Colombia


La sucesión de Naranjo, prioridad para la seguridad nacional

COLPRENSA

21 de abril de 2012 12:01 AM

Después de 36 años de vida uniformada, de trabajar con siete presidentes en ocho periodos constitucionales, de ganar el reconocimiento como el ‘genio’ de la inteligencia policial, de cosechar el cariño casi unánime de los colombianos y de cinco años al frente de la Dirección Nacional de la Policía, el general Óscar Naranjo confirmó que se retira el próximo mes de julio.El estilo inusitado de renuncia abre un periodo de más de dos meses de interinidad en el principal cuerpo armado civil de Colombia, que se empezaría a cerrar si el presidente Santos confirma pronto el nombre del sucesor, pero que podría generar fracturas internas si una indecisión se mantiene por un lapso prolongado.
La salida la oficializó el presidente Juan Manuel Santos el jueves a las 4:47 p.m., pero el general la había presentado por primera vez, según fuentes consultadas por Colprensa, en diciembre del año pasado. El presidente no la aceptó, pero desde entonces quedó claro que el final de la carrera policial de Naranjo estaba cerca.
Sin embargo, hasta en estos últimos pasos en la dirección, el general ha sido fiel a su fama de reservado y táctico, pues en cuatro meses el rumor no se filtró, tanto que la decisión de esta semana tomó desprevenidas a algunas de las personas con las que más comparte, como ex ministros y exoficiales, que incluso le habían preguntado desprevenidamente horas antes por su eventual retiro, no encontrando otra respuesta que la que hizo oficial siempre: “Todavía faltan dos años y medio en el cargo (este periodo de Gobierno) o hasta cuando el presidente decida lo contrario”.
Por supuesto, al conocerse de manera imprevista la salida, empezaron a circular rumores sobre las razones. Las declaraciones de Naranjo han sido claras en afirmar que se trata de un ciclo natural cumplido y que no es sano para la Policía como institución prolongar su estadía en la dirección, frenando el ascenso de los oficiales de cursos inferiores. Así mismo, reconoció tener ofertas de trabajo, entre ellas una del gobierno mexicano (envuelto en una sangrienta lucha contra el narcotráfico), pero aseguró no haber concretado algo para su futuro.
Pero en voz baja empiezan a circular voces que dicen que también hacen parte de sus motivaciones para pedir ahora el retiro la sensación del deber cumplido y la necesidad de irse del servicio con una imagen en alto, un cansancio que ya estaba reflejando primeros síntomas de malestares físicos y hasta el nacimiento de algunas grietas en la línea de mando policial, justamente por el tema de la sucesión.
EL LEGADO DE NARANJO
Esa última posibilidad es la que más debe preocupar a Naranjo, ya que su dirección, prolongada por más de un quinquenio, tuvo el sello de haber hecho una purga al interior de la Policía hasta el punto de transformarla y sentar una línea dura, pero de confianza y de respeto, senda que el General no está dispuesto a que sea abandonada.
Un ejemplo que deja bien en claro ese ‘sello Naranjo’ lo dio el liberado sargento José Libardo Forero , quien dijo públicamente que al regresar de más de 10 años de secuestro encontró una Policía completamente distinta y la descripción que hizo de ella, así como sus palabras de admiración hacia el general Naranjo, provocaron lágrimas en el alto oficial.
Así que la definición del sucesor se ha convertido en una prioridad para la seguridad nacional. El principal nombre que figura para reemplazarlo es el del jefe de seguridad del presidente Santos, general Luis Gilberto Ramírez Calle, justamente uno de los hombres de línea dura, cercano a los operativos que culminaron en golpes grandes contra la estructura de las Farc, la delincuencia común o las bandas criminales.
Aunque el nombre de este general es el que más suena, hay quienes agregan al sonajero los del actual director de seguridad ciudadana, general Rodolfo Palomino, y del subdirector, José Roberto León Riaño.
Cualquiera que sea el elegido tendrá que encontrar la manera de que dentro de la Policía no surjan (o al menos no se hagan visibles) divisiones, disgustos, diferencias de estilo o francos enfrentamientos, como sí se han visto en otros cuerpos armados del Estado.
Analistas de seguridad se apresuran a señalar que la estructura que deja el director saliente garantiza que no habrá un “despelote” en la institución, pero dicen que su salida sí podría evidenciar diferencias entre ‘líneas’, que deben existir, pero no han encontrado maneras de hacerse públicas.
Sobre esa posibilidad, sin embargo, el experto en seguridad Alfredo Rangel estima que la salida del general Naranjo no debería provocar gran traumatismo, ya que en la Policía hay suficiente personal bien preparado: “Por importante que sea la figura de liderazgo de una  persona en una institución, ésta tiene que tener capacidad de relevo, de la cual depende su permanencia. De hecho, el éxito de la gestión del general Naranjo también se verá corroborado por la seguridad de tener un relevo a la altura”.
LAS TAREAS PENDIENTES
La agenda de trabajo para el próximo director general, la está dejando escrita el propio Naranjo. En su discurso de despedida ante los medios, dijo que una de sus mayores frustraciones durante su gestión fue la de no poder contener el asesinato de policías. Según sus cuentas, en Colombia matan a un integrante de su institución cada 36 horas.
Y sobre grandes golpes a la delincuencia, el aún director de la Policía dice que pese a haber golpeado a las estructuras del narcotráfico uno de sus grandes retos es la captura de Daniel ‘El Loco’ Barrera, al punto de ponerse la meta de atraparlo antes de que se vaya en julio: “La captura del ‘Loco Barrera’ es mi obsesión y espero dar ese golpe en los dos meses que me quedan”.
En el trabajo contra las Farc, también hay una tarea inmediata bien subrayada: abatir o capturar al jefe de la Columna Móvil Teófilo Forero, Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, alias ‘El Paisa’. Contra este cabecilla la Policía Nacional desplegó hace cinco años una operación que ha permitido quitarle a sus principales lugartenientes. ‘El ‘Paisa’, no obstante, ha escapado. La última vez, en febrero de este año.
EL FUTURO DE NARANJO
“Mi única aspiración es que cuando dé un paso al costado, mi institución haya ganado la total confianza de todos los colombianos y la mayor eficacia para combatir el crimen. Lo que he recibido es mucha generosidad. Lo tengo todo, el amor de mi esposa, de mis padres, de dos hijas, tengo el afecto de los colombianos y un cariño enorme de cada policía por mí. No tengo nada más que pedirle a la vida”. La frase la entregó Naranjo en entrevista dada a Colprensa en diciembre pasado, cuando empezó a hablar sobre qué piensa de su futuro tras la salida de la dirección.
Para sus próximas metas, lo que parece tener más claro es que no intervendrá en la política de elecciones, pese a las esperadas voces pidiendo que sea candidato presidencial: “El ejercicio de la dirección de la Policía es básicamente político, pero institucional y no partidista; en ese sentido todas mis actuaciones están en el marco de la política de Estado. La que no me atrae es la política electoral, eso quisiera ratificarlo”.
En cambio, ansía volverse gradualmente un ciudadano normal: “Sueño con un día a día de vida tranquila. Esta obligación hace que uno en un día experimente demasiados contrastes, demasiadas emociones contradictorias de dolor, alegría, frustración, éxito, derrota y quisiera tener la vida un poco más tranquila y sosegada. Volver por lo elemental es mi sueño, poder caminar por la ciudad sólo y tranquilo”.
Es difícil imaginarlo tranquilo por cualquier calle. No porque su calidad ciudadana no se lo permita, sino por las enormes medidas de protección que deberá tener una vez deje la vida uniformada. Él, sin embargo, cree que le llegará esa oportunidad: “Confío en que será así. Si no soy capaz, después de tantos años de policía, de asegurar unos mínimos de respeto por mi vida y una protección de todos los colombianos hacia mí, habré fracasado. Sueño con ser un hombre de a pie”.
 

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