Mónaco, tras las grandes fortunas y celebridades

Mónaco, enclave de 35.000 habitantes donde trabajadores de 120 nacionalidades se mezclan con acaudalados empresarios y celebridades, espera que la boda de su soberano, Alberto II, con Charlene Wittstock dé nuevo glamour y ayude a atraer al principado a ricos y famosos. 
Además de la belleza de los paisajes de su costa rocosa y del azul intenso del mar Mediterráneo, el atractivo del segundo Estado independiente más pequeño del planeta para cualquiera con dinero es que el principado es un paraíso fiscal para sus residentes. 
Desde más de medio siglo, el pequeño principado monegasco es uno de los lugares de la Costa Azul preferidos del jet set internacional, y la presencia de celebridades del deporte, la moda y la pantalla en sus clubes y casinos contribuyen a dar un aura de glamour y lujo al enclave rocoso. 
REFUGIO DE MILLONARIOS
Este refugio de fortunas cuenta además desde el 2009 con la bendición internacional por sus ejercicios de transparencia fiscal, al evitar ser puesto en la “lista negra” de paraísos fiscales. 
La lista de los deportistas radicados en Mónaco incluye al serbio Novak Djokovic (número dos mundial de tenis), al belga Philippe Gilbert (figura del ciclismo), así como a sus compatriotas del mundo del ciclismo, Tom Boonen y Eddy Merckx. 
Entre los hombres de negocios radicados en Monaco figuran el riquísimo magnate británico Philip Green, que dirige cadenas de tiendas de moda en el Reino Unido, y que llega en helicóptero, después de aterrizar en su jet privado en la cercana ciudad de Niza, en el sur de Francia. 
También el italiano Michele Ferrero, jefe de la empresa Nutella, tiene una dirección en Mónaco, así como los gemelos David y  Frederick Barclay, propietarios de importantes diarios británicos como el Daily Telegraph, que están domiciliados en Mónaco aunque viven la mayor parte del tiempo recluidos en un castillo neogótico en una isla anglo-normanda. 
CÓMO SER RESIDENTE
Para poder ser residente de Mónaco, es preciso vivir en el principado seis meses y un día al año. Pero este imperativo es muchas veces irrespetado, con la ayuda de fieles empleados domésticos, reconocen, en voz baja, monegascos. 
“Las celebridades, no es la realidad de Mónaco. Michael Schumacher se fue, Boris Becker se fue. El nuevo residente es un hombre de negocios, que viene con su familia y su negocio”, señala Jean-François Robillon, presidente del Consejo Nacional, el parlamento más pequeño del mundo. 
La identidad de este sorprendente enclave son sobre todo sus 8.000 habitantes que poseen un pasaporte de Mónaco, de los cuales una buena parte son extranjeros que se naturalizaron allí, y que constituyen una minoría en su propio país. 
Ellos -los únicos que votan y eligen su parlamento- comparten el microprincipado con los trabajadores extranjeros y con los ricos turistas, que llegan cada día en helicóptero, o por mar, en grandes yates, o por tierra, y cuyas compras y gastos alimentan las arcas del principado. 
Por su parte, los comerciantes y responsables del turismo esperan que los  adinerados visitantes e invitados a la boda no escatimarán durante los tres días de festejos organizados por el microprincipado monegasco, comprando, ocupando suites en los hoteles de lujo y derramando adrenalina en los casinos.