Política


Uribe Vélez señala supuestas equivocaciones de santos

COLPRENSA

14 de mayo de 2012 11:03 AM

Críticas a la propuesta de reforma tributaria que propone el gobierno de Juan Manuel Santos porque puede afectar la inversión doméstica; a la dilación del inicio de las Autopistas de la Prosperidad, y a las acciones de nacionalización de una empresa española en Argentina, expresó el expresidente Álvaro Uribe Vélez en esta segunda parte de la entrevista que concedió a EL COLOMBIANO.
La razón de su crítica: considera todas esas cosas equivocaciones. Uribe Vélez también se refirió a la decisión venezolana de retirarse de CIDH.

  • Con los alcances que se van conociendo a cuentagotas, ¿cuál es su opinión sobre la reforma tributaria?
"Le tuve que recordar la semana pasada al actual ministro de Hacienda, que era el director de Planeación cuando yo recibí el gobierno, y Santos era el ministro de Hacienda, la bonanza de recursos que les dejó mi gobierno.
Primero, en un país que pasó de recaudar 22 billones a 86 billones de pesos y la inversión creció exponencialmente, las propuestas tributarias tienen que ser muy cuidadosas. De lo que se ha venido conociendo en distintas publicaciones, yo diría que si a mí me dicen que vamos a simplificar trámites, está bien. Si le vamos a disminuir retención a la pequeña empresa, perfecto. Si me dicen: “vamos a quitar las gabelas que Uribe les dio a los ricos”, se parte de un grave error. Ha habido un sector que considera que la propuesta nuestra de estímulos a la inversión era prebendas para los ricos. Están equivocados.
En algunas universidades de Estados Unidos me han preguntado cuál es la diferencia de la política tributaria que impulsó mi gobierno y las que promovieron Reagan y Bush. Estas últimas rebajaron tarifas a los sectores más pudientes, en la idea de que el ahorro que ellos tuvieran, con menores tarifas impositivas, lo trasladarían a la inversión. Eso es un albur. Así como pueden trasladar ese ahorro a inversión, puede que no. Nosotros dijimos: si usted invierte estos 100 pesos, de su renta líquida gravable le podemos deducir 30 pesos. Con una idea adicional: en una economía que tiene que ser competitiva, finalmente lo único que genera empleo de buena calidad es una tasa continua y sostenida de alta inversión. Hoy, desmotivar la inversión es restar competitividad.
Me preocupa que la reforma tributaria vaya a tener esa orientación. Se dice que una de las propuestas será reducir la tasa corporativa de renta del 33 al 4 por ciento, pero revivir el gravamen a los dividendos, que tendrían un impuesto de 27 por ciento. Algunos economistas dicen que cuando el impuesto está en cabeza de la empresa y de sus accionistas, éstos prefieren no retirar dividendos, sino dejarlos en la compañía, y esto estimula la inversión. Eso tiene varios planteamientos equivocados: Primero, está condicionado a que haya utilidad. Los estímulos nuestros permitían que el beneficio se diera, así no hubiera utilidad. Esa deducción se podía llevar a pérdidas y hacerla efectiva años después, cuando se dieran los excedentes.
El otro problema del planteamiento del Gobierno es que si pretende hacer todo el crecimiento de la inversión con retención de dividendos, va a maltratar al pequeño accionista, que muchas veces necesita de los dividendos para poder subsistir. Hace pocos años, se discutió el problema de la doble tributación. El país tenía un esquema semejante al que se quiere revivir. Se pagaba un impuesto corporativo y otro en cabeza de los accionistas. Eso se criticó mucho, llamándolo doble tributación. Se llegó a la conclusión de que se tenía que desmontar. Si uno quiere mirar el país con visiones de largo plazo, tiene que reconocer que desde lo que ocurrió entre 1986 y 1990, cuando se tomaron esas decisiones, ha pasado poco tiempo. Entonces, si el desmonte de la doble tributación es reciente, ¿por qué ahora se van a cambiar de nuevo las reglas de juego?"
  • ¿Podría esa reforma afectar de manera grave, no solo la inversión doméstica, sino la extranjera?
"Es muy difícil negar que hay una gran cantidad de inversión. Nosotros pasamos en 2002 de 2.000 millones de dólares a 13 mil millones en 2011, después de sacar 6.000 millones de dólares que invirtieron empresas colombianas por fuera. Es muy difícil negar la gran inversión doméstica. Los colombianos tienden a asociar promoción de la inversión con inversión extranjera. Cuando lo más importante que resulta de la promoción de inversión es la inversión doméstica que el año pasado pudo ser de alrededor 60 mil millones de dólares. Hasta ahí está bien.
No obstante, ya se advierten temores entre los inversionistas. Y eso no se puede dejar crecer. En un país con 13.000 millones de dólares de inversión extranjera, eso no se ve políticamente. Es que el político es como el médico, que se tiene que anticipar a las enfermedades de su paciente y no tratarlo cuando hay poco por hacer. El político que está todos los días al frente de los temas públicos tiene que anticiparse con la visión del país. Si estos desestímulos a la inversión, que no se notan, siguieran creciendo, en unos años podríamos tener una reducción sustancial de la inversión, y ahí sí se notaría. El problema es que a este gobierno nada se le puede decir. Por lo menos nuestro gobierno era de discusión. De deliberación. Las dos opciones que este gobierno da son: o aceptan todo o están en contra del gobierno. Eso es malo para la democracia".
  • ¿Y cómo analiza los cambios que se vienen dando en Europa, el tema de las expropiaciones en Argentina y Bolivia, la crisis en Venezuela?
"El caso de YPF en Argentina hace parte de la cadena de equivocaciones que se han cometido en los últimos años. La primera fue cuando Carlos Menem privatizó toda la industria petrolera. Y ahora, con la nacionalización del 51 por ciento de YPF, puede crearse un gran pánico a la inversión. Si la presidente Fernández llegase a tener razón en que Repsol no estaba haciendo la suficiente inversión, eso se pudo haber renegociado. Pudieron incluso haber cambiado de accionista, o una recompra, pero sin expropiación.
Nosotros aquí, por ejemplo, le hicimos a Glencore una recompra, cuando esa firma no quería cumplirnos con la refinería de Cartagena. Ante varios testigos en Suiza les dije a sus directivas: “ustedes cumplen, o los echamos del país, porque nuestra promoción de la inversión no es para entregar el país, sino para servirle”. Vieron que la cosa era en serio, vinieron, y se allanaron a los acuerdos con Ecopetrol. Les recompramos.
El caso de Bolivia con Red Eléctrica es semejante al de Argentina con YPF, pues ambos son taquilleros. Empresas colombianas que estaban muy interesadas en invertir en Bolivia, como ISA, ahora lo están pensando mejor. No están dispuestas a correr tantos riesgos por el populismo. Eso causa pánico. Algún problema que yo le noto a Bolivia es que, salvo el tema con los españoles, ellos se han venido poniendo de acuerdo con las grandes empresas internacionales de minería para que inviertan allí, pero son bastante hostiles con la inversión doméstica boliviana. Eso es un contrasentido".
  • ¿Y lo de Hollande en Francia?
"Mitterrand nacionalizó los bancos durante su primer gobierno y los privatizó en el segundo. Estuve en España cuando el PSOE se opuso al ingreso de ese país a la OTAN y tenía un gran fermento nacionalista en contra de la Unión Europea. Después fueron los grandes promotores del ingreso de España a la OTAN. España ha sido una de las más beneficiadas con el apoyo de la UE, sobre todo en la modernización de la infraestructura que hizo Felipe González.
No sé si Francia tendrá un cambio radical con el triunfo de Francois Hollande. Está por verse. Él propone una salida más humana y de menos austeridad ante la crisis. Creo que el problema no es un déficit de uno o dos puntos, más o menos, sino un tema que no trató la campaña política en Francia: el estancamiento de la inversión.
El camino de Europa toda es encontrar los estímulos necesarios para reactivar la inversión. Paradójicamente, si yo fuera un gran inversionista, diría que las posibilidades de inversión están en América Latina, y no en Europa".
  • ¿Qué opinión le merece la decisión de Venezuela de retirarse de la CIDH y si eso tiene relación con las declaraciones que varios exmagistrados de ese país están entregando a la DEA sobre la relación del Gobierno y el narcotráfico?
"En este último punto, por lo menos hay una coincidencia en el tiempo. Cuando nosotros aprobamos Unasur, como socios fundadores dijimos dos cosas: primero, que no podía ser una organización para construir una especie de OEA con Cuba y sin Estados Unidos y Canadá. Segundo: que el Consejo de Seguridad no era aceptado por Colombia si no rechazaba a los grupos violentos y terroristas. No podíamos pasar de un Foro de Sao Paulo, legitimador de las Farc y del ELN, a un Consejo de Seguridad de Unasur que no confrontara a los grupos violentos. Sigo pensando lo mismo.
Pero hay que pasar más allá de la retórica. Colombia sigue sin colaboración en la región en la lucha contra los violentos. Siguen escondidos en Venezuela, y no hay colaboración efectiva en Ecuador. La pregunta es si el Consejo de Seguridad de Unasur rechaza a los grupos violentos, que nos diga qué está haciendo para enfrentarlos".
  • ¿Por qué se ha querido decir dentro del propio Gobierno que las llamadas autopistas de la prosperidad son para beneficiar a Antioquia?
"En ocho años de Presidente, procuré siempre querer en igual grado y con la misma intensidad a todas las regiones de Colombia. Cumplir algo que había empeñado en la palabra: poner el regionalismo en el corazón al servicio de todas las regiones de la Patria, comenzando por Bogotá. Me duele mucho que a casi dos años de haber terminado mi gobierno, todavía no hayan empezado Autopistas de la Montaña. No quiero pensar que vayamos a volver a las épocas en que, sutilmente, todo se le negaba a Antioquia. Eso me tiene con mucha tristeza. En eso, este gobierno tiene muchas equivocaciones y hay engaños.
Entre las equivocaciones está la de pretender que las obras no se pueden iniciar sin haber juntado toda la plata. Eso es imposible. Hay que empezarlas y en el camino ir haciendo los ajustes presupuestales. Segunda equivocación: hace poco les pregunté a los ingenieros si yo me había quedado en la época antigua, será que ya hay tecnología que le permita al consultor definir en un nivel tres de proyecto todos los detalles de la obra, de manera que en el momento en que se vaya a ejecutar, el constructor no tenga si no que definir lo que indicó el proyectista. Me dijeron: “de ninguna manera. Menos en Colombia”. Por eso hoy no se puede pretender llegar al detalle de proyecto de nivel 3, porque la topografía, los suelos, el clima, crean muchas dificultades que no alcanzan a advertirlas el constructor. Este gobierno dice que para sacarlas hay que tenerlas en un diseño nivel 3. Eso es imposible.
Y hay un engaño: ahora están hablando de "Corredores de la Prosperidad". Son tramos de los Corredores de Competitividad, no nuevos, que había adjudicado el gobierno nuestro y en lugar de entenderles esos trayectos a quienes se habían ganado los tramos básicos, están sacándolos a licitación. No son obras nuevas, son proyectos que ya estaban. Todo ese proceso se hizo con transparencia. ¿Por qué van a cuestionar a ISA? Una de las últimas tareas que hice como Presidente fue ir a Chile para reunirme con el Gobierno y acompañar al presidente de ISA y decirles que aceptarán que ISA sustituyera a los españoles en la concesión vial del sur de Chile. Lo aceptaron e ISA va muy bien. Ha demostrado solvencia, competencia, transparencia. Ahora, ISA no tiene retroexcavadoras ni bulldozer, pero sí tiene una larga experiencia para contratar. No veo razones para que sigan dilantando el inicio de las obras de las Autopistas de la Montaña, que así se llaman, porque lo otro son vanidades innecesarias".

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