Marinel jugaba dominó cuando un sicario lo mató

El esfuerzo de su tío fue en vano. Apenas Marinel Castro Maza cayó de su puesto y el sicario que le disparó por la espalda apenas huía en una moto como parrillero, el familiar que estaba más cerca se lo montó a sus hombros y lo subió en la parte trasera de un jeep que utilizan como colectivo en La María. El vehículo cruzó rápidamente la vía principal que pasa por San Francisco, La María y La Esperanza. En cinco minutos llegó al CAP que está en este último barrio. El vigilante y dos enfermeras ayudaron a bajar al herido. Delante de los demás pacientes y de curiosos expectantes, Marinel fue llevado a la última habitación, la de urgencias. El médico de turno se apresuró, pero no había nada que hacer. Los dos balazos que ingresaron por la nuca y salieron por el rostro acabaron con la vida del joven casi en el ac-to. La noticia se regó rápidamente en el centro asistencial. Los llantos no se hicieron esperar. La alarma también se extendió en las afueras, sobre todo por la presencia de un sujeto con características similares al sicario que mató a Marinel. “Es él, avísenle a la Policía, el tipo parece que está esperando si su víctima murió”, se oyó decir entre la multitud aglomerada en el CAP. Para cuando la Policía llegó, ya no había presencia de aquel hombre extraño. Aunque quedó la duda en el ambiente, muchos piensan que el asesino fue a la pequeña clínica para rematar a su víctima si había fallado. Del sicario no se volvió a saber. Sólo que escapó una moto Auteco Boxer, de color negro. Los operativos no lo detuvieron. Un allegado asegura que es conocido como ‘El Botica’. Jugando dominó Marinel tenía varias horas jugando dominó cuando le dispararon. En esos momentos estaba de espalda a la calle, en la tienda y variedades El Puntazo, entre las calles 56 y 57, en La María, en límites con San Francisco. Sus familiares dicen que era mototaxista y que no tenía enemigos ni había recibido amenazas. El joven residía enfrente de donde ocurrieron los hechos. Una tía dice que estaba en la cocina cuando escuchó los balazos. No le prestó atención al principio, pero al escuchar la algarabía, y los gritos de un hermano suyo mencionar el nombre de su sobrino, se asomó a la puerta y vio a la gente correr hacia la tienda. Su sorpresa no pudo ser peor al abrirse paso entre la multitud y ver en el piso a Marinel. Teresa, su madre, no fue capaz de verlo en medio del charco de sangre y prefirió trasladarse al CAP. Para entonces, ya no había nada que hacer. Marinel es la tercera víctima del sicariato en lo que va de septiembre y la sexta persona asesinada en Cartagena. En este mes, han ocurrido homicidios en los barrios La Quinta, La Esperanza, El Bosque, Santa María y La María. Cinco de esos casos fueron con arma de fuego.