Miguel Ángel murió de tristeza

El domingo cuando el sol se ocultó, Miguel Ángel Castro Solano, el humilde hombre que horas antes había trasladado el cadáver de su esposa en una carretilla hasta el Cementerio de Soledad, por no tener plata para las exequias, se puso muy triste y no quiso ni comer. Lo que hizo el anciano fue sentarse en un sillón, posiblemente a recordar a Mónica, la mujer que esperaba un hijo suyo al momento de ser sorprendida por la muerte debido a un ataque de epilepsia. Y fue así, sentado y dormido que el hombre de 78 años murió, sólo pocas horas después del fallecimiento de su cónyuge. Los vecinos, al tener conocimiento de lo ocurrido, manifestaron que había muerto de tristeza al no soportar la ausencia de su compañera sentimental. Un hijo de Miguel Ángel al llegar a la humilde vivienda a ver a su anciano padre, fue quien lo encontró sin vida ayer a las 6 de la mañana. PRECEDENTES Un día antes el reciclador recorrió medio municipio de Soledad con el cadáver de su mujer dentro de una carretilla. Al llegar al Cementerio Nuevo buscando quien lo ayudara con el sepelio de su mujer, le dijeron que no podían hacerlo porque no tenía un documento que confirmara las causas del deceso del ama de casa. Miguel Ángel tuvo que declinar de sus intenciones y fue cuando tristemente dijo: “Lo único que quería era enterrarla”. El cuerpo de Mónica, finalmente, fue trasladado a Medicina Legal donde se establecerán las causas de su muerte. El anciano llevaba siete años conviviendo con su joven mujer, quien tenía 32 años de edad al momento de morir. Tuvo un hijo con ella que murió a los pocos meses de haber nacido y uno más venía en camino. De una unión anterior Miguel Ángel Castro Solano deja cuatro hijos residentes en diferentes barrios de la ciudad.