"Le llegó la hora a Colombia", dijo en dos enfáticas ocasiones Juan Manuel Santos, el Presidente número 59 de la historia republicana del país para rematar el discurso con el cual tomó posesión de su cargo. Durante los 66 minutos precedentes, el mandatario elegido como candidato del Partido de La U y favorecido con más de nueve millones de votos, hizo un resumen de la forma como espera que se desarrolle su administración y puso las bases del que ha llamado el Buen Gobierno. Entre la cantidad de temas que tocó hubo tres que llamaron especialmente la atención y que marcan diferencias radicales con los postulados del Gobierno de Álvaro Uribe Vélez durante los ocho años pasados. El primero de ellos es la posibilidad de dialogar con los grupos armados: "La puerta del diálogo no está cerrada con llave"; el segundo, el de la concordia con la Rama Judicial del poder público; y el tercero, el deseo de restablecer la normalidad con todas las naciones vecinas, en especial con Venezuela: "Prefiero el diálogo directo y ojalá lo más pronto posible (…;) Vamos a respetar, para que nos respeten (…;) La palabra guerra no está en mi diccionario". QUEDA ABIERTA LA POSIBILIDAD DEL DIÁLOGO DE PAZ Aunque en buena parte de su discurso Juan Manuel Santos ratificó que los grupos irregulares seguirán siendo combatidos sin descanso mientras continúen con sus tácticas terroristas, sí resulta novedosa la posibilidad de que haya un eventual diálogo, especialmente porque el Presidente Uribe cerró de manera tajante cualquier vía en ese sentido y sólo le apostó a la derrota militar de los grupos guerrilleros. Santos, por supuesto, aseguró que los combates proseguirán: "Mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan a los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos, sin excepción, con todo lo que esté a nuestro alcance". Pero más allá de esas condiciones, elementales del respeto al Derecho Internacional Humanitario, la frase del discurso del Primer Mandatario recién posesionado deja un campo amplio de maniobra, ya que, no incluyó en su listado de exigencias una cesación absoluta de las acciones armadas ni una condición previa de desmovilización ante las autoridades. Así que el nuevo Gobierno bien podría trazar caminos para acceder a la propuesta de diálogo hecha por el propio jefe máximo de las Farc, ‘Alfonso Cano’, o aceptar algunos de los planes de reconciliación que han esbozado la Iglesia Católica colombiana o gobiernos extranjeros amigos. DIÁLOGO DIRECTO CON LOS PAÍSES VECINOS El segundo tema en que Juan Manuel Santos marcó una diferencia con el Gobierno que acaba de terminar es en el campo de las relaciones internacionales, en particular con países vecinos, cuya normalidad ha sido alterada por la acción de la guerrilla a través de las fronteras con Venezuela, Ecuador y Brasil. El Gobierno de Álvaro Uribe se despidió en confrontación abierta con el de Hugo Chávez, de la vecina Venezuela, al punto de que el último acto oficial como Primer Mandatario consistió en demandar a su homólogo ante la Corte Penal Internacional y a su gobierno ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esa polarización creó una expectativa grande acerca de la forma como Santos recompondría las relaciones. Incluso, el presidente de Brasil, Luiz Inacio ‘Lula’ Da Silva, y el ex presidente de Argentina, Néstor Kirchner, llegaron a su ceremonia de posesión con sendos mensajes de Chávez. Más audaz de lo que podría esperarse, Juan Manuel Santos anunció que prefiere el diálogo directo, por lo que no serían necesarias ese tipo de mediaciones y que quiere solucionar los problemas bilaterales en el menor tiempo posible. Por eso, la primera semana de Gobierno, su equipo económico irá a la zona de frontera (especialmente a Cúcuta) para empezar la recuperación de la economía afectada por los líos diplomáticos, y también una de las primeras tareas fundamentales recaerá en la canciller María Ángela Holguín, quien anunciará de qué manera se intentará reiniciar las relaciones con Venezuela y con Ecuador, hoy suspendidas por decisión de esas dos naciones. LAS RELACIONES CON LAS ALTAS CORTES Uno de los pocos anuncios puntuales y con fecha definida que incluyó Santos en su discurso de posesión fue la cita pactada para el próximo martes con los magistrados de las altas cortes. De ese tamaño es la importancia que el nuevo Presidente le otorga al regreso de la concordia entre el poder Ejecutivo que él encabeza y el Judicial, que ha dicho sentirse maltratado con frecuencia durante el último cuatrienio. La única manera de fortalecer a la justicia, dijo Santos, es "cimentar esta relación armónica", necesaria para que se "afirme la fe de los colombianos en su sistema judicial y que se reafirme lo plasmado en la Carta Constitucional de 1991 en la Justicia y los Derechos". Las palabras del Primer Mandatario acompañan los primeros pasos que ha dado el nuevo Ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, quien también se trazó como objetivo recomponer esos lazos y dijo, en entrevista con Colprensa, que el nuevo Gobierno no sólo respetará las decisiones judiciales, sino que incluso, "ni siquiera las comentará". Esos tres capítulos, el de las relaciones con la Rama Judicial, el de los contactos con los países vecinos y el de la posibilidad de un diálogo para poner fin al conflicto armado, marcan un nuevo estilo de Gobierno, quizás reflejado en una de las frases en que más hizo énfasis Santos en su discurso: "Llegó la hora de enterrar los odios".
Política
Juan Manuel Santos volvió a marcar distancias en su discurso de posesión
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