Simón Talero.

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