Asesinato, persecución y captura en Simón Bolívar

Su oficio era la albañilería, pero a Julio Eliécer Ramírez Andrade la gente más lo conocía por liderar a los brigadistas cívicos en barrios como La Sierrita, Nelson Mandela, Ciudadela 2000 y San Fernando. Quizás por eso, el nombre de Julio pasó rápidamente de boca en boca en esos sectores apenas se supo que lo habían baleado en la oficina de la cooperativa de vigilancia comunitaria en Simón Bolívar. “Era un hombre muy conocido, uno de los más populares de esta zona”. Así se le oyó decir a una de las tantas personas que se fueron a ese lugar una vez se enteraron que la víctima del sicario fue Ramírez Andrade, de 53 años. El brigadista cívico fue sorprendido cuando coordinaba una reunión con varios de sus colaboradores. El individuo entró a la pequeña oficina y de inmediato le disparó con una pistola niquelada y con silenciador. Julio quedó sentado en su escritorio. Testigos no sólo fueron quienes acompañaban a Ramírez, también los niños que asisten a un jardín infantil que está a un lado de la oficina de la cooperativa. Sus padres fueron los primeros en llegar. Por fortuna, ninguno de los proyectiles se fue hacia ese sitio. Residentes de Simón Bolívar dicen que escucharon más de 20 balazos. Los casquillos calibre 20 milímetros que la Policía halló en la escena del crimen lo comprueba. Julio Ramírez murió en el acto. Uno de sus acompañantes desenfundó su arma y le disparó al agresor, causándole una herida en el brazo izquierdo. El enfrentamiento que originó el ataque del sicario también dejó lesionado a un vigilante. Los gritos de la gente y los disparos alertaron a la Policía. La persecución fue rápida y contundente. Dos capturados El sicario escapó con el arma en sus manos. Los testigos lo vieron correr de Simón Bolívar hacia San Fernando. En la calle La Sonrisa, en la puerta de una tienda, lanzó la pistola. La Policía lo supo y de inmediato acordonó el lugar para preservar la escena y tomarle muestras. La persecución se extendió a otras calles y ya no sólo involucraba a policías motorizados y uniformados. La Sijín también se sumó a la búsqueda del sospechoso. Patrullas de sectores aledaños realizaron el llamado “plan candado” para evitar la salida del sicario. Los resultados no se hicieron esperar. La colaboración de la comunidad y las pistas concretas del vic-timario permitieron la captura. El presunto agresor, de 47 años, no ofreció resistencia y fue trasladado en una camioneta de la Policía a la Clínica Blas de Lezo. Muy cerca fue retenido el mototaxista que lo trasladó al sitio de los hechos. El conductor de la moto, quien reside en Nelson Mandela, fue trasladado a la Estación de Los Caracoles para que corroborara su versión. Aunque el motociclista dice que lo contrataron para una carrera, las autoridades no le creen. En Simón Bolívar muchos lo señalan de utilizar ese oficio para cometer fechorías. El otro lesionado, cuya identidad se mantiene en re-serva por seguridad, se recupera en otro centro asistencial. Lo reconoció su hijo Julio Ramírez Andrade residía en Simón Bolívar, cerca de donde encontró la muerte en la tarde de ayer. Los compañeros que estaban con él trataron de auxiliarlo, pero al constatar que no tenía signos vitales, optaron por dejarlo dentro de la oficina. Su hijo, un patrullero de la Policía, llegó a los pocos minutos y se encargó de darle la mala noticia al resto de la familia. Allegados y amigos dicen que no le conocían enemigos ni problemas a Julio Ramírez. “Ya estaba alejado de la albañilería, su dedicación era más por coordinar la cooperativa de vigilancia de sus compañeros en edificios, conjuntos residenciales y almacenes”, cuenta un pariente del difunto. La Policía investiga si a Ramírez lo habrían asesinado grupos delincuenciales que le cobran “vacunas” a tenderos, comerciantes y administradores de cooperativas como esas en barrios como Mandela y la Sierrita.