Cartagena


Relato de una periodista que salió a la calle en minifalda

MELISSA MENDOZA TURIZO

01 de febrero de 2015 05:15 PM

Si con cada mirada un hombre tocara o ‘tuviera en su poder’ a una mujer, mi cuerpo no habría soportado tantos accesos.

Me aventuré a caminar por el Centro Histórico de Cartagena para observar la reacción de los hombres al verme con una minifalda que, francamente, denotaba mis atributos; era la vestimenta apenas útil para el ‘calorcito’ y la humedad que caracterizan a la Heroica.

Debo aclarar antes que no quiero exaltarme, soy una simple cartagenera, morena, atractiva, con un buen cuerpo; igual que las otras 477.329 mujeres que tiene la ciudad, y mi fin es contarles qué se siente salir a la calle y tener todas las miradas sobre ti porque decides salir con ropa liviana a la calle. La mayoría de los hombres no me bajó de un “Adiós”, “uy, mami”, “¿te acompaño?”, “¿quieres comer algo princesa?”, “cásate conmigo mi amor”. Ya es hora de piropos más creativos.

COMO GOLEROS
Recorrimos las calles y plazas del Corralito de Piedra más concurridas por mujeres y el lente de Q’hubo no dejó escapar la acción de los ‘mirones’ cuando retumbaban esas caderas. Parece que saborearan un dulce o que comieran un trozo de carne, la boca se aguaba, lo vi en un hombre que mojaba sus labios mientras me hacía un paneo.

Del registro que hice, recuerdo que me miraron ocho vendedores de refrescos, un embolador, dos habitantes de la calle, dos gringos, un agente de tránsito, un anciano en condición de discapacidad y un policía, dos carros se detuvieron.

Me acerqué a dos morenos, como para meterles conversación, de inmediato sus ojos me miraron de pies a cabeza (tienen un chip incorporado, estoy segura) tras preguntarme que si necesitaba algo, uno me dijo: “Con nosotros, lo que quieras”. Entre tanto era interesante voltear a ver a un tipo que caminaba, me miraba y mientras se alejaba, pareciera que su dorso se girara en ángulo recto, me pregunto, ¿cómo hace para caminar y voltear a mirarme sin caer?

Me detuve a comprar dos gomas de mascar y cuatro hombres que allí estaban me miraron cual goleros. 
Y es que los varones piensan en sexo al menos 19 veces al día (Universidad de Ohio, 2014) y la minifalda los alborota. Un estudio realizado por la clínica Androsex en Santiago de Chile, anuncia que todo depende del ángulo desde el cual se observe la anatomía de una dama. Si ella camina hacia el varón, este posará los ojos en los senos. Si ella lleva unos pasos de ventaja, lo que llamará la atención es la zona trasera. Que uno prefiera senos o nalgas es otra historia. Para la mirada de un hombre, lo primero que vale es la circunstancia que se le cruce en el camino.

Seguramente, ninguno de estos hombres pensó en que yo podría ser su hija, hermana, madre o esposa. En ese momento, para ellos, al parecer se trataba de una simple ‘presa’. Tal hecho provoca en uno que lo vive, esa sensación impotente de querer gritarle (por ejemplo): “Viejo verde, dígale así a su mamá”. No les respondo para no entrar en polémicas.

De esta experiencia agobia darse cuenta de que poco se avanza en términos de machismo y feminismo. Todavía es frustrante ver a hombres que dicen: “si sale así (en minifalda) es porque quiere que la miren”, peor aún, mujeres que también lo piensan así. Es hora de desajustar ese chip.

CASO SONADO
¡Ay de aquellos que no se conforman con solo mirar! En junio de 2005, Víctor Alfonso García conducía una bicicleta cuando descubrió una hermosa mujer en el camino.

No se conformó con contemplarla, sino que bajó la velocidad, puso el pie en el suelo y con manos atrevidas le tocó la nalga. Ante la casi caída al suelo de ella por el acto del ciclista, y las voces de otras congéneres que insultaban al hombre, un policía lo detuvo y lo trasladó a un juzgado donde se le obligó a presentarse cada 15 días para demostrar buena conducta. Un mes más tarde, la joven no se conformó con las citaciones de García, y ante un juzgado lo demandó por el delito de acto sexual violento. Víctor Alfonso García fue condenado a cuatro años de cárcel. Sin embargo, el procurador  delegado para este caso, en aquel entonces, Henry Bustos, señaló que si bien este tipo de actos son cuestionables porque atentan contra la dignidad de la mujer, no es un delito y por tanto una persona no puede ser condenada por ese hecho.

VÍSTASE COMO USTED QUIERA
La psicológica de la Universidad del Valle, María Fernanda Muñoz, le explicó a Q’hubo que a causa de la existencia de leyes que respaldan a la mujer hoy, el piropo, el ‘siseo’ y el acoso son tipos de agresiones sexuales. Según ella, una mujer es libre de llevar cualquier vestimenta, si con ella se siente segura o tranquila. Muñoz considera una conducta machista el hecho de que se estereotipe a una mujer que use minifalda al considerar que ella quiere seducir o mostrarse a los hombres. “Que tengamos más o menos ropa no es la causa de este tipo de prácticas, es más un problema de convivencia ciudadana”, comenta.

El historiador Moisés Álvarez considera que el piropo es una práctica cultural que surgió como forma de galantear. Pero que al pasar el tiempo, y bajo el contexto de violencia que vivimos, se ha subido de tono. “Llevada a extremo se convierte en un tipo de violencia”, agrega Álvarez.

DATO
En 2013 hubo polémica cuando en Andrés (Carne de Res), culpó a la joven que fue presuntamente abusada en su establecimiento, por usar una minifalda.

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