Colombia


Tareas pendientes para el nuevo embajador de EE.UU. en el país

COLPRENSA

16 de mayo de 2010 12:01 AM

Un TLC sin aprobar y una significativa reducción del presupuesto del Plan Colombia, son puntos que deja sueltos el Embajador de Estados Unidos en el país, William Brownfield, tras tres años de gestión. Si bien desde el inicio de su labor se destacó por su facilidad para relacionarse con todos los sectores de la sociedad y logró conectarse con la inmensa mayoría de los colombianos gracias a su singular sentido del humor, para los analistas, Brownfield dejó los puntos más importantes sin resolver, que ahora serán prioridad para su sucesor. Cuando el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha informado sobre la llegada al país de un nuevo representante diplomático, las apuestas giran en torno al rumbo que deben tomar las relaciones bilaterales. Justamente esta semana el Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Jaime Bermúdez, informó sobre la creación de un comité para im-pulsar la agenda bilateral con los Estados Unidos. Desde Washington, afirmó que la creación del comité o "Caucus" para impulsar las relaciones, es otro símbolo de amistad entre las naciones. ACIERTOS Y DESACIERTOS Desde el 31 de agosto de 2007, cuando arribó a Bogotá tras la designación del ex presidente George Bush, ‘Bill’ –como es conocido por sus amigos más cercanos- se caracterizó por su sentido del humor y por el empeño en conocer cada una de las regiones del país. Ese es quizá el valor más destacado del saliente Embajador, quien en cada uno de sus viajes intentó conocer en detalle el estilo de vida de los habitantes. "Logró la aceptación en muchos sectores con un estilo muy particular, que a unos les gustaba y a otros no. Pero independientemente del exce-so de humor, recorrió el país y fue amable en muchas cosas", considera la ex senadora liberal Cecilia López, miembro destacada de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado. Brownfield inició su labor en Colombia tras venir de Venezuela y Chile, donde hizo la última parte de su larga carrera diplomática. Durante sus dos primeros años de gestión, las relaciones con el país del norte pasaron por uno de sus mejores momentos. PROPÓSITOS Desde el principio se mostró optimista con el fortalecimiento que tendrían las relaciones entre los países e incluso llegó a asegurar que bajo su trabajo como diplomático se lograría la firma del TLC. "Ese será un jonrón (empezando a apelar a sus símiles beisbolísticos) y yo voy a estar en el plato esperando cuando se anote esa carrera", señaló en septiembre de 2007, cuando apenas llevaba en Colombia un mes. Sin embargo, las cosas no le salieron así. Después de muchos “ires y venires”, el acuerdo comercial sigue estando en un “punto muerto”. Para el ex canciller Augusto Ramírez Ocampo, la esencia de la relación binacional durante su estadía en Colombia estaba muy relacionada con el éxito que pudiera tener la aprobación del TLC. Al no lograrla, "es evidente que la gestión se fue empañando". "Mientras esto ocurría en Colombia, que se supone que es un aliado estratégico de los Estados Unidos, en Perú se aprobó el tratado que empe-zó mucho más tarde que el nuestro. Por lo tanto, en ese aspecto la gestión de Brownfield ha terminado inconclusa", señala Ramírez Ocampo. En este sentido resaltó el papel que puede desempeñar Michael McKinley, actualmente representante de Washington en Perú y quien fue pre-sentado por Obama como posible nuevo embajador. Según el ex Canciller, es un hombre con experiencia en la diplomacia, que entiende mucho de la realidad latinoamericana. "Eso nos ayudará a ver en qué estamos fallando y cómo podemos acercarnos comercialmente a EE. UU.", dice. REDUCCIÓN DE FONDOS A los puntos sin cumplir, se sumó la disminución de los fondos anuales destinados al Plan Colombia. Hasta el año 2007, el Legislativo de ese país entregaba 630 millones de dólares anuales. Ahora la cifra se ha reducido a 465 millones de dólares por año. Lo más delicado del tema, según Ramírez, es que el programa "ya entró en un ocaso grande" y de seguir así, pronto llegará a su final. "Ha sido prematura la terminación o disminución de este programa, que es importante para la sostenibilidad de la lucha contra el narcotráfico, tema que tanto interesa a los Estados Unidos". Con él coincide Cecilia López, quien asegura que el próximo Embajador debe apostarle a "coordinar" la política antidrogas de ambos países: "Mientras nos intentamos mover hacia una libe-ralización del tema de la droga, para empezar a tratar a los drogadictos como enfermos, que es lo que ha dicho el Presidente Obama, aquí seguimos por el lado de condenar y castigar a los que de alguna manera son enfermos. Las cosas deben cambiar", señala. Al igual que el ex canciller, López cuestiona la "poca representación" de Brownfield en esta materia y destaca la ayuda que puede prestar McKinley. Como un acierto, la Senadora y el ex Ministro destacaron la reciente reactivación de la figura de los Cuerpos de Paz. A su juicio, la ayuda humanitaria de civiles estadounidenses en Colombia permitirá "estrechar los lazos" de hermandad bilateral. "Los años 60 (cuando vinieron los cuerpos de paz por primera vez) no son el Siglo XXI. Nosotros hemos evolucionado para bien, pero también para mal en algunos sectores (...) hay que cuadrar bien el programa y será de gran ayuda", resalta la congresista liberal.

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