Los cuatro minutos de Uribe y Chávez

El salón de Retiro para Presidentes estaba dividido por un arreglo floral. Al lado izquierdo, los mandatarios acaban de terminar el almuerzo. En el salón derecho, las comitivas de seguridad hacían lo mismo. Eran aproximadamente las 4:20 de la tarde del lunes 22 de febrero de 2010. El presidente Álvaro Uribe había alistado unas pequeñas fichas de su exposición para que los efectos del embargo comercial de Venezuela fueran más organizados y se hicieran "de la manera más respetuosa", como informaron fuentes oficiales. Tan pronto terminó, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pidió el derecho a la réplica. Estaban uno frente al otro, cara a cara, a unos dos metros y separados por una mesa de madera. Chávez comenzó a subir el tono de su intervención diciendo que desde Colombia se planeaba matarlo con 300 paramilitares y que Uribe lo mandaba a insultar en los periódicos nacionales. Mientras los demás presidentes guardaban silencio, incluyendo a Uribe, el venezolano dijo enérgico: "Yo me voy de aquí". El anuncio cayó como una tempestad. El presidente Uribe se puso de pie y le contestó también enérgico: "Sea varón y quédese a discutir de frente". Mientras agitaba su brazo derecho, se arreglaba las gafas y golpeaba la mesa, le dijo a Chávez que el tema era para hablar de frente y no mandando mensajes a 2.000 kilómetros de distancia. Chávez se frenó en seco. Se quedó callado y volvió a sentarse. Ya el presidente de Cuba, Raúl Castro, le había dado dos golpecitos en el hombro para calmarlo. Algo similar había hecho con Uribe el presidente de República Dominicana, Leonel Fernández. Alertados por el ruido, dos miembros de la comitiva colombiana se habían pasado a la zona de los presidentes. Los guardias de seguridad mexicanos bloquearon de inmediato el acceso al salón y los cerca de 20 miembros de la comitiva venezolana reclamaron al ver a los colombianos junto a Uribe. Ante eso, éstos prefirieron salirse para evitar problemas. El ambiente había subido y a Chávez incluso le pasaron un pañuelo para secarse el sudor. El anfitrión, el presidente de México, Felipe Calderón, pidió hacer un receso de 5 minutos. Ya habían pasado 4 minutos de tensión. Encabezados por la llamada troika, República Dominicana, México y Chile, los representantes de los países que integran el Grupo de Río crearon un acuerdo para que los dos gobiernos cesen las intervenciones públicas que hagan daño y que se conforme un grupo de países, personalidades e instituciones, para que ayuden a superar las diferencias. Primero llamaron al presidente Uribe, le plantearon la idea y estuvo de acuerdo. Luego él salió y llamaron a Chávez, quien también dijo que estaba de acuerdo. Uribe tenía prevista una reunión con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien no estuvo en el almuerzo. El mandatario ecuatoriano lo espero unos 30 minutos y comprendió más la tardanza cuando se le explicó lo sucedido. Muestra del mejoramiento de las relaciones, incluso dijo que no había problema y que era un gusto recibir a Uribe. Todo se manejó con tanta diplomacia, que cuando el presidente Calderón salió a dar una rueda de prensa en la que habló de la necesidad del diálogo en la región, nadie sabía a qué se refería. En la tarde, el presidente Fernández tampoco quiso dar detalles a la prensa y solo se limitó a explicar que "avanzamos en producir una disminución de las tensiones entre Colombia, Venezuela y Ecuador. Ha habido un diálogo muy constructivo en esa tensión, por lo menos hemos observado la buena disposición, el ánimo y la voluntad política de distintos actores para avanzar en esa dirección". Luego fue el presidente Uribe quien dijo que por respeto al acuerdo con Venezuela, no iba a referirse más al tema. Y así lo ha hecho hasta ahora.