“Mi mamá huía de ti, sabía que la matarías”

Samuel David Viñas Acosta, hijo de Samuel Viñas Abomohor y la asesinada Clarena Acosta Gómez, pareció descargar un peso muy grande que llevaba en su corazón, cuando le dijo a su padre en la audiencia ayer jueves lo que ella le había confesado en un viaje de descanso a Miami: “Él me va a matar. Va a coger una pistola y me va matar”. En la misma audiencia Samuel Viñas contrainterrogó a su hijo sobre los detalles de ese viaje y el joven le dijo con sorna mirándolo a los ojos: “Mi mamá estaba huyendo de ti, porque ella tenía miedo que la mataras”. Y luego pareció reclamarle por haber contratado a un equipo de investigadores para que los siguiera en ese viaje: “Eran cuatro hombres vigilando a cargo de Carlos Cervantes. Mi mamá le preguntó a Cervantes que por qué los perseguía y éste le dijo que estaba contratado por Samuel Viñas”, narró el joven. Y luego le detalló sin dejar de mirarlo: “Ibas a demandar a mi mamá por secuestro si ella se llevaba en el viaje a Felipe" (hijo menor), le espetó el muchacho. “Tuvimos que denunciar a los vigilantes con la Policía en el aeropuerto de Miami para que nos dejaran de paz. No sabías perder y tuviste que recurrir a tu hermano Alex. Te sentías mal”, le recriminó Samuel David a su padre. “No me parecía raro. Siempre la amenazaba. Como veinte veces lo hizo”, dijo, dirigiéndose ahora al Juez y al Fiscal. “En un viaje de negocios en Los Ángeles mi mamá me dijo que la intentaste ahorcar y después ibas a tirarla desde lo alto de un apartamento”, le reclamó entre lágrimas. “Y le reiterabas siempre que ella tenía que estar siempre contigo”, le recordó en tono de reproche. Cuenta su hijo que en ocasiones le dio dinero para que no acompañara a la mamá a los distintos lugares y viajes. “Me daba 20 millones de pesos a cambio de que yo hiciera eso”, le señaló. Reveló además que su papá ponía al novio italiano de Laura Viñas, Fabio Giargiulo, a espiar las conversaciones de su mamá. “Descubrí al italiano escuchando las conversaciones de mi mamá con Laura en el cuarto. Luego se lo decía a mi papá. Era una especie de espía. Yo lo eché de la casa. ‘No tienes por qué estar haciendo eso’, le dije en dos ocasiones”.