Conductor del exministro Londoño murió como un héroe

En la mañana del 15 de mayo, José Ricardo Rodríguez salió de La Calera, Cundinamarca, rumbo a Bogotá donde se desempeñaba como conductor del exministro Fernando Londoño, a quien transportaba en una camioneta blindada.
Hacia las 9 de la mañana habló con Adriana, su esposa, una llamada rutinaria que le hacía para que ambos tuvieran la tranquilidad de que todo marchaba bien. Sin embargo, cerca de las 10:30 a.m., cuando ya había recogido al exministro y transitaban por la calle 74 con Avenida Caracas, un atentado contra Londoño acabó con la vida de este conductor.
William Ramírez, primo hermano del conductor, tuvo que llevar a su hijo a una cita médica a 4 cuadras del lugar de los hechos. Se enteró de la tragedia cuando llegó a la sala de espera y vio las noticias en un televisor.
Con desazón llamó a su primo, José Ricardo, el tono de apagado le hizo presentir lo peor. Horas después se enteró que uno de sus seres más queridos había sido destrozado por un artefacto explosivo, que pretendía arrebatarle la vida al exministro Fernando Londoño.
José se había convertido en la persona de confianza de Londoño desde la época en que éste dirigió la cartera del Interior. En ocasiones cuando el trabajo mermaba, Ramírez y Londoño conversaban acerca del futuro de Brayan Ramírez, el exministro le había prometido de manera cariñosa a su mano derecha que le  iba a ayudar con la educación de su hijo.
Justo a finales de este semestre el hijo del conductor, con la ayuda del exministro, pensaba entrar en la Universidad Piloto de Colombia a estudiar Ingeniería de Sistemas.
En sus tiempos libres, Ramírez jugaba fútbol, además no se perdía un solo movimiento de su equipo favorito, Millonarios, lo había seguido en sus decepciones y en sus triunfos.
Cuenta su primo William que una semana antes, cuando celebraban el cumpleaños de su esposa, José le habló, al calor de unos tragos, sobre el riesgo que corría la vida del exministro. “El ministro era un tipo muy amenazado, tenía muchos enemigos”, dijo William.
José, como si intuyera lo que iba a pasar, le dijo a su primo que si algún día le pasaba algo a Londoño, seguramente se iba a tratar de “los Orejuela”.
Hoy con el dolor de haber perdido a un ser querido y con lágrimas en los ojos, William le hace un llamado a los asesinos de su primo: “están haciendo las cosas de manera equivocada, esa no es la forma de hacerse notar. Si fueron las Farc, más odio no pueden acumular en las familias colombianas, es terrible que acaben la vida de seres humanos tan valiosos. Si fue algún cartel de narcotráfico ellos saben que están pagando por las cosas que hicieron mal, esto no tiene ninguna justificación”.
Ahora la familia de José Ricardo espera la entrega de su cuerpo y así despedir a quien califican como un ser muy alegre, ejemplar, trabajador, buen padre y esposo.