Esta semana los ojos del mundo se fijaron en Honduras por cuenta de un incendio terrible. Desde el papa Benedicto XVI, que expresó sus condolencias a las familias de 365 muertos, hasta el más común de los humanos, se condolió por la tragedia que provocaron las llamas en el penal de Comayagua. Su Santidad “eleva fervientes sufragios al Todopoderoso por el eterno descanso de los difuntos”, se lee en uno de los apartes de las condolencias entregadas por el máximo jerarca de la Iglesia Católica.
El caso alertó a los sistemas penitenciarios del mundo entero. La ONU, a través de Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, dijo que la situación problemática de los reclusorios en Latinoamérica obedece, en su mayoría, al hacinamiento.
“El mayor problema de las prisiones en Latinoamérica es la superpoblación. Las prisiones albergan un 30 por ciento más de prisioneros de lo que deberían, pero en muchos casos se llega hasta el 100 por ciento (de más), lo que facilita las tragedias”, dijo Rupert Colville, portavoz de la citada Oficina.
De allí que se hayan encendido las alarmas – nuevamente - por un tema ampliamente conocido en Colombia: el hacinamiento el cual, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), entregadas en diciembre pasado, ya alcanza el 33 por ciento. Razón suficiente para que la preocupación sea fundada.
Una de las voces de alerta fue la del representante Iván Cepeda, quien calificó la situación como “una bomba de tiempo”, por lo que elevó un llamado ante el Gobierno para que se tomen las medidas pertinentes en aras de mejorar las condiciones de permanencia de los internos en los diferentes centros carcelarios.
“Lo hemos dicho en repetidas oportunidades: en Colombia hay cárceles que son bombas de tiempo. Los niveles de hacinamiento, el nivel de desprotección con respecto a las políticas penitenciaria y carcelaria, hacen que la situación sea alarmante en materia de derechos humanos”, dijo el representante.
¿Seguridad o prevención?
Aunque en Colombia no se recuerda una tragedia similar a la de Comayagua, sí se han presentado casos de conflagraciones al interior de las celdas de los reclusos. Uno de los más recientes ocurrió en la cárcel de Ternera, en Cartagena, en 2008.
En esa oportunidad Jorge Eliécer Granados Urdaneta, de 23 años, fue víctima de las llamas luego de que un compañero de celda, frustrado, al parecer, porque no lo trasladaron, le prendió fuego a una colchoneta mientras otros presos dormían.
“Allí siempre ha sido un inconveniente tratar de establecer algún plan de choque para actuar en caso de una emergencia, no hay disposición por parte de las directivas del penal para ello. Ni siquiera sabemos si hay extintores”, dijo un integrante del cuerpo de Bomberos de Cartagena.
Situación similar sucede en Bogotá, donde el contacto con los integrantes de Bomberos es prácticamente nulo de parte de los penales que hay en la capital de la República: La Modelo y La Picota, para hombres, y El Buen Pastor, para mujeres.
Tal situación nos hace pensar, de nuevo, en Honduras. Allí, el jefe de ese cuerpo de socorro, Leonel Silva, les manifestó a los medios locales que los guardias de la penitenciaría les impidieron el ingreso, porque pensaron que el incidente sería excusa para una fuga.
Si a eso se suma el testimonio de los reos sobrevivientes, se hace urgente pensar que en Colombia es necesario revisar los planes de mitigación y evacuación en los penales nacionales, sin descuidar, obviamente, la seguridad para evitar escapes de detenidos.
Sostiene Fabricio Contreras, preso hondureño, que las puertas que de la sección de las celdas dan a los patios estaban cerradas y que nadie les abría. Por su parte, José Rivas, también interno de esa cárcel hondureña, dijo que vio a sus compañeros pegados a las rejas tratando de salir, “pero que se quedaron allí pegados y quemados”.
El hacinamiento
La cárcel de Bellavista, en Medellín, tiene capacidad para 2.224 internos. Actualmente tiene una población cercana a las 7.100 personas. Es una construcción antigua que no cumple con los estándares de sismorresistencia y que sufre de varios problemas estructurales, de acuerdo con los entes de control de la capital antioqueña.
“Lo de Honduras, sin duda, prende las alarmas y es un mensaje para que desde el Inpec se revisen los planes de evacuación y, de ser necesario, se actualicen. No solo para la cárcel de Bellavista, sino para otros centros penales del país”, dijo Jairo Herrán, personero de Medellín.
En ese lugar, además, dijo que los pocos extintores que hay no son suficientes para atender a la población carcelaria. De hecho, reveló que la próxima semana hará una visita al reclusorio para establecer si esos elementos cumplen con la normatividad exigida por los organismos de socorro.
“Las situaciones de riesgo son altas en Bellavista. Por ejemplo, los días de visita cuando llegan familiares casi se duplica la cantidad de gente en ese lugar y donde llegue a ocurrir una emergencia podría pasar algo similar a lo de Honduras”, reiteró Herrán.
Todo el tema de prevención, sin duda, nos lleva a pensar en hacinamiento y de allí volvemos los ojos a Honduras donde las autoridades señalaron que estaban recluidos 800 internos en una cárcel cuya capacidad es para 250.
Colombia
El hacinamiento impide planes de prevención en cárceles
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