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El reto de preservar el espíritu de la Constitución

Un compromiso para defender la integridad de la Constitución de 1991, firmaron ayer en la Casa Nariño, representantes de las tres ramas del poder público durante la conmemoración de los 20 años de haber sido promulgada la Carta Política.Tal compromiso representa una voz firme de oposición al reformismo desatado casi in-mediatamente entró en vigencia la Constitución, y que a juicio de muchos exconstitu-yentes, exmagistrados y dirigentes políticos, ha dado lugar a cambios inconvenientes en la Carta.
Hay más o menos un consenso en que las tres reformas más dañinas hechas a la Consti-tución han sido la reelección presidencial, el cambio en el reparto de las regalías y el régi-men de funcionamiento de los partidos, pero no hay duda de que en otros aspectos igual-mente se ha desvirtuado su esencia.
También el compromiso firmado por las cabezas de los tres poderes es una voz de preo-cupación por las reformas que de aquí en adelante pueda sufrir la Carta, entre ellas la que intenta cambiar radicalmente el concepto de la tutela y restringir su utilización.
El propio presidente Santos reconoció ayer que la tutela es el único mecanismo que se ha mostrado eficaz para proteger los derechos de las personas, y muchos tratadistas constitucio-nales defienden incluso que se aplique para re-visar sentencias basadas en criterios ilegales o caprichosos.
Y es positivo que Santos defienda la tutela porque en este momento es el mejor argu-mento para desvirtuar la acción vandálica, violenta y criminal de los grupos armados ile-gales, en nombre de una supuesta justicia so-cial.
Por supuesto, algunas reformas a la Constitución han sido benéficas y se encaminaron a corregir los errores explicables que pudieron cometerse al redactar los principios de nuestra norma máxima.
El reto durante sus 20 años de vigencia ha sido el mismo que sigue de aquí en adelante: preservar el espíritu de pacto social con que nació la Carta, que garantiza la inclusión y la participación colectiva en la toma de las gran-des decisiones nacionales.
Hay que reconocer que la tutela, y todos los mecanismos de participación ciudadana como las acciones populares y las acciones de cumplimiento, han cimentado poco a poco la convicción de que es posible para el ciudadano común defender sus derechos fundamentales sin importar que hayan sido vulnerados por sectores poderosos.
También debe admitirse que se establecie-ron requisitos y condiciones realistas y demo-cráticas de participación política, aunque mu-chas de ellas todavía no han logrado dar frutos en la eliminación de los vicios arraigados.
La Constitución de 1991 es un compendio de principios que consideran como el centro de la vida nacional al ciudadano como persona y no a las instituciones.
Todavía falta desarrollar algunos de sus principios fundamentales, en normas prácticas y útiles que los detallen y reglamenten en la vida cotidiana.
Por eso, la mejor manera de conmemorar los 20 años de la Constitución es comprome-ternos a preservar su esencia de pacto social y estatuto de inclusión y participación.

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