Colombia


Llegó la hora de un revolcón militar en el país

EL UNIVERSAL

13 de septiembre de 2010 12:01 AM

A un nuevo combate se enfrentan hoy las Fuerzas Militares colombianas: demostrar que la seguridad en el país no está en ‘jaque’. Los recientes ataques de los grupos armados ilegales han revivido el temor en el territorio nacional a lo que muchos denominan una resurrección de la capacidad bélica de las guerrillas. Incluso con el último golpe, que se registró el pasado viernes en la zona de San Miguel, Putumayo, donde un hostigamiento de las Farc dejó ocho policías muertos y cinco uniformados heridos de gravedad, el Gobierno no tuvo más salida que reconocer la necesidad de aumentar el pie de fuerza para combatir a los grupos ilegales. Y aunque los cerca de 38 uniformados muertos, 28 de ellos policías, que han dejado estos ataques de las organizaciones criminales, entre las que se suman el ELN que reactivó sus acciones, ya motivaron a las Fuerzas Militares a buscar una nueva estrategia de guerra, el país se pregunta si lo ocurrido en los últimos días se debe a el fortalecimiento de los grupos subversivos o al declive en la operatividad de la fuerza pública. GUERRA DE GUERRILLAS Para los analistas del conflicto armado, la oleada de golpes a las tropas del Ejército y la Policía se explica en el cambio de conducta de los grupos al margen de la ley. Una nueva estrategia a la que las Fuerzas Militares deben acomodarse. Y es que las Farc han recurrido a las formas más primitivas del combate. A una guerra de guerrillas con campos minados y emboscadas que sin requerir grupos grandes de combatientes golpean el pie de fuerza en el país con Unidades Tácticas de Combate, UTC, que no cuentan con más de seis hombres. “El grupo ilegal pasó de una guerra de grandes maniobras, con las que afectaron duramente a las Fuerzas Militares, a estrategias defensivas. Lo que debe atacar el Gobierno es la capacidad de ocultamiento y atemorización que tienen las Farc dentro de sectores que antes estuvieron bajo su control”, sostiene el director de la Fundación Seguridad y Democracia, Alfredo Rangel. De acuerdo con fuentes de inteligencia militar, las Farc han extendido en gran parte del territorio nacional las llamadas fuerzas especiales que operan a través de los ‘pisasuaves’. Este tipo de grupos corresponden a guerrilleros livianos de peso, que visten de negro, andan descalzos y se arrastran en terrenos empinados para propiciar ataques silenciosos a diferentes objetivos militares del territorio nacional. Gran parte de los miembros de esta nueva táctica guerrillera fueron entrenados por el Comando Conjunto Central, en Tolima. Desde ese departamento, los guerrilleros reciben lecciones para infiltrar a las Fuerzas Militares y manipular profesionalmente artefactos explosivos, que con la dirección de uno o dos hombres causan daños cualitativos y de gran impacto para las estructuras del Ejército y la Policía. El País conoció que actualmente la presencia de estos insurgentes se concentra en el suroccidente del país, principalmente en los municipios de Nariño. En ese sentido, la expansión de aquellas fuerzas especiales se constituye en uno de los pilares del nuevo comportamiento bélico de grupos ilegales como las Farc. Las mismas cifras demuestran la transformación en sus acciones militares. Según los datos del Observatorio del Conflicto Armado de la Corporación Nuevo Arco Iris mientras en el 2003 el 31% de las acciones bélicas de las Farc involucraron el uso de explosivos, para el año pasado este porcentaje aumentó al 52% y se estima que el 2010 culmine con un comportamiento similar. Asimismo, en el 2008 se contabilizaron 421 campos minados, casi el doble que en el 2008, que contó con 231. El comandante general de la Fuerzas Militares, almirante Édgar Augusto Cely, se apoya en estas cifras y asegura que el comportamiento que hoy tienen las Farc es una muestra de su debilidad y cobardía. “Ya no tienen la capacidad militar de antes, entonces con actos pequeños y emboscadas quieren dar una sensación de inseguridad en el país. Al tiempo que necesitan hacer creer que son fuertes, justo cuando también están hablando de paz”, indicó el Comandante. El punto es que esa falta de credibilidad en la Seguridad Democrática que buscan los grupos subversivos sí ha tenido eco en el país en los últimos días. Uno de los aspectos que más preocupa a la ciudadanía y además se convierte en un campanazo de alerta para el Gobierno es el hecho de que en Caquetá, un departamento que se creía controlado, se registre un golpe tan fuerte como el ocurrido el pasado fin de semana, cuando catorce policías cayeron en campos minados. Sin embargo, para expertos como Camilo González Posso, coordinador de Indepaz, no es sorprendente que en las zonas donde se habían concentrado los mayores esfuerzos del Ejército y la Policía sigan teniendo una presencia considerable los grupos ilegales. De hecho, el analista sostiene que con la Seguridad Democrática el Gobierno sólo logró recuperar el 20% del territorio en Caquetá, principalmente en las cabeceras urbanas. “Aunque con el Plan Patriota se lograron avances gracias a la presencia de las Fuerzas Militares, lo cierto es que después de los ocho años de mandato de Álvaro Uribe hay muchas partes de la región donde aún no puede llegar la Policía. El reciente ataque es sólo una expresión de la realidad”, sostiene el analista González Posso. Pero el comandante de la Policía del Caquetá, coronel Jaime Moreno, insistió a El País que la situación está controlada y la muerte de los policías no se traduce en una pérdida de autonomía en la zona. “El ataque de las Farc contra los nuestros miembros corresponde a un acto cobarde porque utiliza un factor sorpresa, como los campos minados, pero a pesar de ello nosotros seguimos trabajando para contrarrestar cualquier otra acción”, aclaró Moreno. Sin embargo el conteo de muertes no se detiene. Durante el 2008 en la zona cayeron cinco policías en hostigamientos de las Farc y en septiembre de este año ya son catorce los muertos, casi el triple. En Putumayo también es evidente el aumento de los golpes a la Fuerza Pública. A raíz del ataque del pasado viernes la cifra de policías muertos en lo que va corrido del 2010 por combates con las Farc en esta región aumentó a doce, diez más que en el mismo periodo del 2009, según el coronel Orlando Polo, comandante de la Policía del departamento. “A pesar del reciente ataque hemos avanzado mucho en el control del territorio, por ejemplo en las vías mantenemos un alto pie de fuerza y eso se traduce en que también le hemos propiciado golpes a las Farc. Este año hemos dado de baja a once guerrilleros y se han capturado a otros trece”, sostiene el coronel Moreno. Según expertos en inteligencia militar la fuerte ofensiva de la guerrilla a la Policía se explica en la forma cómo se organizan sus miembros, pues se mueven en unidades más pequeñas y por eso son más fáciles de golpear. Asimismo, fuentes de los organismos de seguridad sostienen que las bases permanentes que utilizan los policías en las zonas rurales es otra de las razones por las cuales se han convertido en un blanco de ataque muy vulnerable. UNA RESURRECCIÓN ANUNCIADA Desde 2009 sectores del país hablaban de un inevitable fortalecimiento de las guerrillas, a pesar de los golpes propiciados por las Fuerzas Militares en el 2008. Por eso analistas descartan que la arremetida de las Farc se haya intensificado sólo a partir de agosto de este año, con la llegada del gobierno de Juan M. Santos. “No es que se fue Álvaro Uribe y la seguridad decayó. El aumento de los actos bélicos es una tendencia que inició hace aproximadamente catorce meses. Entre enero y diciembre del 2009 las acciones militares se incrementaron en un poco más del 27% con respecto al mismo periodo del año anterior”, explicó el analista Ariel Fernando Ávila. Y para este año la tendencia sigue en ascenso. De acuerdo con el experto entre enero y junio del 2010 se registraron 1.020 hostigamientos de las Farc, casi 200 más que en el mismo periodo del 2009, cuando se contabilizaron 825. Pero lo que más preocupa a los organismos de seguridad del país es la supuesta alianza que se estaría tejiendo entre grupos armados como las Farc y el ELN, que en años anteriores habían protagonizado una dispuesta a muerte. El mismo comandante de la Policía de Nariño, coronel William Montezuma, aseguró que el atentado contra la sede del DAS en Pasto, que dejó doce personas heridas, se debe a una reactivación del ELN con el apoyo de las Farc. Según el analista León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, desde el año pasado estas organizaciones anunciaron un cese a los enfrentamientos entre ellos para iniciar trabajos conjuntos en algunas zonas. “No creo que sea tan fácil que ellos puedan superar esa guerra que tenían, pero lo que sí es claro es que en regiones como Nariño, Cauca y algunas partes del Norte del Santander se han aliado para dar fuertes golpes”, explicó el experto. Aunque para algunos expertos en seguridad como Camilo González Posso estas alianzas no son muy fuertes y podrían romperse con facilidad, precisamente por la lucha de las Farc y el ELN por acaparar cada vez más territorios. Por el momento el país está a la espera de un ‘revolcón’ militar que logre contrarrestar la sensación de inseguridad que hoy se percibe en el territorio nacional. Y es que para algunos analistas los golpes que han propiciado las organizaciones subversivas se deben más a errores tácticos de la Fuerza Pública que a un fortalecimiento de estos grupos ilegales. “Las Farc pueden tener una gran fuerza por la cantidad de dinero que reciben del narcotráfico y por su ventaja en la utilización de armas de bajo costo y gran impacto como las minas, pero es claro que no tienen la capacidad militar de hace 45 años, sentenció Jonh Marulanda. Según este consultor internacional de Seguridad y Defensa, es urgente que la Fuerza Pública utilice las ventajas que tiene sobre las Farc como el manejo del campo aéreo y su pie de fuerza. Las cifras del Ministerio de Defensa indican que este año las Fuerzas Militares cuentan con 437.955 hombres, casi 30.000 más que en el 2009. Mientras que las Farc pasaron de 18.000 hombres a un promedio de 8.200. Incluso, fuentes de inteligencia militar sostienen que actualmente el grupo subversivo mantiene activos unos 64 frentes, pero cerca del 75% de estas estructuras no alcanzan a tener cien hombres.

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