El reto del gobierno: trabajar articuladamente

Esta semana hubo ruidos en los medios de comunicación con la supuesta o real salida del encargado de la Unidad de Consolidación, del Departamento para la Prosperidad Social (DPS); lo que se decía era que se le había solicitado la renuncia (con cualquier tipo de justificación) porque se necesitaba nombrar allí un funcionario de representación política, pero al margen de ello surgía igualmente un tira y afloje acerca de dónde debería estar situada esta unidad de ejecución, si en el (DPS) o en el Ministerio de Defensa.
Lo anterior plantea una interesante reflexión a propósito de la importancia de la coordinación en la ejecución de las políticas públicas –obviamente asumiendo que las mismas hayan sido formuladas de manera adecuada y respondiendo a la racionalidad tecno-política del momento-. Parece obvio que la Consolidación, dentro de la racionalidad de su formulación, es un tipo de acción del Estado en áreas que han sido críticas por la presencia del conflicto interno armado y la ausencia del Estado, o en el mejor de los casos su sola presencia militar-policial, por lo tanto podría pensarse que lo obvio es que estuviera en el Ministerio de Defensa, sin embargo, parte del sentido y probablemente del éxito de la consolidación es justamente la presencia del Estado civil –por llamarlo de alguna manera-, es decir de jueces, maestros, médicos, quienes hagan caminos e infraestructura de transporte, etc, lo cual evidencia que debería estar situada en una unidad administrativa como la actual. Pero esto requiere que haya una buena coordinación entre Ministerio de Defensa y Unidad de Consolidación para trabajar secuencial y coordinadamente pero con autonomía de sus espacios.
Ahora bien, es verdad que casi siempre los altos funcionarios responsables del Estado, son de representación política, sin embargo, eso no impide que por momentos buenos técnicos puedan estar como responsables de unidades de ejecución de políticas públicas y mucho más si éstas son estratégicas para una política pública, en este caso la de seguridad y defensa. Claro, la tentación de darles utilización político-partidista siempre está presente, pero hay que tener cuidado que esto no se haga a cambio de sacrificar la eficacia y la eficiencia de la acción pública. Sé que en el gobierno hay funcionarios altamente competentes, pero no sobra una reflexión en esa dirección.
Especialmente, porque similar situación se pudiera presentar con el nuevo Ministro Consejero para el diálogo social, porque si no hay una adecuada coordinación con otros Ministerios muy sensibles como Agricultura, Trabajo, Educación, Salud, Medio Ambiente, podrían presentarse ‘cortos circuitos’ asociados a una inadecuada coordinación operativa, por supuesto, partiendo de la base de que ya existe un apropiado conocimiento acerca de los roles y competencias de cada uno y un director de orquesta, que es el Presidente, que les define y precisa las partituras. Algo similar podría presentarse entre los distintos componentes del gobierno que van a interactuar con la Mesa de Diálogo en el exterior y la acción pública permanente en el país.
Y sin duda, esto es fundamental, no sólo porque es la manera de aumentar la eficacia del gobierno, sino porque a propósito de las conversaciones con la guerrilla, en un tiempo relativamente corto si todo sale bien, podemos entrar en escenarios de postconflicto armado, donde es fundamental que la capacidad de gestión del gobierno se potencie para dar respuestas a demandas sociales represadas, que han estado en la base del conflicto interno armado, pero sobretodo resolver los déficits de espacios de interlocución y diálogo social permanentes entre el Gobierno y los diferentes sectores sociales.