Política


“No vine a buscar chamba”: expresidente Samper Pizano

JUAN M. SÁNCHEZ GÓMEZ

05 de noviembre de 2012 08:46 AM

En su reciente visita a Cartagena, el expresidente Ernesto Samper Pizano dijo que siente dolor por la Heroica, que la considera su segunda ciudad, y que ve que está estancada.En una amena charla reconoció que Cartagena y Bolívar tienen líderes que pueden sa-car adelante al Corralito de la situación en la que está sumida.
El expresidente, quien en principio no quiso referirse casos particulares, a la situación del Alcalde y la actual interinidad, dio a conocer sus puntos de vista en cuanto a la ciudad.

¿Cómo ve a Cartagena?
Lamentablemente percibo que Cartagena está estanca-da, teniendo todas las posibilidades de ser una de las ciudades globales de la región Caribe. Tiene muchas posibilidades con la apertura de los tratados de libre comercio, el desarrollo de la refinería, que genera empleos y es la base del desarrollo de la petroquímica. Es la ciudad que más visitantes extranjeros recibe después de Bogotá y tiene el mejor y más eficiente puerto del país, pero está creciendo por debajo del promedio nacional. Debería tener una visión de ciudad, No hay derecho a que esas posibilidades no se vean correspondidas con su liderazgo.

¿A qué se debe este estancamiento?
Pienso que hay líderes, pero falta la visión de región, de ciudad. En otras regiones del país, la clase dirigente se identifica alrededor de unas metas comunes, y aquí no se encuentra esa visión. Se los comió el día a día.

¿Cómo salir de esta dificultad?
Se necesita un esfuerzo de los dirigentes a todo nivel para identificar prioridades de desarrollo de Cartagena y Bolívar, y que se pueda separar el logro de mediano plazo de las metas de la coyuntura diaria.

¿Le suena la Alcaldía?
(Entre risas). No me suena ni estoy buscando chamba en este momento. Acá hay tantas personas que podrían representar adecuadamente a la ciudad y pueden hacerlo bien. Las condiciones internacionales son inmejorables.  

¿Hay muchos intereses de la clase política?
La ciudad tiene unas características que la hacen sui géneris. Tiene los mayores pesos de los estratos populares dentro de la votación, lo que lleva a que las prioridades de Cartagena tengan que ver con la orientación en lo social. Al margen, este voto pesa mucho.

¿Por qué pasa factura?
Voy a pasar una pequeña factura porque cuando estuve en la presidencia, una de las ciudades más favorecidas fue Cartagena. Se comenzó la vía Mamonal – Gambote, se terminó la vía de Los Contenedores, se construyó el puente Alejo Durán, se empezó la carretera de la Depresión Momposina, el aeropuerto de Mompox, el plan de aguas (Bocana), inaugurada por el presidente Pastrana.
Se atendió la Circunvalar y la Ciénaga de la Virgen, la recuperación de la bahía, el Canal del Dique. Se invirtió en la restauración histórica de Cartagena (Teatro Heredia, Castillo San Felipe, Bocachica). Esta es una ciudad que se merece todo, así como que su clase dirigente depon-ga sus intereses políticos o económicos y estructuren una visión de región, y escoja a sus dirigentes en función de futuro, no en función de sus exigencias inmediatas. Cartagena tiene que empezar a abrir un proyecto de región y de ciudad.  

¿Qué significa que la Costa pasó del pecado a la virtud?
Con los TLC, los cachacos se dieron cuenta que los pecados que cometía la Costa ahora son virtudes. Hace 30 años decían que la Costa era un nido de contrabandistas, hoy día se le llama a este tipo de negociación libre comercio. Decían que eran cuevas de cambio y compra venta de dólares, agiotistas; hoy es libertad cambiaria. Hay que aprovechar este espacio para que la ciudad tenga liderazgo internacional.

¿Se debe volver escoger a dedo a los gobernantes?
Hay que abrirle camino a que en una ciudad no solo son sus políticas sociales, también es su desarrollo cultural, productivo, competitividad internacional, hay que poner a la ciudad a mirar hacia el futuro. Esto no se soluciona estableciendo alcaldes a dedo. Así como hubo experiencias importantes, también hubo experiencias de alcaldes que no dieron la medida. Sigo creyendo en la elección popular de alcaldes, pero dependiendo de la calidad de las personas, de que la clase dirigente tenga claridad sobre cuál es el destino de la ciudad.

Política y clientelismo
Hay que desclienterizar la política porque la clientelización de esta es la que convierte las políticas públicas en una especie de botín para repartirlo entre la gente.
Hay lograr la desclientelizar la política, y hacerlo sobre la base de propuestas programáticas acompañada de participación popular y social.
La clase empresarial va por un lado y la política por otro, debe existir una unión por el bien de la ciudad.

Y qué de los partidos
La política se desamarró, ahora no hay partidos sino partidas y la mesa de Unidad Nacional es un acuerdo importante, pero no único de relación política a nivel parlamentario. No se proyecta sobre otros temas, hay que involucrar a la sociedad civil en estos acuerdos.

¿Se podría volver a los partidos fuertes?
La era de los grandes par-tidos a los que estábamos acostumbrados se acabó. Hoy se abre camino la alianza entre partidos y movimientos sociales y las redes, que hoy tienen el protagonismo político.       
A mi partido, el Liberal, le falta estrategia política para llegar a los sectores sociales que se están expresando al margen de los partidos, falta un nuevo mensaje y un compromiso con los sectores nuevos, que están en las redes. Tan nocivo como la politización, la sobrepolitización es la antipolítica.  
 
¿Qué piensa del proceso de Paz?
Hay una coincidencia afortunada de elementos posi-tivos, hay una alineación de los astros de la paz, lo que permite ser razonablemente optimistas de que esta podría ser una salida política al conflicto armado. Es claro que el balance de fuerzas es distinto a hace unos quince años atrás. Las Fuerzas Armadas tienen liderazgo con los golpes dados en los últimos años.
A esto se suma la participación activa de países como Venezuela y Cuba, que pueden jugar una mediación activa con la guerrilla, así como el entorno que han creado los proyectos sociales en cuanto a tierras y víctimas por parte del presidente Santos, que favorece una imagen más amable hacia la paz. Además, han de-saparecido los grupos paramilitares, que hace 10 años impedían que las Farc actuaran.
No ha comenzado el proceso, lo único que se ha escu-chado es un discurso de Iván Márquez, que no difiere en nada al de hace 50 años. Me llama la atención lo que dicen las encuestas. La gente quiere una salida política y está de acuerdo con la paz, pero cuando se le pregunta qué estaría dispuesto a conceder o sacrificar por la paz, no quiere entregar nada.

¿Qué platea?
No creo que se debe caer en el modelo de las Farc, pero si Márquez repite el discurso en un año me preocupo. Este es su juego sobre la meza, o es que la gente pretendía que dijera que estaba realmente equivocado y preguntara que debían hacer. Ellos están sentados en una mesa después de haber producido grandes daños en el país y lo que quieren es ne-gociar. Tomaron la decisión después de 40 años de estar jugando baloncesto de quieren pasarse al fútbol. Lo que no podemos decir ahora es que vengan a jugar, pero nosotros ponemos los árbitros y ellos no pueden armar equipos, ni llevar hinchas y la cancha es del Gobierno. Hay que ver qué se puede ceder razonablemente para que cambien las armas por las urnas.
     
¿Y cómo ve a las Fuerzas Militares?
El fuero militar va a tener una aplicación hacia adelante y parece legítima la preocupación de algunos sectores de que el fuero deje girar alrededor de los actos del servicio. No se puede aceptar que un soldado o policía en uso de su tiempo libre viole a una menor y se considere como un acto del servicio. Sobre eso hay que ser claros y así se fue cuando se firmó el Código Penal Militar.
Sé que el final de este pro-ceso no puede terminar con el coronel Plazas pagando 40 años de cárcel y Don Berna u otro paramilitar, 7 años. Hay que buscar la manera de que los militares reciban los beneficios que tienen los otros sectores armados para que se pueda hablar realmente de reconciliación.

¿Qué piensa de Santos – Uribe?
No me sorprende lo que sucedió el domingo (5 de noviembre), es una nueva expresión de lo que han sido las diferencias de fondo entre el expresidente Álvaro Uribe y el presidente Juan Manuel Santos sobre el conflicto armado.
Si aquí no existe un conflicto armado, como lo sostiene el presidente Santos, sino una guerra antiterrorista, son dos modelos distintos de país. Si el país está dividido entre terroristas y antiterroristas no cabe negociación, ni la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, lo único que cabe es la paz, aplastar al contrario.
En una hipótesis de un conflicto armado, como creo que es válido reconocer, hay posibilidades de buscar una negociación, una salida política y obligar a las partes, incluidas las Fuerzas Armadas, a que humanicen el conflicto en los términos del Derecho Internacional Humanitario. 

¿Qué hacer con los expresidentes?    
¿Cuál es el papel de los expresidentes? La gente no sabe qué hacer con nosotros, pero tampoco qué hacer sin nosotros. Pienso que el papel de los expresidentes no es poner palos en la rueda a las personas que vienen detrás de uno, sino tratar de contribuir con la experiencia. Eso no quiere decir que la gente se desprenda de sus convicciones. Pienso que el presidente Uribe tendría todo el derecho de reivindicar que gracias a su política de segu-ridad democrática hoy día se está haciendo la paz, lo que no puede hacer es politizar el orden público. En Colombia hemos logrado sobrevivir a esta violencia porque no hemos politizado ciertos temas fundamentales, no se ha he-cho política con las relacio-nes internacionales ni con la macroeconomía y con el orden público.

¿Cómo ve a Colombia con los países de la región?
La diferencia es entre el cielo y el infierno. Cuando terminó el gobierno del presidente Uribe estábamos peleando con Venezuela, con Bolivia, Ecuador, Nicaragua. Distantes de Cuba, Argentina y Brasil, el país se estaba aislando totalmente, hoy día se mantienen las relaciones y María Emma Mejía desempeña la presidencia de Unasur.








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