Narcos colombianos ahora sí prefieren una cárcel en EE.UU.

El pasado viernes, durante la Cumbre de Ministros de Defensa de Unasur, el designado director de la Policía Nacional, general José Roberto León Riaño, lanzó una advertencia a los capos colombianos: “o se entregan o los capturamos”. Esos son los dos caminos que deben escoger quienes tengan cuentas pendientes con la justicia por delitos relacionados con el narcotráfico.
No obstante, y a raíz de la entrega de alias de ‘Comba’ o ‘Combatiente’, cuyo verdadero nombre es Javier Antonio Calle Serna, al parecer los capos prefieren entregarse a la justicia norteamericana que a la colombiana. Según Hugo Acero, analista en seguridad, los temas de corrupción y de seguridad son las partes más débiles de nuestro sistema judicial y esa sería una de las razones de ese sometimiento.
Pero para contextualizar la realidad hay que remontarse al pasado y mirar una década de sucesos violentos en los cuales este personaje era catalogado como uno de los sicarios más temidos del Cartel del Norte del Valle aunque su jerarquía en ese grupo alcanzaba la de un narcotraficante de segundo nivel  que vivía a la sombra de los grandes capos.
A partir de ese momento comenzó para él una carrera llena de silencios, escándalos, asesinatos y persecuciones. Y fue a finales de enero de 2008 que ‘Comba’ asesina a Wílber Alirio Varela, alias ‘Jabón’, su jefe inmediato en una cabaña del estado Mérida, en Venezuela. A partir de allí, se convirtió en el nuevo cabecilla del Cartel del Norte del Valle y crea el grupo ‘Los rastrojos’.
FAMILIA DE NARCOS
La estructura narcotraficante de la familia Calle Serna está conformada por tres hermanos caqueteños. Javier Antonio, de 42 años; Juan Carlos, de 38, y Luis Enrique, de 34.
Debido a la muerte de Varela estos hermanos se hicieron cargo de todas las rutas del narcotráfico por el Pacífico y de los contactos con los carteles mexicanos. Por ello, ‘Comba’ pasó de ser alguien que se encontraba a la sombra de otros a convertirse en el máximo jefe de una organización que traficaba cada mes toneladas de cocaína hacía Estados Unidos y Europa.
OPERACIONES EXITOSAS
En toda lucha criminal y de narcotráfico se llevan a cabo operaciones de alta envergadura bajo el sigilo y el camuflaje de los informantes e infiltrados. Bajo esta modalidad, la Policía Nacional ha capturado en operaciones directas desde 2006, por lo menos 3.900 integrantes de ‘Los rastrojos’ a nivel nacional. De igual forma, las autoridades sostienen que 36 capos fueron detenidos en el exterior.  De la misma manera, desde el año pasado se han capturado a 276 personas solicitadas en extradición, de las cuales 229 han sido entregadas a las autoridades extranjeras.
No solo basta con tener elementos de inteligencia sino, además, es imprescindible contar con investigaciones exhaustivas que arrojen resultados concretos. Dichas pesquisas han permitido la expedición de unas 20 órdenes de captura con fines de extradición en contra del anillo más cercano a los hermanos ‘Comba’, así como la incautación de al menos 15 toneladas de clorhidrato de cocaína en entregas controladas, que acercaron a la Policía y a la DEA a los movimientos de la organización.
Es en este ámbito que Jhon Marulanda, consultor internacional de seguridad y defensa, indica que con la entrega de los capos de estas organizaciones criminales se generarían dos situaciones. “La primera, una transición de poder que conlleva una nueva violencia que se puede derivar para llegar al poder de estas estructuras”, explica Marulanda al tiempo que recuerda que cada vez que alguien se entrega hay un nuevo brote de violencia por la lucha de poderes.
Como segundo punto, el analista advierte que “estamos quedando en manos de las autoridades norteamericanas en materia de lucha contra el narcotráfico puesto que el sistema jurídico norteamericano es mucho más pragmático que el colombiano y ese sistema permite que personas que son capturadas puedan negociar información por reducción de penas y por otras facilidades”.
A juicio de Marulanda, mientras en nuestro país la captura y la condena a un capo del narcotráfico se demora entre 5 y 6 años, en Estados Unidos toma unos pocos meses. Esto a cambio de que el capo revele quiénes son los integrantes y proporcione información de mayor valor para combatir el problema.
Es por ello que la extradición resulta ser un negocio muy atractivo para estos capos, ya que por razones eminentemente pragmáticas se entregan primero a las autoridades norteamericanas porque tienen la posibilidad de que no atenten contra sus vidas al interior de las cárceles y tienen la oportunidad de sanear su prontuario, sobre todo con Estados Unidos y en algunos casos poder recobrar su libertad en corto tiempo.
LA CAPTURA
La presión de la Policía en el país en contra de la organización de los Calle Serna dio como resultado la captura de 16 de familiares y colaboradores. Ese mismo cerco sería el que, al parecer, llevó a Javier Antonio a entregarse a los funcionarios de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) en Aruba.  La entrega se dio luego de varios meses de negociación, y a la luz de estrictos protocolos exigidos por las autoridades norteamericanas, quienes también colaboraron con Colombia en varias de las operaciones que permitieron asestar los más importantes golpes contra banda criminal de ‘Los rastrojos’, liderada por los Calle Serna.  Casi inmediatamente después de su sometimiento, alias ‘Comba’ fue trasladado a Nueva York, donde es requerido por una Corte del Distrito Este de esa ciudad por concierto para importar y distribuir narcóticos.  En este contexto Hugo Acero, afirma que “los narcotraficantes anteriormente decían que preferían una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos. Hoy en día prefieren un juez norteamericano en Miami o en Florida a que sean dados de baja por enfrentamientos con la fuerza pública en el país. Se está presentando que de acuerdo a la información que entreguen tendrán penas muy bajas”.
Además, indica que en el sistema colombiano las prácticas “son menos pragmáticas, pero con muchas debilidades principalmente en temas de seguridad.  Cuando se tumbó la extradición y los jueces colombianos los juzgaron no solamente los amenazaron sino que los asesinaron”.