Evita robo en buseta y se lo cobran con la muerte

Ser héroe y honrado le costó muy caro a Harnán Javier Hernández Hernández. Al vendedor ambulante le cobraron con su muerte el evitar un atraco a una buseta por parte de uno de sus colegas. La versión de lo que sucedió el viernes en la tarde en una esquina de la Avenida Pedro de Heredia con el sector de Chambacú, en la entrada al barrio Torices, la corroboraron ayer los allegados de la víctima, tras identificar su cadáver en la morgue de Medicina Legal. Hernández Hernández, de 26 años y oriundo de Fatacatativá –Cundinamarca-, fue asesinado de una puñalada en el pecho. Su victimario, vendedor de dulces en los buses como él, fue capturado por la Policía esa misma tarde. Harnán residía alquilado en una pieza en el barrio La Esperanza, calle Pablo Emilio Bustamante. Su fallecimiento ha causado conmoción entre sus vecinos. Muchos le reconocen su voluntad para el tra-bajo. “Era pobre, pero honrado. Vendía dulces porque lo echaron de un restaurante donde trabajaba como mesero. No le gustó que un vendedor como él le robara a los pasajeros y por eso lo mataron”, cuenta uno de sus vecinos. Venganza en 2 actos Vender dulces o lapiceros en los buses era algo pasajero. Harnán Javier le dijo a sus vecinos que tenía previsto entrar a trabajar en otro restaurante, pero mientras le llegaba la hora, lo mejor era buscar la manera para subsistir. Hizo de esa esquina de Chambacú frente a El Espinal su sitio de labores. Allí estaba hace 20 días cuando vio a otro vendedor atracar al pasajero de una buseta. El individuo le quitó el celular a una joven, pero antes de bajar del vehículo fue increpado por Hernández, quien a toda costa evitó que se saliera con la suya. Con la ayuda de los otros vendedores, le quitaron el celular al delincuente y se lo de-volvieron a la pasajera. El ladrón huyó, pero al día siguiente al mismo lugar. El sujeto le reclamó a Harmán por lo que le hizo y es originó una riña que dejó más afectado a este último. El vendedor fue acuchillado en la espalda. La herida lo mantuvo hospitalizado dos semanas. El viernes se sintió mejor. Sus vecinos le dijeron que debía esperar otra semana, pero él manifestó que necesitaba valerse por sus propios medios. A las 4 p.m. llegó a la esquina de Chambacú. Su rival lo estaba esperando. Le había hecho saber con otro vendedor que no volviera a esa es-quina, “de hacerlo, le iba a ir muy mal”. Harnán no alcanzó a subirse a la primera buseta para vender. Contaba los dulces cuando por la espalda lo atacó su enemigo. La herida se la causaron en el pecho. El cuchillo le afectó un pulmón. Sus amigos lo llevaron rápidamente a la Clínica San José de Torices, pero la suerte esta vez no estuvo de su lado. Ser bueno, no le ayudó.