“Rodolfito” tenía cara de niño, sin bigotes y aunque portaba insignias no ostentaba ningún rango o grado específico, dijo el viernes el mayor de la policía Guillermo Solórzano, de 35 años.
Hasta le pintó una cadenita en el tobillo izquierdo, como la que le había puesto la guerrilla a él, era su compañero de juegos y de caminatas, dijo en una entrevista a radio Caracol
El oficial quedó libre el miércoles, cuando las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) lo entregaron en una zona del suroeste del país a una comisión humanitaria encabezada por la exsenadora Piedad Córdoba.
En primer año de cautiverio estuvo solo y los rebeldes, tal como han narrado otros ex rehenes, tienen instrucciones de no hablarles.
“Yo psicológicamente me estaba afectando. Lo único que se me ocurrió fue con un pedazo de uniforme viejo hacer un muñeco, llenarlo de (tela de) espuma y hablar con ese muñeco... al principio ni yo mismo me lo creía”.
Lo llamó “Rodolfito” porque era el nombre del amigo imaginario de su única hija, Sofia. Dijo que juntos jugaban a los “parqués (juegos de mesa)... orábamos, escuchábamos radio, lo abrazaba cuando me llegaban los mensajes” de parientes por programas radiales dedicados a los secuestrados”.
Describió la relación con “Rodolfito” similar a la que el personaje de Tom Hanks tiene en la película El Náufrago con un balón de voleibol marca Wilson. “Cuando hablaba con el balón... fueron situaciones que me sirvieron para que en alguna forma adaptarla a la terrible circunstancias que estaba viviendo, para poder salir adelante y mantenerme vivo y luchar contra el sedentarismo y sobre todo con el silencio de esos guerrilleros”, dijo el policía.
Ese silencio se intensificó luego de intentar fugarse en julio del 2007, un mes después de ser retenido, y aunque no dio detalles de por qué fracasó ese escape, dijo que desde entonces los rebeldes le colocaron una cadena adicional: además de la del tobillo, una en el cuello.
Los rebeldes al principio rechazaron que tuviera el muñeco y le dijeron que no le creerían su intento de hacerse pasar por loco. Después se lo aceptaron y lo acompañó en los largos recorridos entre los campamentos de las Farc en diferente puntos del país.
Le decía: “Bueno Rodolfo nos tocó marchar, vamos a haber cuántos días son, métase en esta bolsa y cuando llegue le voy a sacar”, contó Solórzano.
Dijo que el día más feliz “entre comillas” de su cautiverio fue cuando llegó al campamento donde estaba el cabo del ejército Salín Antonio Sanmiguel Valderrama, de 27 años, cautivo desde mayo de 2008. “Era otro ser humano, igual que yo, del mismo equipo, quería abrazarlo”, aseguró. los dos fueron liberados el mismo día.
El policía contó que el muñeco se lo iba a quitar la guerrilla una semana antes de su liberación pero que él mismo antes de entregárselo lo desbarató y sabía que era sólo un instrumento que le sirvió para sobrellevar el tiempo de soledad.
Colombia
Mayor Solórzano dice que un muñeco fue su compañía en el cautiverio
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