“No sé qué hacer con esto, estoy desesperada. Tengo miedo de que cualquier día, Dios no lo quiera, me vaya a matar”.
Comenta con desconsuelo sentada en la sala de su casa en la calle Amador y Cortez de Boston, la señora Cristina Valdez De Martínez, de 75 años. Expresa que desde hace 26 años viene recibiendo maltratos físicos y verbales por parte de Carlos Manuel Martínez Valdez, el mayor de sus hijos.
“Él es retirado de La Armada Nacional y desde que estaba allá tenía problemas de agresividad. La misma institución lo tuvo en un tratamiento y con el tiempo se recuperó. Es más, por su enfermedad recibió un dinero con el que compró un terreno y construyó una casa en Villa Corelca”, dijo la madre.
“Me cela con todo el mundo”
La voz de Cristina se entrecorta, queda en silencio por unos segundos y se reanuda cuando recuerda que su hijo, de 50 años, siempre le dice que no la quiere ver hablando con nadie porque ningún hombre es su amigo.
“Me dice todo lo que se le viene a la mente, malas palabras, que me vaya de la casa porque él va a montar un cabaret. Él ahora no vive conmigo, pero cuando aparece viene haciendo desastre. Yo tengo 7 hijos y los demás se han retirado porque cuando los ve, los quiere matar. A un hermano, que también estuvo en la Armada, le partió un dedo. Al otro que es policía lo agrede cada vez que lo ve. Las mujeres se han desaparecido por temor a que les haga un daño. La única que está aquí conmigo es una que vive a mi lado y que dice que no se va porque le da miedo que me haga algo”, manifiesta la señora.
Cansada de buscar ayuda
Doña Cristina asegura que lo ha llevado a varios centros asistenciales a hacerle exámenes médicos para que le digan el porqué de su comportamiento, pero no le diagnostican nada y los médicos le dicen que su hijo está bien.
“Lo hemos tenido más de 10 veces en el Hospital Naval, más de 20 en la Clínica La Misericordia e infinidades de veces en el Hospital San Pablo. Es más, ya cuando lo llevo no me lo quieren recibir y si lo hacen es por 15 días y después me llaman para que lo vaya a buscar y en caso de que no ir, me lo traen a la puerta de la casa.
Ahora mismo estoy tranquila porque está en el hospital La Misericordia, lo tuvimos que llevar porque el jueves en la madrugada formó un alboroto fuera de la iglesia y, según me dicen, le dijo un poco de malas palabras al padre y empezó a tirarle piedras al templo. Se le ha metido que tengo una relación con el cura y todos los hombres de la calle”, sostiene la anciana, agregando que mientras su hijo no está internado no hay día ni noche tranquila para ella.
La hermana
Catalina Valdez, hija de la señora, manifiesta que una de las últimas alternativas que tomaron para ver si descansaban de esa situación fue encerrarlo en el segundo cuarto que conduce al baño, para que tuviera un espacio donde hacer sus necesidades fisiológicas.
“Cuando mi mamá le daba la comida se la tiraba, le preguntaba que si lo iba a envenenar y le decía todo lo que se le venía a la mente, así que en vista de que pasaba gritando a mi mamá y ofendiéndola de palabras, lo dejamos salir”, expresa.
Doña Valdez de Martínez cuenta que lo último que hizo mientras estuvo encerrado fue abrir un hueco en la pared del cuarto y salirse por una cámara de aire que está en el baño.
“Un día salí y cuando regresé me dijo: ‘En la cocina te deje la comida condimentada’. Yo tenía una sopa y un suero en la nevera, cuando los voy a ver, todo estaba lleno de popó. Todo eso me tocó tirarlo a la basura”, puntualiza entre lágrimas la mujer.
Habló el Dadis
Un vocero de la entidad manifestó que el señor fue diagnosticado con esquizofrenia hace 26 años y que las EPS a la cuál se encuentra afiliado es la encargada de manejar el caso.
La entidad informó que los familiares no han puesto en conocimiento el caso del paciente y que este es el primer paso que deben hacer. Dicen que en caso de que la EPS no responda, el Dadis intervendría para garantizar su servicio a la salud.
“Le quemaron la casa”
Catalina cuenta que hace varios meses la casita que construyó su hermano en Villa Corelca los vecinos se la quemaron y le robaron todo. Dice que la gente, al parecer, lo hizo porque estaba cansada de que se estuviera metiendo con ellos. “A veces cuando le quiere pegar a mi mamá me meto, pero yo no puedo con él. Hubo una vez que me dio con una tabla en la cabeza”, sostiene.
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