Eran amigos y murieron juntos

No se pusieron de acuerdo, fue una casualidad fatal. Miguel Antonio Chico Mendoza, de 75 años; y Humberto Martínez Ávila, de 52, sólo eran amigos hace año y medio, pero murieron a la misma hora y en el mismo lugar. Los dos dialogaban en la casa del primero de ellos, como lo hacían acostumbradamente todas las tardes, cuando ocurrió lo inesperado. Martínez Ávila cayó de la silla y quedó inmóvil en el suelo. Miguel se impresionó y también se desplomó. Los familiares de este último quedaron atónitos. Una de sus hijas dice que lo único que se les ocurrió hacer fue llamar a la Policía. A las 4:40 de la tarde del miércoles, una patrulla llegó a una vivienda en el sector Los Ángeles, en El Pozón, y lo que los uniformados encontraron eran difícil de creer. Quizás por eso los policías no perdieron tiempo y para descartar situaciones en particular optaron por trasladar a los dos amigos al puesto de salud más cercano. El médico de turno certificó que ambos llegaron muertos. El dictamen preliminar indica que Martínez Ávila sufrió un ataque epiléptico. La impresión de ver a su amigo morir le produjo a Miguel Antonio un paro respiratorio. Familiares de este último aseguran que Chico Mendoza estaba bastante enfermo desde el 2002, cuando sufrió una trombosis. A raíz de eso, explica su hija, permanecía más en su casa. Sólo salía cuando iba a ver al médico. Con el tiempo, su estado de salud se complicó con problemas de hipertensión. Pese a esa versión, y a la enfermedad comprobada por sus allegados de Martínez Ávila, la Policía le dio conocer el caso al CTI de la Fiscalía, que tras realizar la inspección judicial a los cadáveres, le ordenó a Medicina Legal la necropsia de rigor. Será entonces el resultado que entreguen los peritos forenses el que aclare los motivos que llevaron a la muerte a los dos amigos a la misma hora y en el mismo lugar. De casualidad Así como fueron las circunstancias en que murieron, también fue por casualidad que Humberto y Miguel se conocieron. Martínez Ávila residía en un apartamento en el sector La Unión. Hace tres años trabajaba como contratista en una empresa encargada de instalar el acueducto en El Pozón. Fue en medio de su labor como albañil que conoció a Miguel en la puerta de su casa. Rápidamente nació una amistad entre ellos que se mantuvo, incluso, cuando a Humberto le terminaron el contrato por su enfermedad. Dice la hija de Miguel que como su amigo vivía solo, éste lo visitaba a diario. A veces, asegura, cenaban juntos. El miércoles tenían más de una hora de estar conversando en la sala cuando la muerte se los llevó a ambos.